"Verdi siempre trat¨® mejor a los bar¨ªtonos que a nosotros"
Siempre supo que llevaba el destino escrito en esas tartas que eran la especialidad de su padre. La Sara, de chocolate, en homenaje a Sara Bernhard, o la Massini, llamada as¨ª en honor al tenor que la rebautiz¨®. El caso es que la m¨²sica y el teatro se escond¨ªan entre los olores dulces de aquellos hornos y las bandejas del negocio familiar para tentar la voz de Jos¨¦ Bros (Barcelona, 1965), que hoy es uno de los mejores cantantes de ¨®pera espa?oles: "Saras y Massinis eran las que m¨¢s nos encargaban en la pasteler¨ªa de mi padre. Curioso, ?no?", recuerda ahora, cuando regresa al teatro Real, donde ma?ana pretende repetir el ¨¦xito que tuvo en la apertura de la temporada pasada con La traviata, de Verdi.
"La voz es un misterio. Nunca sabes cu¨¢ndo te vas a encontrar mejor"
Su Alfredo Germont, protagonista masculino de esta gran obra maestra, tiene una l¨ªnea elegante, austera, convincente, todo lo que puede llegar a ser este personaje, que resulta un tanto imb¨¦cil para el p¨²blico: "Bueno, es un inmaduro, un ni?o de pap¨¢ que al final aprende".
No quiere cebarse con ¨¦l. Bastante lo hizo ya Verdi, que encima le coloca en contraposici¨®n a Violetta Val¨¦ry, uno de los iconos femeninos m¨¢s fascinantes del arte universal, creado por Alejandro Dumas para La dama de las camelias y mitificado gracias a la m¨²sica del genio deslumbrante del compositor. "En la comparaci¨®n sale perdiendo. Adem¨¢s, Verdi siempre prefiri¨® a los bar¨ªtonos frente a los tenores". Lo dice con conocimiento de causa y por lo que le toca del repertorio verdiano: su Alfredo, y el Duque de Mantua, de Rigoletto, uno de los seres m¨¢s c¨ªnicos y despreciables de la historia de la l¨ªrica. "Por Alfredo, adem¨¢s, poco puedes hacer para que le caiga bien al p¨²blico porque la acci¨®n le lleva. Al Duque le puedes dar m¨¢s matices, pero siempre estar¨¢n entre mayor o menor cinismo y mayor o menor maldad", asegura.
Apenas hace m¨¢s incursiones en el mundo de Verdi. Bros llega del belcantismo, sobre todo de Bellini y Donizetti, un territorio que va ensanchando poco a poco, con cuidado, adentr¨¢ndose tambi¨¦n en Mozart, una de sus grandes pasiones, y ahora en el repertorio franc¨¦s, con su reciente Manon, de Massenet; con Fausto y con Werther, en el futuro. Muy parecido a la carrera que hizo Alfredo Kraus, con la excepci¨®n de su veta mozartiana: "Le conoc¨ª poco, pero las veces que estuve con ¨¦l fue extraordinariamente amable conmigo".
El caso es aprender de los grandes. "Yo me gu¨ªo por varios. De unos me gusta el fraseo; de otros, la l¨ªnea de canto; de otros, la manera de llevar su carrera. Admiro a Gigli, a Gedda, a Domingo, a Carreras, a Aragall; aprendo de todos, de lo bueno y de lo no tan bueno, tambi¨¦n. Pero lo importante es encontrar nuestra personalidad", asegura.
Dentro de esa personalidad buscada persiste y sorprende el misterio. "La voz es un misterio, nunca sabes cu¨¢ndo te vas a encontrar mejor. La gente no lo nota, pero hay veces que uno mismo descubre cosas en escena que no sabe que ten¨ªa y le salen sin esperar". Cuando son buenas, lo que hay detr¨¢s es trabajo; cuando no, descuido: "Desde luego, hay que pecar, pero pecar bien", afirma Bros con una serenidad que denota su esp¨ªritu de buen chico, contento y agradecido por el momento que vive: "Es que a m¨ª me apasiona mi trabajo y quiero hacerlo bien". Sin edulcorantes, ni potenciadores del sabor, ni cosas que inflen el bizcocho, como hac¨ªa su padre, que desconfiaba de los vendedores que le ofrec¨ªan esas recetas tan m¨¢gicas como insulsas: "Eso me vale a m¨ª tambi¨¦n: la calidad de lo aut¨¦ntico".
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