Duro examen a la Justicia
La descripci¨®n, amena y seductora, que hace el profesor em¨¦rito de Derecho Administrativo Alejandro Nieto de una Justicia atascada e ineficaz, perturbada por la voracidad del poder pol¨ªtico y privada de los medios econ¨®micos y humanos necesarios, adquiere rasgos tremendistas cuando certifica la voluntad del Gobierno, sea del signo que sea, de impedir la independencia judicial para asegurar la impunidad de "los hombres del Poder" y convertir a los jueces en instrumento "de ese Poder al que deber¨ªa controlar".
Nieto localiza las ra¨ªces del desgobierno judicial en la patrimonializaci¨®n realizada por el poder pol¨ªtico, mediante la ocupaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), para el secuestro, "cuando no el rapto", dice, de la Justicia, y se muestra mucho menos incisivo con la patrimonializaci¨®n corporativa, que tambi¨¦n denuncia. De hecho, considera a los jueces las "primeras v¨ªctimas del desgobierno judicial" y utiliza como fuentes indubitadas de algunas de sus apreciaciones a dos magistrados despechados, uno condenado en firme por prevaricaci¨®n continuada y otro sancionado por unos comentarios humillantes para una v¨ªctima de abusos sexuales.
EL DESGOBIERNO JUDICIAL
Alejandro Nieto
Trotta. Madrid, 2004
293 p¨¢ginas. 24 euros
Experto en la indagaci¨®n de
las deficiencias de la Administraci¨®n P¨²blica, Alejandro Nieto arremete contra una justicia tard¨ªa, a pesar de lo cual su funcionamiento es calificado en numerosas ocasiones de "normal" por el ¨®rgano de gobierno de los jueces; anacr¨®nica, sin que nadie sea capaz de modernizar las herrumbrosas herramientas de trabajo de los juzgados, y enga?osa, porque en muchos ¨®rganos judiciales colegiados s¨®lo trabaja el ponente de cada caso y los dem¨¢s magistrados "se limitan a firmar en barbecho" (p¨¢gina 43).
Pero la afici¨®n del autor a la
truculencia le empuja a relacionar esta situaci¨®n deplorable nada menos que con una especie de efecto llamada a la delincuencia mundial, instalada en Espa?a, seg¨²n Nieto, para beneficiarse de nuestro "para¨ªso" penal, civil, mercantil y fiscal.
Acaso el aspecto m¨¢s valioso del en¨¦rgico alegato que contiene este libro consista en la constataci¨®n de que los jueces son irresponsables ante los ciudadanos. Nieto revela que la responsabilidad penal apenas existe y la civil se ha desviado a la indemnizaci¨®n por parte del Estado por anormal funcionamiento judicial, sin que conozca "un solo caso" (p¨¢gina 226) en que su importe se haya repercutido al juez, como autoriza la ley.
Respecto a la responsabilidad
disciplinaria de los jueces, la obra resalta que cuando los particulares denuncian infracciones, si el CGPJ o el ¨®rgano judicial competente no les da credibilidad, el interesado queda indefenso y desprovisto de todo recurso. E igualmente, cuando el juez acredita depresi¨®n o una situaci¨®n f¨ªsica o mental deteriorada, esa circunstancia act¨²a de eximente y ni siquiera se promueve una jubilaci¨®n por incapacidad, con lo que se evita que el magistrado vea reducidas sus retribuciones.
A esto a?ade el autor el secretismo que envuelve las actuaciones disciplinarias, en especial la ocultaci¨®n por el CGPJ de las denuncias presentadas y no atendidas, que son inaccesibles para el p¨²blico, en aras de las garant¨ªas del juez denunciado. "Si las garant¨ªas del juez son sagradas, tambi¨¦n lo son (o debieran serlo) las del ciudadano agraviado", apostilla Nieto.
La soluci¨®n del grave proble
ma de la masificaci¨®n de los ¨®rganos judiciales, en los que entran cinco millones de asuntos al a?o, es abordada con escepticismo por Nieto, quien critica el establecimiento de m¨®dulos m¨ªnimos de trabajo de los jueces, por entender que "condicionan inevitablemente la calidad de sus decisiones" (p¨¢gina 267) y, mediante el premio a la productividad, los convierte en "obreros stajanovistas de toga y corbata" (p¨¢gina 268).
Para reducir la masificaci¨®n litigiosa, el autor sugiere, en cambio, "tasas finalistas, afectadas a la mejora del servicio" (p¨¢gina 278), as¨ª como la "b¨²squeda desesperada de soluciones alternativas o complementarias" (p¨¢gina 282) a la jurisdicci¨®n, como administrativizar asuntos de tr¨¢fico o fiscales o delitos bagatela. Establecida por Nieto la inexistencia de un poder judicial independiente y responsable, "deja de ser herej¨ªa admitir la posibilidad" de que el servicio p¨²blico de Justicia "no sea necesariamente atendido por unos funcionarios llamados jueces, sino por otros que tengan las mismas condiciones, o sea, la competencia t¨¦cnica y la independencia decisoria".
Del abigarrado paquete de cr¨ªticas no quedan exentos los medios de comunicaci¨®n social. Nieto atribuye las sanciones a los jueces m¨¢s a "presiones medi¨¢ticas" que "a los comportamientos enjuiciados" (p¨¢gina 231). Por lo dem¨¢s, vincula la informaci¨®n y la opini¨®n period¨ªstica -"?ay del juez a quien la prensa ha enfilado con sus bater¨ªas!", dice- al af¨¢n de lucro y esta creencia suya la explica con solemnidad y sin vacilaciones: "Los templos de la Justicia se profanan sin respeto cuando los media se percatan de que la difusi¨®n -correcta o no- de decisiones judiciales puede influir en las ventas de sus publicaciones".
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