Diego
A¨²n no me hago a la idea de que Diego ya no est¨¦ f¨ªsicamente con nosotros. Anoche, casi de puntillas, sin cont¨¢rselo a nadie, rodeado de su mujer y sus hijos, nos ha dejado.
Llevaba al menos dos a?os sufriendo en silencio, con instrucciones concretas a los m¨¢s cercanos de que no se molestase a nadie, haciendo puntualmente su trabajo como s¨®lo ¨¦l sab¨ªa hacerlo. Ayer, una de sus ¨²ltimas instrucciones fue que se avisase que todos los asuntos estaban bajo control y que los procuradores ten¨ªan todas las instrucciones necesarias. ?se era, es, Diego C¨®rboba.
Pero para muchos de nosotros era mucho m¨¢s.
Nos conocimos hace 29 a?os. ?l era el responsable de la asesor¨ªa jur¨ªdica del reci¨¦n nacido EL PA?S, y lo sigui¨® siendo hasta el momento de su jubilaci¨®n formal, aunque continu¨® llevando asuntos del peri¨®dico hasta su muerte.
En aquellas noches interminables revisando originales para cuidar que los periodistas no publicasen nada que incidiera en las leyes penales y, luego, en la Ley de Intromisi¨®n al Honor, he aprendido la mayor parte del derecho que s¨¦ y, lo que es m¨¢s importante, me empap¨¦ de su amistad, su cari?o, su buen hacer y su generosidad.
Para m¨ª, Diego ha sido en buena medida un padre -aunque ¨¦l siempre me dec¨ªa que no exagerase, que no nos llev¨¢bamos tantos a?os-, sin duda un hermano mayor, un maestro y un inmenso amigo. S¨¦ que no hablo s¨®lo en mi nombre si digo que Diego ha sido, y sigue siendo, el maestro y la referencia de todos los abogados que han trabajado para EL PA?S y para cualquier empresa del Grupo PRISA.
Sus dos hijos magistrados son su continuaci¨®n profesional y ellos dos y el peque?o -la excepci¨®n en la familia, pues es ingeniero- su continuaci¨®n personal. Su mujer, Esperanza , verdadera clave en toda la historia de Diego y magn¨ªfica profesional tambi¨¦n del derecho, sabe que tiene todo el cari?o de todos los que nunca vamos a olvidarlo.
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