En Par¨ªs, tras 'El C¨®digo Da Vinci'
Era poco m¨¢s de media noche. Sal¨ªamos de cenar con unos amigos en Au Bon Saint-Pour?ain, un peque?o restaurante, a medio camino entre los jardines de Luxemburgo y la plaza de Saint Sulpice, donde se dice que acud¨ªa a menudo Fran?ois Mitterrand, aunque si de verdad hubiera acudido a todas las tabernas que se lo atribuyen como cliente, el ¨²ltimo monarca republicano de Francia habr¨ªa pasado su vida comiendo. Deambulando para acabar de matar la noche atravesamos la plaza de Saint Sulpice y enseguida nos llam¨® la atenci¨®n que la puerta de la iglesia estuviera abierta. El pintor Miguel Cond¨¦ nos arrastr¨® dentro para mostrarnos el fresco de Eug¨¨ne Delacroix, El combate de Jacob con el ¨¢ngel.
La inmensa nave rebosaba de fieles orando con gran recogimiento. Una ins¨®lita celebraci¨®n que no supimos identificar los hab¨ªa reunido entre cantos y sermones. La capilla de los Santos ?ngeles, donde se hallan los delacroix, estaba a oscuras. In¨²tilmente buscamos a tientas la cajita que acostumbra a haber en estos lugares para introducir una moneda y conseguir que se ilumine la estancia. Desde la penumbra de la capilla lateral observ¨¦ entonces desfilar una procesi¨®n paralela, que nada ten¨ªa que ver con la misa cat¨®lica que ten¨ªa lugar en el altar y adivin¨¦: eran los peregrinos de El C¨®digo Da Vinci.
F¨¢cilmente identificables, en grupos de no m¨¢s de seis, algunos acompa?ados por gu¨ªas que cobran hasta 400 euros por mostrar el Par¨ªs inventado por Dan Brown, estaban aquella noche especialmente inquietos por el hecho de no poder acceder al famoso gnomon construido en el interior del templo en 1743 por el astr¨®nomo Pierre-Charles Le Monnier y menos a¨²n distinguir la l¨ªnea trazada en el suelo con ladrillos de m¨¢rmol blanco, que atraviesa transversalmente el templo y que marca la direcci¨®n norte-sur del meridiano.
Para quienes no hayan le¨ªdo el best seller ocultista conspirativo del aventajado profesor de Exeter, es precisamente en alg¨²n punto de esta marca, bajo la presencia inquietante del gnomon-obelisco, donde se produce uno de los m¨¢s terribles y sangrientos cr¨ªmenes que relata la novela. El problema de los gu¨ªas expertos que muestran el Par¨ªs de Dan Brown es que intentan dar verosimilitud a la gran conspiraci¨®n. Y ah¨ª es donde surgen los problemas. La parroquia de San Sulpicio se ha visto obligada a repartir una hojita explicando que el gnomon no es ning¨²n artefacto esot¨¦rico, sino un instrumento cient¨ªfico, muy propio del siglo de las Luces, que estaba destinado, entre otras cosas, a fijar la fecha de la Pascua, que debe coincidir con la primera luna llena despu¨¦s del equinoccio de primavera. El meridiano de San Sulpicio, escribe el p¨¢rroco, "no es el vestigio de ning¨²n misterioso culto pagano" ni "el eje m¨ªstico de Francia".
Lo peor est¨¢ a¨²n por llegar. En pocas semanas debe empezar el rodaje de la pel¨ªcula basada en el libro y todo el mundo espera la aparici¨®n de Tom Hanks en el papel del profesor Robert Langdon y de Jean Reno en el del malvado monje. Para entonces la confusi¨®n entre realidad y ficci¨®n puede ya ser total. Habr¨¢ incluso que cambiar el plano de Par¨ªs. Porque, ?qui¨¦n tomar¨ªa los Campos El¨ªseos, viniendo del Museo del Louvre, para ir a la Embajada de Estados Unidos junto a la plaza de la Concordia...? S¨®lo los protagonistas de El C¨®digo Da Vinci.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.