Ser Hitler
Diecisiete a?os y una pistola: mat¨® a su abuelo, a la pareja del abuelo, a siete compa?eros de colegio y se suicid¨®. Dec¨ªa que era nazi, ten¨ªa retratos de Hitler y cruces gamadas. Pienso que esa locura, puesto que de locura se trata, no le estimulaba a ser nada m¨¢s que lo que se cuenta de Hitler, o de Stalin si hubiera tenido esa racha: un asesino total. Hay numerosas quejas por una gran pel¨ªcula, El hundimiento, porque Hitler y sus secuaces aparecen como personas normales, y no como una ¨®pera wagneriana de la ca¨ªda de los dioses. He mezclado antes a Hitler y Stalin, y la verdad es que no hay correspondencia. No he le¨ªdo nunca el caso de un muchacho que para emular a Stalin asesine a su familia y sus amigos. No parece que en esa transici¨®n hacia el crimen de la mente enferma el arquetipo de Stalin, o de lo que se cuenta de Stalin, o de Pol Pot o de Mao, funcione en ese sentido. Cuando el loco era Napole¨®n se limitaba a meter su mano entre los botones de la casaca y posarla sobre el vientre: y dec¨ªa sus tonter¨ªas. El amok, o ataque de locura homicida (en la Academia; del malayo), es el de la persona que toma un cuchillo, sale a la carrera y acuchilla a quien puede. Un amigo en un pa¨ªs donde de cuando en cuando se daba el caso me dec¨ªa: "Advierte que siempre mata jud¨ªos". No era verdad total, pero s¨ª estad¨ªstica. Querr¨ªa decirse que el asesino de repente tiene un pensamiento espec¨ªfico o borroso: prefiere matar a personas determinadas.
Querer ser Hitler no siempre es una locura. En la ¨¦poca precisa hab¨ªa muchos aspirantes a serlo, y peque?os partidos con ideolog¨ªa parecida: entre todos ellos, los militares y los empresarios elegir¨ªan a aquel cabo que parec¨ªa capaz y disciplinado. Se les fue de las manos. En Italia, Mussolini hab¨ªa sido m¨¢s respetuoso para quienes le financiaban; y en Espa?a, Franco no traicion¨® a quienes lo elevaron, y en cuanto a Falange, la corrompi¨® y la enga?¨®, la ahog¨® entre millones de afiliados de ocasi¨®n y dej¨® caer sobre ella todos los asesinatos. Querer ser Hitler es caer en la trampa de la salvaci¨®n de la patria: con ella, la religi¨®n, la tradici¨®n peculiar (la historia de los poderosos), la familia... Cuando oigo clamar porque se pierden esos valores, temo que alguien quiera ser Hitler. O Franco. Y salvarnos. Por favor, no; no merece la pena, y el poder ser¨¢ siempre para los mismos. Para el acero del Ruhr o la industria de Alsacia.
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