La consagraci¨®n de Petacchi
El italiano conquista por fin el coraz¨®n de su pa¨ªs al imponerseen un ca¨®tico 'sprint' en el que Freire, quinto, se vio encerrado
El d¨ªa de san Jos¨¦ de 1993, al tiempo que Maurizio Fondriest ganaba la Mil¨¢n-San Remo, su mujer daba luz a una ni?a, a la que llamaron, por supuesto, Victoria. El de 1974, en Andora, junto a Savona, frente al Mediterr¨¢neo, cuando pasaba el pelot¨®n por la carretera, cuando Giancarlo Ferretti, entonces joven director del Salvarani, dirig¨ªa con sabidur¨ªa hacia el triunfo a Felice Gimondi, nac¨ªa un ni?o al que no llamaron ni Felice ni Giancarlo, sino Mirko. Era Mirko Celestino, que se hizo ciclista y que cada a?o, ayer, san Jos¨¦ de 2005, tambi¨¦n, organiza el mismo n¨²mero en la classicissima: un ataque en la Cipressa. Siempre sin ¨¦xito.
Hasta dentro de unos cuantos a?os no se sabr¨¢ si ayer naci¨® un ciclista a lo largo de los 300 kil¨®metros entre Mil¨¢n y San Remo, pero hoy s¨ª sabemos que Giancarlo Ferretti, ya viejo director, ha vuelto a dirigir con maestr¨ªa a un corredor. Y tambi¨¦n sabemos que la gatita de Alessandro Petacchi tuvo gatitos el viernes por la noche mientras su amo, desvelado, daba vueltas en la cama de un hotel, repasando mentalmente la subida a la Cipressa, la subida al Poggio, los descensos, la recta final... El sue?o. Su hermana, Illaria, le telefone¨® por la ma?ana. "Pondremos al gatito San Remo", convinieron. Lo celebraron todos por la noche. Lo del gatito, lo de Ferretti y tambi¨¦n, por supuesto, que Petacchi hab¨ªa ganado en San Remo el coraz¨®n de los aficionados italianos, que se resist¨ªan a considerarlo uno de los grandes pese a su apabullante n¨²mero de victorias.
?scar Freire no ten¨ªa nada que celebrar. En San Remo, era un p¨¢lido corredor, con un maillot p¨¢lido y la cara negra de un minero cubierto de cisco. Una sombra triste que no paraba de dar vueltas a lo que pod¨ªa haber sido y no fue y a lo que fue, a que hab¨ªa quedado el quinto en un sprint al que entr¨® fuerte y con confianza y en el que nunca pudo expresarse.
Lleg¨® todo al final de una carrera a la inversa. A un viaje de la luz cegadora de Mil¨¢n, por un d¨ªa, a la grisura del mar, a trav¨¦s de las brumas del Turchino. De Mil¨¢n, donde otros a?os s¨®lo se ve¨ªan temblequeo de dientes, nieblas y contaminaci¨®n, partieron los corredores primaverales y sudorosos. En la cima del Turchino, donde habitualmente todos ten¨ªan que entrecerrar los ojos, cegados por el sol hasta entonces invisible, el mar a sus pies, tuvieron que agarrar chubasqueros y mangas largas. Y, pese a todos los indicios, a falta de 500 metros, Freire estaba donde ten¨ªa que estar, a rueda de Petacchi. Los favoritos, dispuestos al en¨¦simo duelo. Los tiradores m¨¢s r¨¢pidos, preparados para el desempate: 3-3 en la Tirreno-Adri¨¢tico.
Estaba Freire donde quer¨ªa, como quer¨ªa, fuerte, seguro. Sin embargo, su cabeza le hab¨ªa hecho dudar un par de veces. Hab¨ªa visto partir en la Cipressa y en el Poggio a los atacantes de todos los a?os: al inquieto Bettini, al vivaz Vicioso, al t¨ªpico Celestino, a Rebellin, a Vinokurov, a Valverde..., a todos los rompedores obligados por su papel. Hab¨ªa visto tambi¨¦n, como ya sab¨ªa, que a todos los atrapar¨ªa la m¨¢quina del Fassa, la apisonadora guiada por el luxemburgu¨¦s Kirchen. La San Remo, dicen, es como la Scala: el mejor tenor s¨®lo tiene derecho a un do de pecho. Lo tiene que dar sin dudar. Y sabiendo que no hay otra oportunidad. "Y dud¨¦", dijo Freire; "en el Poggio vi muchos fassas y pens¨¦ en irme con Valverde y compa?¨ªa. Y en el ¨²ltimo kil¨®metro pens¨¦ en un salto a lo Verona 99, cuando era un desconocido y gan¨¦ mi primer Mundial. Si no hubiera sido ahora otra vez el campe¨®n, lo habr¨ªa intentado". Dud¨®, pero se atuvo a la decisi¨®n de la v¨ªspera. A rueda de Petacchi. A saltar al final. A remontar. "Pero el sprint no fue lanzado. Hubo parones y codazos. Me cerraron Boonen y un gerolsteiner
. Y pens¨¦ que era Hondo. Y me dije: 'Muy bien, tras ¨¦l'. Pero Hondo era otro y lanz¨® el sprint por el otro lado. Y Petacchi le rebas¨®. Y yo ya no pude hacer m¨¢s", confes¨® el dorsal 1, batido por el 111, Petacchi.
Clasificaci¨®n: 1. A. Petacchi (Ita./Fassa Bortolo), 7h 11m 39s. 2. D. Hondo (Ale./Gerolsteiner), m. t. 3. T. Hushovd (Nor./Cr¨¦dit Agricole), m. t. 4. S. O'Grady (Aus./Cofidis), m. t. 5. ?. Freire (Rabobank), m. t.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.