Catilina
Cumplido el primer aniversario de la crisis pol¨ªtica del 11-M al 14-M, es momento de empezar a enjuiciar la manera que est¨¢n teniendo socialistas y conservadores de comportarse en el primer tramo de esta legislatura excepcional, tan tr¨¢gicamente nacida. ?Hasta qu¨¦ punto han demostrado haber aprendido algo, esforz¨¢ndose por superar la crisis? ?Han sabido extraer consecuencias y asumir responsabilidades? Se dir¨ªa que no demasiado, pues ambos partidos se comportan como si la cosa no fuera con ellos.
El Gobierno se muestra tranquilo, aparentando una normalidad demasiadas veces desmentida por los nervios. Pues como no fue responsable del atentado (aunque s¨ª beneficiario), pretende pasar p¨¢gina con estudiada elegancia, para no reconocer que su derecho a gobernar con partidismo resulta cuestionable, dado el estado de emergencia en que se produjo su llegada al poder. Por eso conviene dejar para m¨¢s tarde la consideraci¨®n del papel que est¨¢ jugando el Gobierno, cuando se cumpla un a?o de su investidura.
Mucho m¨¢s grave resulta el papel que ha decidido jugar la oposici¨®n presidida por Mariano Rajoy. El Partido Popular parece dispuesto a todo con tal de negar la mayor, evitando asumir sus responsabilidades ¨²ltimas. Que no son pocas, pues no supo prevenir un atentado cuyo riesgo increment¨® con su pol¨ªtica exterior, y cuando se produjo, al sentirse culpable no quiso reconocerlo as¨ª, tergiversando la informaci¨®n por miedo a perder las elecciones. Y para no reconocer esta evidencia, el Partido Popular ha boicoteado la comisi¨®n parlamentaria que investiga la masacre, ha sembrado de dudas el sumario judicial, ha creado toda clase de pistas falsas con ayuda de su prensa amiga y, lo que es todav¨ªa peor, ha utilizado a la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, que controla, para azuzarla contra el Gobierno y contra Pilar Manj¨®n, presidenta de la Asociaci¨®n 11-M Afectados de Terrorismo, sin duda para castigar a ¨¦sta por su p¨²blica requisitoria contra el indigno papel jugado por el PP en la comisi¨®n, cuando pronunci¨® la exigente catilinaria que ninguno de nuestros Cicerones se atrevi¨® a formular: ?quousque tandem (hasta cu¨¢ndo), Catilina, abusar¨¢s de nuestra paciencia?
?Por qu¨¦ lo hacen? Durante todo este a?o, parec¨ªa que el Partido Popular se comportaba as¨ª con el objetivo pol¨ªtico que resulta m¨¢s l¨®gico en un partido de oposici¨®n, como es el intento de desgastar al Gobierno del PSOE para evitar que su inexperto presidente se asiente en el poder. Pero ya ha pasado un a?o y esto no se ha conseguido. Por el contrario, a pesar de todos los errores y debilidades del Gobierno, Rodr¨ªguez Zapatero se ha consolidado asent¨¢ndose en el poder. Pero no ha sido tanto por su propio m¨¦rito, sino gracias a los esfuerzos de la oposici¨®n del Partido Popular, cuyo indignante comportamiento ha hecho bueno a Zapatero, aunque nada m¨¢s sea por comparaci¨®n.
Y sin embargo, a pesar de que resulta suicida para sus intereses electorales, el PP persiste en su error, emperr¨¢ndose en llenar de odio y de rencor la pol¨ªtica espa?ola. Tanto es as¨ª, que su infame comportamiento termina por recordar a la oposici¨®n desleal de aquellos partidos antisistema que, seg¨²n Juan Jos¨¦ Linz, quebraron la democracia durante la II Rep¨²blica espa?ola.
Como estrategia pol¨ªtica, la conducta del Partido Popular ya no es explicable, pues significa tirar piedras contra su propio tejado. Y s¨®lo puede entenderse como estrategia personal en defensa de aquel Catilina cuyos espurios intereses sirven los hombres que hoy controlan el partido como hechuras suyas. Contra toda evidencia, el Partido Popular se empecina en negarse a reconocer ninguna responsabilidad sobre lo que pas¨® hace un a?o, sin darse cuenta de que esto le coloca en el papel del acusado.
A diferencia del modelo anglosaj¨®n, nuestro sistema legal reconoce el derecho a mentir en defensa propia. Y eso es lo que est¨¢ haciendo el Partido Popular. No s¨®lo se empe?a en negarlo todo, sino que adem¨¢s miente descaradamente acusando a los dem¨¢s de toda clase de insidias calumniosas. As¨ª demuestra Catilina cu¨¢nto le traiciona su inconsciente freudiano, pues comportarse como un acusado que se defiende por medios indignos implica reconocer que en su fuero interno se sabe culpable.
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