El escritor vuelve a la universidad
Acaba de cumplir 75 a?os y se siente a gusto con la imagen que se ha fabricado. Cada novela que escribe es un ¨¦xito antes de salir a la venta. El autor de 'La hoguera de las vanidades', que defini¨® a una generaci¨®n amante del triunfo y el dinero, ataca a los universitarios de EE UU en su nuevo libro, 'Soy Charlotte Simmons'.
En Nueva York, la nieve cubre Central Park, y desde las ventanas del apartamento de Tom Wolfe, en el piso 14, se ve la superficie blanca surcada por las telas naranjas de Las puertas, de Christo. El escritor viste de blanco inmaculado, como hace desde 1962. Camisa azul; corbata blanca con lunares azul oscuro, a juego con los calcetines, y zapatos blancos y negros. Reloj con correa blanca. Tom Wolfe, elegantemente vestido de Tom Wolfe, cumple ma?ana 75 a?os. Se le nota, excepto en los ojos, azules y ¨¢giles. El hombre que revolucion¨® el periodismo en los sesenta y se convirti¨® en una de las grandes voces de la narrativa norteamericana, nunca ha dejado de ser un provocador. Observa lo que le rodea hasta el ¨²ltimo detalle, escucha a la gente y quiere que sus novelas sean el espejo de Am¨¦rica, "un pa¨ªs muy raro, pero maravilloso".
Desde su piso se ve la l¨ªnea de rascacielos de Manhattan. "Mire, el Empire State Building. Y all¨¢ estaban las Torres Gemelas. El 11 de septiembre de 2001, yo ve¨ªa desde aqu¨ª el humo. Al rato baj¨¦ a la calle. Una multitud de personas ven¨ªa de all¨ª, en un silencio casi absoluto. Nunca lo olvidar¨¦".
En la sala llena de luz hay un piano de cola azul oscuro, fotos de su mujer y sus dos hijos, y una mesa -desde la que saluda un estilizado y sonriente Mao Zedong de bronce- rodeada de un sof¨¢ y varios sillones. Al lado, en el estudio, libros por todas partes: literatura, ensayo, arte, ciencia? El escritorio, con dos l¨¢mparas rematadas por sombreros panam¨¢, tambi¨¦n tiene librer¨ªas empotradas. "Cuando me preguntan por mis hobbies, me encantar¨ªa decir: volar en ala delta, escalar monta?as, cualquier cosa interesante? Pero la verdad es que no hago nada de eso. Lo que m¨¢s me gusta es sentarme en mi escritorio y leer. Soy un loco de las ciencias neurol¨®gicas, me encanta la divulgaci¨®n cient¨ªfica. Hago otras cosas: no s¨¦ si conoce un programa de televisi¨®n que se llama Pimp my ride? Se trata de coger un coche normal y hacer de ¨¦l algo especial. Es un mundo interesante? Lo primero que yo escrib¨ª para una revista [The Kandy-Kolored Tangerine-Flake Streamline Baby, primer reportaje del nuevo periodismo] fue sobre los cambios que hace la gente en sus coches? Bueno, yo he decidido cambiar mi autom¨®vil, un Cadillac 2003 DeVille; ped¨ª que lo pintaran de blanco, y ahora quiero que el interior sea blanco, igual que las ruedas? No s¨¦, ma?ana cumplo 75 a?os, y, la verdad, si no hago esto ahora, ?cu¨¢ndo lo voy a hacer?".
Cuando no se dedica a todo esto, ?cu¨¢nto tiempo dedica a escribir?
Una vez que tengo el material -y puedo tardar meses o a?os en conseguirlo-, intento mantener siempre el mismo ritmo y escribir 10 folios, a triple espacio, cada d¨ªa. Cuando acabo esas 10 p¨¢ginas, paro; a menudo, en mitad de una frase. Eso tiene la ventaja de acelerar la vuelta al trabajo al d¨ªa siguiente, ?porque estoy a la mitad de una frase! Muchas veces no apetece volver a ponerse a escribir. A m¨ª me encanta estar en mi mesa horas y horas, no necesariamente trabajando, porque puedo malgastar el tiempo de manera muy agradable en mi escritorio?
Usted iba a escribir su ¨²ltima novela, 'Soy Charlotte Simmons', en el ordenador que utiliza para trabajar, y acab¨® escribi¨¦ndola a mano.
S¨ª, pens¨¦ en el ordenador, pero era un modelo nuevo y me volv¨ªa loco. Como dice el refr¨¢n, no le puedes ense?ar trucos nuevos a un perro viejo. Volv¨ª a mi vieja m¨¢quina de escribir, pero me hice da?o en un dedo y no pod¨ªa darle a las teclas, as¨ª que continu¨¦ a mano, y escrib¨ª la mayor parte del libro con pluma.
Pero son 676 p¨¢ginas?
Bueno, si piensa en el siglo XIX, hubo escritores muy productivos que adem¨¢s eran muy buenos, y todos escrib¨ªan con pluma. Balzac escrib¨ªa a toda velocidad, hizo tres libros al a?o durante 20 a?os. Zola se reprochaba a s¨ª mismo haber producido solamente 25 novelas en 20 a?os. Imag¨ªneselo: "Si uno no puede escribir un libro al a?o deber¨ªa dedicarse a otra cosa".
?Tiene algo que ver en el resultado del libro si est¨¢ escrito con ordenador, con m¨¢quina de escribir o a mano?
No, creo que no. Cuando se escribe un libro, eso es irrelevante. Eso no es lo dif¨ªcil a la hora de escribir.
?Qu¨¦ es lo dif¨ªcil?
Lo dif¨ªcil es que se te ocurra una idea, intentar ponerle m¨²sica, ponerle letra? Y tambi¨¦n es complicado lo que hay que hacer para intentar crear un cierto suspense?, m¨¢s las mil cosas que necesitas para poner todo eso sobre el papel.
Hablando de m¨²sica, su nueva novela, como las anteriores, tiene una enorme cantidad de lenguas, de acentos: los jugadores de baloncesto, los universitarios, la gente con dinero del Este, la gente de las monta?as de Carolina del Norte?
Para las novelas hago la misma investigaci¨®n que hac¨ªa en los reportajes. La mayor parte de mi vida he escrito cosas que no eran de ficci¨®n. He sido un periodista, y todav¨ªa me considero un periodista que ha escrito algunas novelas. Para escribir hace falta el mismo esfuerzo que para informar: el esfuerzo de tener la boca cerrada y escuchar exactamente c¨®mo habla la gente y qu¨¦ es lo que dice.
?Qu¨¦ es 'Soy Charlotte Simmons'?
Es, en parte, un panorama de la vida universitaria estadounidense. A lo mejor es mucho presumir, pero yo veo en este libro una l¨ªnea horizontal y otra vertical. La horizontal es la vida universitaria, con todo ese mundo de los estudiantes. Y la vertical es la psicolog¨ªa de esta joven, Charlotte, y la de las personas con las que se relaciona, y c¨®mo su comportamiento est¨¢ determinado en buena medida por ellas. Esta chica de 18 a?os siempre est¨¢ pensando: ?es bueno que me vean haciendo esto?, ?qu¨¦ pensar¨¢ x, qu¨¦ pensar¨¢ y? Quiere enamorarse de Adam, pero Adam est¨¢ considerado como un empoll¨®n, y ella no quiere que le vean con un empoll¨®n, as¨ª que gravita justo hacia la persona que menos le conviene. En todos los momentos, incluso en los m¨¢s ¨ªntimos, siempre est¨¢ pensando en t¨¦rminos de su situaci¨®n social.
Desde antes de que Charlotte llegue a la Universidad de Dupont, y durante toda la novela, el sexo est¨¢ muy presente, pero en muchas ocasiones es desagradable.
S¨ª, hay mucho sexo, desde el principio: desde la escena, tan familiar en Estados Unidos, de un pol¨ªtico importante disfrutando de una fellatio? Es algo muy americano? El sexo tambi¨¦n domina el ambiente de los jugadores de baloncesto, o a la compa?era de habitaci¨®n de Charlotte. Pero ninguna de estas situaciones es er¨®tica. No creo que exciten a nadie. En general, el sexo en las universidades es muy mec¨¢nico, es poco m¨¢s que una serie de masajes.
Charlotte cambia mucho, dec¨ªa antes. Es una chica muy brillante que aterriza en la universidad y que se transforma para adaptarse al paisaje.
Cuando Charlotte va a ir a la universidad, su madre le dice: no tienes que hacer nada que no quieras hacer, porque t¨² eres Charlotte Simmons. Tiene un enorme ego, porque le ha ido muy bien en la ense?anza secundaria; pero decide cambiar, transformarse por completo, por razones de prestigio social. Y es feliz cuando se da cuenta de que todo el mundo sabe que es la novia de un jugador de baloncesto muy conocido, aunque no le interese nada el baloncesto, ni entienda nada, ni eso tenga nada que ver con las grandes aspiraciones con las que lleg¨®.
Es un recorrido duro.
Bueno, pod¨ªa haber hecho varias cosas: que se convirtiera en alguien admirable, que hubiera aprendido la lecci¨®n y encabezara un movimiento contra el sexo salvaje en los campus? O pod¨ªa haber acabado totalmente deshecha, con la vida estropeada. Pero lo que me interesaba era plantear los grandes desaf¨ªos a los que se enfrentan los estudiantes en unos campus muy cerrados, con poco sentido de c¨®mo es el mundo exterior. Esto estar¨¢ menos agudizado en las universidades europeas, porque los estudiantes viven m¨¢s en las ciudades, entre la gente. Aqu¨ª es diferente.
?Ese aislamiento es el mismo que reprocha a los intelectuales, lo que usted denomina "¨¦lite de izquierdas", a los que tanto critica?
Bueno, es que son rid¨ªculos. Son tan reaccionarios, tan reaccionarios, Dios m¨ªo? Su pensamiento no ha progresado desde 1945. La figura del intelectual tiene pr¨¢cticamente un siglo de vida. El t¨¦rmino fue creado por el franc¨¦s Clemenceau para designar a los escritores, los artistas, los que creaban. Ahora, la palabra intelectual se ha desvinculado de lo que supone un logro intelectual; un intelectual es un consumidor de ideas, ya no hace falta ser un creador. En realidad, ser creativo es un estorbo. El ejemplo perfecto es Noam Chomsky. ?Es un hombre conocido en Espa?a?
S¨ª, es conocido.
Bueno, es el ejemplo perfecto. Antes de la guerra de Vietnam, Chomsky era el gran ling¨¹ista de EE UU. Se invent¨® la teor¨ªa revolucionaria de c¨®mo se crea el lenguaje y qu¨¦ es lo que se puede hacer con ¨¦l. Pero no estaba considerado como un intelectual, porque un intelectual es alguien que sabe sobre un asunto, pero que, p¨²blicamente, s¨®lo habla de otras cosas. Y cuando Chomsky empez¨® a denunciar p¨²blicamente la guerra, ?de repente se convirti¨® en un intelectual! Aqu¨ª un intelectual tiene que indignarse sobre algo. Como dijo McLuhan, la indignaci¨®n moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota. Y eso es lo que hace la mayor¨ªa de los que se dicen de izquierdas: en lugar de pensar -lo cual es duro, lleva tiempo, hay que leer-, se indignan por algo, y eso les reviste de dignidad. Siempre han escogido las opciones equivocadas. Me encanta tener al presidente Mao aqu¨ª, en mi mesa; Mao fue considerado hasta el final como una gran figura por la gente de izquierdas. Tambi¨¦n hab¨ªa muchos que pensaron lo mismo de Pol Pot, que extermin¨® a media Camboya. Bueno, no me haga empezar con estas cosas?
A usted le encanta fastidiarles. Les dijo, despu¨¦s de las elecciones, que iba a ir a despedirles al aeropuerto.
Precisamente por eso me he retrasado unos minutos esta ma?ana en nuestra cita, porque ven¨ªa del aeropuerto Kennedy de despedir a mis amigos, que dec¨ªan que no podr¨ªan aguantar cuatro a?os m¨¢s de Bush? Yo no me he ido porque alguien tiene que quedarse aqu¨ª [risas]. No son mala gente, son simp¨¢ticos, tengo muchos amigos que son as¨ª.
?Usted vot¨® a Bush?
Vot¨¦ a Bush. No creo que el 11-S fuera un ataque cualquiera; alguien ten¨ªa que actuar, y Bush lo hizo. Por eso hab¨ªa que ir a la guerra en Afganist¨¢n. Y luego hab¨ªa que hacer algo m¨¢s. Lo de Irak quiz¨¢ fue una guerra equivocada, pero? No digo, ni mucho menos, que ¨¦ste sea el mejor Gobierno que haya habido jam¨¢s, pero algo m¨¢s hab¨ªa que hacer. Incluso aunque despu¨¦s las cosas se deterioraran, Bush hizo lo que ten¨ªa que hacer.
?Bush gan¨® por la guerra o fue por los valores y la religi¨®n?
Si mira el mapa electoral ver¨¢ que los resultados no son muy diferentes a los de 2000. La guerra ha tenido poco que ver. Y la religi¨®n?, no es que haya o no una derecha religiosa, es que hay mucha gente que es religiosa. Este pa¨ªs ha sido siempre tremendamente religioso. Ya De Tocqueville, en 1830, escribi¨® que EE UU era la naci¨®n m¨¢s religiosa del mundo, despu¨¦s de los pa¨ªses isl¨¢micos. Yo crec¨ª entre esa gente a la que llaman la derecha religiosa. Eran personas de lo m¨¢s normal. Todo el mundo era as¨ª, incluso los ateos. Nunca conoc¨ª a nadie que se proclamara ateo. Aunque uno fuera ateo, iba a la iglesia, que era lo que hac¨ªan las personas respetables. No por eso era de derechas. En cambio, aqu¨ª en el Este vivo entre escritores y periodistas, que son un grupo de gente mucho m¨¢s laico, muy racional, o por lo menos eso creen ellos, y consideran que las creencias religiosas son una se?al de vaciedad.
En Europa est¨¢ muy extendida esa visi¨®n de la sociedad y la cultura norteamericanas, o la opini¨®n de que Bush es un 'cowboy'.
Seguramente, los comentaristas europeos deben de prestar atenci¨®n a lo que dicen los de Nueva York. No hay nadie m¨¢s que les escuche. Tal vez en Washington, pero nada m¨¢s. Y lo que consiguen es que se extienda la falsa idea de que en EE UU todo el mundo opina eso de George Bush. Yo he tenido la ocasi¨®n de estar con Bush algunos minutos, hablar con ¨¦l de literatura, y me pareci¨® tan inteligente como el director de The New York Review of Books, considerada como la principal publicaci¨®n literaria. No es que el director de la revista no sea inteligente, que lo es; es que Bush no es ning¨²n idiota. Recuerde a Eisenhower, que fue presidente durante dos mandatos. Dec¨ªan que era idiota; en las ruedas de prensa, su sintaxis era horrible, empezaba frases y no las terminaba. Era verdaderamente tonto; lo ¨²nico que hab¨ªa hecho era ganar la II Guerra Mundial. Pues si eso es lo que hace falta para ganar guerras como aqu¨¦lla, a lo mejor nos hacen falta unos cuantos idiotas m¨¢s. O Reagan: de ¨¦l dec¨ªan lo mismo que se dice de Bush. Lo ¨²nico que hizo, aquel idiota, fue ganar la guerra fr¨ªa y forzar la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Si eso es estupidez, que me den unos cuantos est¨²pidos. Yo hablo con gente no s¨®lo en Europa, sino tambi¨¦n aqu¨ª, en Nueva York; intelectuales convencidos de que tienen toda la raz¨®n y de que los americanos son est¨²pidos, que no tienen nada en la cabeza y se dejan enga?ar.
Pero?
Yo creo que este pa¨ªs es una democracia, y que a veces, seguramente, no ha elegido a personas con el m¨¢ximo coeficiente intelectual. Pero no me parece que le haya ha ido nada mal, ha logrado bastantes cosas. Si se mira la lista de premios Nobel de Ciencias de los ¨²ltimos 50 a?os, no est¨¢ nada mal. Si pensamos en la invenci¨®n y el desarrollo de los ordenadores, todo se debe a esa gente est¨²pida del Medio Oeste y el Oeste, porque en el Este, cuando uno tiene un hijo muy inteligente, no est¨¢ bien visto que se dedique a la ingenier¨ªa, algo considerado ligeramente mejor que un trabajo manual. En el resto del pa¨ªs, los padres est¨¢n encantados de que sus hijos se dediquen a esas cosas. Yo no tengo reparo -y esto me causa siempre un mont¨®n de problemas- en decir que Estados Unidos es un pa¨ªs maravilloso. Pero decir eso me convierte autom¨¢ticamente en un paria.
?Por qu¨¦?
Un escritor no puede decir que EE UU es un pa¨ªs maravilloso. No puede. Si alguien se atreve, que me lo presenten. Nadie que tenga una reputaci¨®n literaria dice esas cosas. Si usted se encuentra con alguno en sus viajes, por favor, d¨ªgamelo. Aqu¨ª, como sabe, la bandera est¨¢ por todas partes, y yo, a veces, llevo una pajarita con la bandera de Estados Unidos, o una insignia, y es como ense?arle un crucifijo a un vampiro; los escritores enseguida se retuercen y gritan: "?No, qu¨¦ horror, sal de la habitaci¨®n!". Pero a m¨ª me divierten mi pajarita y mi insignia? Y acabo de comprarme unas zapatillas de deporte que tambi¨¦n tienen la bandera. La gente del gimnasio al que voy no son intelectuales. Seguro que les gustan las zapatillas. Pero si me las pusiera para pasear por Tribeca, seguro que correr¨ªa peligro [risas].
Bueno, usted est¨¢ considerado como un escritor conservador.
En realidad, yo no deber¨ªa decir que EE UU es un pa¨ªs maravilloso, porque s¨®lo va a servir para empeorar las cosas. Tiene que explicar a sus lectores que es una cosa que he dicho s¨®lo de paso, y que el libro no trata de eso, que es la historia de una chica inocente? [risas]. No hay pol¨ªtica como tal en el libro. Ni en ninguno de mis libros, por lo menos en los m¨¢s extensos. En Lo que hay que tener, que hablaba de los primeros astronautas, ?d¨®nde est¨¢ la pol¨ªtica? La hoguera de las vanidades, ?era conservador o era progresista? Me llaman conservador, pero nadie sabe decirme qu¨¦ es lo que pienso, qu¨¦ es lo que quiero. Me lo llaman porque me burlo de la gente que valora la indignaci¨®n moral por s¨ª misma. Es lo que uno tiene que hacer cuando es progresista: tiene que estar siempre indignado por alguna cosa. Una vez, en los a?os sesenta, asist¨ª a una conferencia en una universidad. Hab¨ªa varios intelectuales que estaban en contra de la guerra de Vietnam. Yo estaba escribiendo sobre los cambios en el comportamiento de los j¨®venes. All¨ª estaban G¨¹nter Grass, Allan Ginsberg. Ginsberg no paraba de explicar que este pa¨ªs se estaba volviendo fascista, que todo presagiaba una ¨¦poca como la de Hitler. Y yo de pronto no pude m¨¢s y estall¨¦: "?Pero de qu¨¦ habla? Estamos en plena explosi¨®n de felicidad en este pa¨ªs". Y era verdad. La gente ganaba mucho dinero, era la ¨¦poca del twist, la Bolsa no paraba de subir? Evidentemente, Vietnam era horrible; pero, aparte de eso, el resto del pa¨ªs viv¨ªa bien. Y entonces, G¨¹nter Grass, que no era precisamente un conservador, dijo: "Si fuera verdaderamente un Estado fascista, esta escena ser¨ªa muy distinta. Usted lleva media hora hablando en contra de su Gobierno. Los nazis no le habr¨ªan dado esa media hora. Habr¨ªan entrado al cabo de cuatro minutos, y la reuni¨®n se habr¨ªa terminado". Todo el mundo se qued¨® impresionado, porque, al fin y al cabo, ¨¦l sab¨ªa de lo que estaba hablando.
?Qu¨¦ Am¨¦rica quiere usted contar en sus libros?
Mi ¨²nica misi¨®n es descubrir. ?ste es un pa¨ªs muy raro, y no quiero que nadie crea que yo entiendo todo lo que pasa aqu¨ª. Por eso me gusta salir por ah¨ª, hablar con gente que no es como yo y tratar de entender lo que hace. Hay mucha libertad en este pa¨ªs; puedes poner en pie lo que quieras, cualquier cosa. Unos g¨¢nsteres crearon Las Vegas; lo interesante no es que fueran g¨¢nsteres, sino que no ten¨ªan formaci¨®n; hay pocos g¨¢nsteres que acaben el bachillerato. Pero ten¨ªan libertad y dinero para crear Las Vegas, y eso es lo que me resulta interesante, no si deber¨ªa existir Las Vegas o no.
En alguna ocasi¨®n ha lamentado que no se entendiera bien qu¨¦ era el nuevo periodismo.
Mucha gente cree que el nuevo periodismo era dar tus propias opiniones, mezclarlas con la historia que estabas contando, convertir esa historia en algo personal, escribir impresiones. Para m¨ª, jam¨¢s fue eso. De hecho, nunca utilic¨¦ la primera persona del singular, a menos que tuviera un papel en la historia. ?Por qu¨¦ voy a tener que utilizar el yo si lo ¨²nico que soy es un observador? ?A qui¨¦n le interesan las impresiones de un periodista?
?Qu¨¦ problemas tiene el periodismo en EE UU? Ha habido crisis graves, desde la CBS hasta 'The New York Times'?
El problema que tiene es muy sencillo: la gente se informa sobre todo a trav¨¦s de la televisi¨®n, porque es r¨¢pido, es f¨¢cil, no hay que leer nada, y las im¨¢genes son excelentes. ?De d¨®nde saca la televisi¨®n la informaci¨®n? Las televisiones no tienen reporteros, tienen unos bustos parlantes en Washington y poco m¨¢s. La televisi¨®n saca su informaci¨®n de los peri¨®dicos. Y cuando la televisi¨®n trata de conseguir una exclusiva, como la de la CBS y Dan Rather sobre Bush, siempre lo hace mal, porque no est¨¢n acostumbrados al reportaje. Rather no tuvo culpa de lo que pas¨®, porque ¨¦l es un busto parlante. En cuanto a los peri¨®dicos, por desgracia, se han convertido en monopolios locales. Salvo casos excepcionales, hay un solo diario por ciudad. En esta situaci¨®n, ?para qu¨¦ necesitas cinco o seis reporteros para cubrir un ¨¢rea, con lo caro que es? Por tanto, hay una persona que cubre educaci¨®n, una que cubre sucesos? Cuando yo trabajaba aqu¨ª hab¨ªa reporteros de sucesos en cada barrio, ahora hay uno solo para el departamento central de la polic¨ªa. Eso significa que dependes de la polic¨ªa para tu informaci¨®n. Nunca se hab¨ªan cubierto tan pocas noticias en EE UU. Parece que son muchas, por el efecto de las cadenas de televisi¨®n, pero la informaci¨®n en televisi¨®n es una risa.
?Qu¨¦ medios le interesan?
Creo que hay unas cuantas publicaciones semanales buenas, y habr¨ªa que crear m¨¢s, porque atienden mejor la informaci¨®n que los grandes diarios no cubren. Y los blogs son, probablemente, algo bueno: toda esa gente que hace circular informaci¨®n. Seguramente es lo mejor que le ha ocurrido al periodismo. La mayor¨ªa de los blogs es una basura; pero, si se busca, siempre se puede encontrar algo interesante. Los blogs pueden reproducir rumores que la prensa no publica, pueden hacer muchas cosas. Son fuentes posibles que nos dan una informaci¨®n que no ten¨ªamos antes. Y hace falta m¨¢s informaci¨®n.
?La novela tiene tantos problemas como el periodismo?
La novela est¨¢ mucho peor que el periodismo, que por lo menos consigue interesar a la gente en algunas cosas. A los j¨®venes no les atrae la novela actual, porque no les ense?a c¨®mo es el mundo. Los novelistas deber¨ªan salir y recorrer el pa¨ªs. Podr¨ªan hacer como los directores de cine: habr¨¢, como hay, pel¨ªculas horrorosas, pero al menos siguen interesados en salir y hacer cine sobre cosas que descubren. La novela va a ser pronto como la poes¨ªa; algo hermoso, pero marginal en la vida de los lectores. Si no se hace algo, la novela pronto ser¨¢ tambi¨¦n marginal.
?Qu¨¦ est¨¢ preparando ahora? ?Se sigue viendo como Hern¨¢n Cort¨¦s, a la b¨²squeda de un territorio nuevo por descubrir?
Me gusta Cort¨¦s, aunque no tengo una expedici¨®n en marcha. Tengo algo en la cabeza, pero no s¨¦ en qu¨¦ acabar¨¢. Estoy muy interesado en los nuevos inmigrantes que llegan a EE UU. Esos sitios del Bronx en los que te encuentras a camboyanos, vietnamitas, gente de otros pa¨ªses asi¨¢ticos en un barrio que cambia a toda velocidad. Me resulta fascinante, como lo que ocurri¨® con los cubanos en Miami: en media generaci¨®n, se han hecho cargo de la ciudad? No s¨¦ si hay otro pa¨ªs en el mundo donde pueden pasar estas cosas. ?sta es una democracia de verdad. Am¨¦rica es un pa¨ªs maravilloso, pero no me meta en m¨¢s l¨ªos [risas], no escriba esto ¨²ltimo que le acabo de decir.
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