Magistrado y abogado
Conoc¨ª a Diego C¨®rdoba en Alicante, poco tiempo despu¨¦s de haber iniciado ambos nuestra vida profesional, siendo ¨¦l Juez de Primera Instancia e Instrucci¨®n en Callosa de Ensarri¨¢, a comienzos de los a?os sesenta. Pronto nos uni¨® una verdadera amistad, en la que el afecto mutuo fue increment¨¢ndose a lo largo de los a?os vividos junto al Mediterr¨¢neo, a la par que se acentuaba mi admiraci¨®n por su labor como Magistrado, en la que conflu¨ªa una encomiable prudencia y una gran pericia t¨¦cnica, al servicio de una idea de la justicia imbuida de una intensa sensibilidad humana y social, nota esta ¨²ltima que lamentablemente no estaba siempre presente en la judicatura en aquellos dif¨ªciles a?os.
Tras haber ocupado ¨¦l una plaza en la Audiencia Provincial de Cuenca, volvimos a coincidir en la Administraci¨®n de Justicia madrile?a, lo que nos dio ocasi¨®n de seguir compartiendo magn¨ªficos momentos familiares y profesionales. Despu¨¦s de diecinueve a?os de permanencia en la carrera judicial, en la que vio reconocida su brillante trayectoria no s¨®lo con la obtenci¨®n de la Gran Cruz de San Raimundo de Pe?afort, sino, lo que es m¨¢s importante, con el cari?o y el respeto de todos sus compa?eros, quiso adentrarse en otros terrenos del Derecho mediante la dedicaci¨®n a la abogac¨ªa, en la que de nuevo demostr¨® su entusiasmo en el empe?o por la Justicia, desde un distinto papel al que entonces hab¨ªa asumido.
La libertad de prensa constitu¨ªa un reto al inicio de la democracia. Y Diego no pod¨ªa quedar al margen ni retroceder ante el desaf¨ªo de colaborar con las fuerzas que propiciaron la democracia y los medios que la hicieron posible, entre los que el diario EL PA?S tuvo, como es notorio, un lugar destacado.
Hasta su reciente jubilaci¨®n, Diego C¨®rdoba ocup¨® distintos puestos en la Asesor¨ªa Jur¨ªdica del Grupo PRISA, cuya direcci¨®n desempe?¨® muchos a?os. Eran tiempos dif¨ªciles, en los que la libertad de expresi¨®n y el derecho de informaci¨®n constitu¨ªan valores por los que hab¨ªa que luchar d¨ªa a d¨ªa, para que la libre formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y el debate democr¨¢tico pudieran hacerse por fin realidad. En esos tiempos ya Diego constitu¨ªa el baluarte de la defensa de un gran n¨²mero de profesionales del periodismo y era, sin duda, uno de los referentes jur¨ªdicos en la protecci¨®n de los derechos fundamentales.
Con eficacia, sin af¨¢n de protagonismo alguno, sobrada capacidad, rigor y buen hacer Diego C¨®rdoba desarroll¨® una transcendental tarea en la elaboraci¨®n del conocimiento doctrinal y jurisprudencial sobre la libertad de prensa. Hace pocos a?os, con la democracia ya consolidada, ante un nuevo ataque al pluralismo ideol¨®gico desde el poder, que una vez m¨¢s se dirigi¨® contra el Grupo PRISA, Diego C¨®rdoba volvi¨® a demostrar la importancia que para las causas nobles tiene encontrar buenas personas y eminentes juristas, como era ¨¦l, como valedores. Aquel intento de suprimir la discrepancia a trav¨¦s del Derecho Penal fracas¨® y Diego tuvo mucho que ver en ello.
Profundamente afectado por su fallecimiento, no s¨®lo quiero destacar su val¨ªa profesional, sino ante todo su categor¨ªa humana, su gran honestidad y su calor de amigo y compa?ero. Desde esta l¨ªneas abrazo con fuerza a su mujer Esperanza y a sus hijos, a los que supo transmitir sus valores, que constituyen su mejor herencia.
Antonio Gonz¨¢lez-Cu¨¦llar Garc¨ªa es fiscal excedente, ex vocal de CGPJ y abogado
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