Heridas abiertas
"Puede abrir heridas" apear la estatua de Franco de su peana. Las suyas. El Diario de Navarra de ayer dice que la acci¨®n de Fomento "ha pecado, cuando menos, de taimada": sobre todo cuando se hac¨ªa al mismo tiempo que unos amigos -yo mismo- dedicaban a Santiago Carrillo un homenaje por su noventa cumplea?os. Ah, Carrillo ha sobrevivido a Franco, y debe estar abriendo muchas heridas en otros sobrevivientes: los franquistas, el PP, el Opus, yo qu¨¦ s¨¦. ?nicamente me parece que hay frases injustas y miserables, como las de herir la sensibilidad o abrir las heridas de los caballeros cuando se hacen comentarios que les fastidien o que puedan perjudicar la situaci¨®n actual de aquellos a quienes se critica o desmiente. Llevan toda su vida y la de sus padres viendo la cochina estatua, siendo asaltados en sus creencias, obligados a la fuerza a actos cat¨®licos o confesionales, escuchando amenazas de infierno y callando, y nadie se ha preocupado de sus sensibilidades.
Ellos creen que no deben existir: el rojo no siente. Si algo le molesta, ya se sabe que es "el rencor"; si algo le mueve a una correcci¨®n, es que es "vengativo"; si clama por una injusticia, se trata de "un resentido". ?Qu¨¦ otras cosas puede tener un rojo? Por cierto, que el Gobierno, del que soy observador curioso, no es rojo, y la se?ora de Fomento, tampoco. Pero muchos de su partido original fueron asesinados, y las firmas de sus sentencias de muerte las firm¨® la mano de hielo que ahora era de bronce: nunca le tembl¨®, dec¨ªa ¨¦l, por esas firmas: el "enterado", que se dec¨ªa y que casi inmediatamente produc¨ªa la entrada de los presos en capilla. Una persona me dijo que deb¨ªa estar agradecido a Franco por haber firmado la conmutaci¨®n de la pena por treinta a?os de reclusi¨®n: con aquel hombre a caballo en su despacho no la hab¨ªa mayor, porque no exist¨ªan en Espa?a. S¨®lo Aznar las ha aumentado y conseguido su cumplimiento ¨ªntegro. Y a su partido le molesta que desmonten al jinete del Apocalipsis que trajo muerte, destrucci¨®n y fascismo. Menos mal que hay otras circunstancias internacionales, y algunas ¨¦ticas en Espa?a, que no nos devuelven a una situaci¨®n que parece presentida por los oradores herederos, o alevines, o adiestrados en la fundaci¨®n que preside Aznar o en las sectas que tanto ama Rouco.
Hace unos a?os, hubieran callado. Hasta Fraga, o sobre todo Fraga, que a¨²n cabalga como un Montenegro valleinclanesco por las tierras gallegas.
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