Los riesgos del exceso
Ante la destrucci¨®n de los restos de un convento franciscano del siglo XV, a manos del Instituto Valenciano de la Vivienda, se han producido dos tipos de reacciones en Alicante. Una, de car¨¢cter mayoritario, ha mostrado una total indiferencia ante el hecho, que se ha considerado irrelevante para la vida de la ciudad. Digamos que ¨¦sta suele ser la postura habitual del alicantino cuando se producen sucesos de esta clase en la poblaci¨®n. La otra respuesta la han protagonizado algunos arquitectos y arque¨®logos y ha sido, como podemos imaginar, contraria a la acci¨®n del IVVSA.
En este asunto, no se ha escuchado decir una palabra a las asociaciones de vecinos de Alicante. Me ha sorprendido su silencio porque el convento de los franciscanos est¨¢ ligado a la tradici¨®n de la Santa Faz, de tan extraordinaria importancia en la ciudad, como todo el mundo sabe. Pero las asociaciones, tan beligerantes cuando sube el precio del billete de autob¨²s, o pretenden construirles un tanatorio en el barrio, han permanecido calladas en esta ocasi¨®n.
La oposici¨®n al derribo de los restos del convento, la han protagonizado, como dec¨ªa, algunos arquitectos y arque¨®logos, que han criticado duramente la acci¨®n del IVVSA. Por raz¨®n de su trabajo, estas personas son unas decididas defensoras de las ruinas, que pretenden conservar a todo trance. Si por ellas fuera, no se tocar¨ªa una piedra en la ciudad. Es una postura respetable, pero que corre el riesgo de resultar extrema en algunas ocasiones.
Al no ser Alicante una ciudad que posea vestigios sobresalientes, ha tomado cuerpo, entre estas personas, la idea de que todo resto arqueol¨®gico es de por s¨ª memorable y debe conservarse. No es f¨¢cil estar de acuerdo con esta doctrina. Empecinarse en ella puede tener, en ocasiones, consecuencias indeseables, contrarias al fin que se propone. Contribuye a extender entre los ciudadanos la idea de que la conservaci¨®n de los restos antiguos es siempre un negocio oneroso, que lastra el desarrollo de la ciudad. Nada desear¨ªan m¨¢s los se?ores constructores que prosperase esta imagen, que allanar¨ªa a¨²n m¨¢s el camino de su negocio.
Entre la indiferencia rutinaria del alicantino y el extremismo conservador, deber¨ªamos buscar un punto de equilibrio. Es cierto que la ciudad no posee un pasado arqueol¨®gico de importancia y nada puede hacerse para remediarlo. Conservar cualquier cascote porque tenga unos a?os de antig¨¹edad, no parece, sin embargo, la mejor soluci¨®n. De empe?arnos en ella, podr¨ªamos caer en el rid¨ªculo, como sucedi¨® en el Pase¨ªto de Ramiro donde, para mantener una muralla sin valor, se desbarat¨® un precioso parque.
A riesgo de ser criticado, dir¨¦ que la propuesta del IVVSA para las ruinas del convento franciscano me parece razonable. Se trata de aprovechar lo m¨¢s valioso de los vestigios -que es muy poco, a decir de quienes los han visto- y rescatar toda la informaci¨®n arqueol¨®gica posible. Despu¨¦s, construir un espacio que permita al visitante hacerse una idea de lo que fue el convento. No me parece que con ello se pierda el car¨¢cter simb¨®lico del lugar. Sobre todo porque el car¨¢cter simb¨®lico del lugar, al contrario de lo que se afirma ahora, siempre ha sido muy peque?o.
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