Roberto Carlos despierta la nostalgia
Un gol del lateral brasile?o concede al Madrid una victoria por la m¨ªnima en el Bernab¨¦u frente al M¨¢laga
La nostalgia atraves¨® el Bernab¨¦u en una jugada de Roberto Carlos que record¨® tiempos mejores suyos y del Madrid, cuando el peque?o lateral dominaba la banda izquierda como ning¨²n otro lo ha hecho desde Gento. Sin duda, Roberto Carlos pasar¨¢ a la historia del Madrid como uno de sus jugadores m¨¢s importantes, un extra?o lateral que resultaba tan decisivo como un delantero centro en el juego del equipo. Por la frecuencia de sus cabalgadas, por el poder¨ªo de sus llegadas, por el terror que generaba en las defensas rivales, Roberto Carlos puede situarse entre los m¨¢s grandes laterales que ha dado el f¨²tbol. Tambi¨¦n entre los m¨¢s heterodoxos, y entre los demagogos m¨¢s exaltados, pero como jugador quedar¨¢ como una figura inolvidable. A Roberto Carlos cada vez le quedan menos viajes de ida y vuelta por el flanco izquierdo. Es ley de vida, aunque no hay nadie que le discuta el puesto en el Madrid. Ni de lejos. Su gol dio la victoria al Madrid en un partido irregular, sin la tensi¨®n que pod¨ªa presumirse en las gradas y con un f¨²tbol discreto. Al Madrid no le falt¨® tenacidad, estimulado por los mensajes que hab¨ªa escuchado de su presidente en los ¨²ltimos d¨ªas y por la evidencia de una crisis que se hab¨ªa vuelto insoportable con una derrota.
REAL MADRID 1 - M?LAGA 0
Real Madrid: Casillas; M¨ªchel Salgado (Celades, m. 74), Samuel, Helguera, Roberto Carlos; Figo, Guti, Beckham, Zidane; Ra¨²l (Solari, m. 81) y Ronaldo (Owen, m. 85).
M¨¢laga: Arnau; Alexis, Fernando Sanz, C¨¦sar Navas, Valcarce; Gerardo, Marcelo Romero (Iznata, m. 74), Miguel ?ngel, Duda; Edgar (Amoroso, m. 65) y Fernando Baiano (Wanchope, m. 80).
Gol: 1-0. M. 61. Roberto Carlos, de tiro cruzado.
?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Mostr¨® la cartulina amarilla a Zidane.
Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernab¨¦u.
Gan¨® con una aparici¨®n de Roberto Carlos en los terrenos que antes frecuentaba. Lleg¨® desde la izquierda, invadi¨® el callej¨®n del 10 y se perfil¨® para un remate que sali¨® violento, raso, imparable. Se estir¨® Arnau, pero no hab¨ªa nada que hacer. El tiro llevaba la vieja firma del lateral. En las gradas se celebr¨® el gol con alivio porque el encuentro comenzaba a enredarse para el Madrid. Pero, sobre todo, el tanto devolvi¨® a la hinchada a tiempos no tan lejanos, cuando el equipo dispon¨ªa de una imponente variedad de recursos para ganar los partidos. Uno de ellos era el fulgurante brasile?o, de nuevo decisivo, aunque fuera por un d¨ªa. A su alrededor, los jugadores festejaron el gol con un extra?o entusiasmo. O no. El equipo sabe que est¨¢ en el final de una ¨¦poca y que los momentos de alegr¨ªa cada vez ser¨¢n menos. Algunos abandonar¨¢n el Madrid; otros tendr¨¢n que aceptar el inexorable paso del tiempo. Mientras tanto, al equipo todav¨ªa le queda el ¨²ltimo trecho de la Liga. No ser¨¢ f¨¢cil recorrerlo: el Bar?a se mantiene lejos y el nerviosismo abunda en el Madrid y su entorno. El festejo probablemente tuvo que ver con esta evidencia.
A una salida bastante vigorosa del Madrid sigui¨® el f¨²tbol plano de costumbre. Demasiado vigor en un equipo poco dado a la percusi¨®n. Todos quer¨ªan llegar pronto a la porter¨ªa. Y el primero, Guti, cosa sorprendente en un jugador que siempre ha manejado bien el tiempo de los pases. Ya le ocurri¨® en Getafe, donde se aturdi¨® inesperadamente y quiso dar pases de gol desde cualquier sitio. Frente al M¨¢laga se equivoc¨® en varias de sus primeras acciones, incomodado por el marcaje de Miguel ?ngel, que no le perdi¨® ojo hasta la segunda parte. Cuando el Madrid se enter¨® de que as¨ª no hab¨ªa manera, el partido entr¨® en una fase deca¨ªda que levant¨® algunas protestas entre los aficionados. No fueron muchas ni demasiado sonoras. El p¨²blico estaba molesto, pero no irritado, aunque en el campo apenas ocurriera nada. El Malaga pretend¨ªa aprovecharse del nerviosismo del Madrid, confiado en el efecto desestabilizador que ten¨ªa el empate. Por su cuenta, el M¨¢laga no hac¨ªa demasiado. Un remate de Fernando Baiano se escap¨® a un palmo del poste. Nada m¨¢s.
El Madrid no se descompuso por las dificultades que encontraba para marcar. Roberto Carlos daba se?ales de actividad por la banda izquierda y Guti mejor¨® su rendimiento en la segunda parte, con todo lo que eso significa. M¨¢s o menos, los jugadores comenzaron a sentirse m¨¢s c¨®modos. Nadie destac¨® por lo deslumbrante de sus acciones, pero comenzaba a sospecharse en la victoria del Madrid. Los laterales progresaban por las bandas, Figo resolv¨ªa alguna acci¨®n por la derecha, Beckham encontraba espacio para cruzar la pelota al ¨¢rea y, lo m¨¢s sorprendente, Ra¨²l y Ronaldo consiguieron conectar. Nunca han sido una pareja que haya mezclado bien en el campo, como si el estilo de ambos fuera tan antag¨®nico que se rechazaran. A veces, los extremos se tocan. No en el caso de Ra¨²l y Ronaldo. Sin embargo, un excelente pase de R¨¢ul al brasile?o, que cerr¨® la jugada con un leve toque de izquierda adivinado por Arnau, fue lo mejor del encuentro. No lo m¨¢s importante. Eso qued¨® para el remate de Roberto Carlos y el aroma de nostalgia que invadi¨® al estadio. La afici¨®n lo hab¨ªa visto tantas veces durante tantos a?os que lo echaba de menos. Quer¨ªa recordar a sus figuras y en ese instante tuvo la oportunidad de hacerlo: Roberto Carlos progresando desde atr¨¢s, buscando el perfil para el remate, cruzando un tiro sensacional. Y la victoria. Como en los viejos tiempos.
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