Ladr¨®n de guante blanco
Hace tiempo que Pinochet vivaquea en el m¨¢s profundo fango. Pero se van sumando las causas que hacen insoportable su impunidad, por muy anciano que sea. El general chileno es, por supuesto, el principal responsable de una de las dictaduras m¨¢s brutales que se recuerdan. Pero tambi¨¦n, un presunto ladr¨®n de guante blanco, que mientras asesinaba a la oposici¨®n expoliaba las arcas p¨²blicas. El informe realizado por el subcomit¨¦ de investigaciones del Senado estadounidense ampl¨ªa mucho m¨¢s de lo ya conocido la red de dinero colocado en bancos de EE UU. S¨®lo en ese pa¨ªs mantuvo 125 cuentas durante 25 a?os con nombres falsos, pasaportes diplom¨¢ticos o militares, por un importe de al menos 13 millones de d¨®lares.
Son tantos los cr¨ªmenes habidos bajo su mandato que la rapi?a puede parecer una an¨¦cdota. Pero s¨ª parece ya posible que el juicio sobre su catadura moral var¨ªe para muchos de los que en Chile, y no s¨®lo all¨ª, segu¨ªan pensando que debe tener a alguien que le defienda.
Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas estuvo jugando con transferencias de dinero robado a los chilenos entre cuentas propias y an¨®nimas en Gibraltar (una vez m¨¢s, Gibraltar), Islas Caim¨¢n, Argentina, Bahamas, Suiza y otros lugares del mundo. Este repugnante hecho se conoci¨® cuando el Senado de EE UU implic¨® al Banco Riggs en la trama, lo cual oblig¨® a esta entidad a pagar una multa de 16 millones de d¨®lares por violar la ley bancaria. Ahora se ha conocido que en la red de cuentas estaban tambi¨¦n el Citibank, el Espirito Santo, el Banco de Chile, el Banco Atl¨¢ntico (ahora bajo control del Sabadell) y el Coutts&Co, que en 2003 pas¨® a manos del Santander Central Hispano (SCH). El Senado afirma que tanto el SCH como el Sabadell han colaborado en la investigaci¨®n. No estar¨ªa de m¨¢s, desde luego, que este episodio sirviera para elevar el grado de alerta ante este tipo de pr¨¢cticas bancarias, no ya porque Pinochet pudiera hacer todo esto, sino porque probablemente lo est¨¢n haciendo otros que ponen en peligro la seguridad del mundo.
Para Chile, las revelaciones pueden tener un efecto saludable. La certeza de que Pinochet no era un luchador por unas ideas -por repugnantes que ¨¦stas sean-, sino un simple rufi¨¢n adem¨¢s de un dictador, puede facilitar una reflexi¨®n general que haga m¨¢s permeable esta l¨ªnea divisoria entre derecha e izquierda que a¨²n hoy se manifiesta y condiciona el di¨¢logo entre las fuerzas sociales. Nadie puede ya llamar patriota al saqueador de las arcas p¨²blicas. Y a partir de ah¨ª tal vez puedan entenderse los chilenos.
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