Lenguas espa?olas
Claro que son lenguas espa?olas todas. Pero cada una tiene su funci¨®n. Y se est¨¢ armando un guirigay imposible, da?ino para todos.
Por ejemplo, eso de las Cortes. Quieren hablar all¨ª en catal¨¢n, en vasco y en otras lenguas m¨¢s. ?Qui¨¦n va a entenderse? Porque las lenguas est¨¢n hechas para eso: para entenderse. Mi amigo Moreno Cabrera, con quien yo he colaborado en la Sociedad Espa?ola de Ling¨¹¨ªstica, dice en EL PA?S que eso est¨¢ muy bien. Discrepo en este caso. Una lengua, el espa?ol, que es la lengua com¨²n de Espa?a y la que todos conocen (en ella dialogan los separatistas) no causa problema a nadie. ?Por qu¨¦, entonces, esa provocaci¨®n tont¨ªsima, simplemente para acentuar divergencias pol¨ªticas y para ver si logran que los pongan a la puerta y tener otro agravio victimista? ?Y para romper uno de los ¨²ltimos s¨ªmbolos de la unidad de Espa?a?
Lo peor para ellos ser¨ªa que ganasen: las Cortes ser¨ªan una torre de Babel o una grillera o un gallinero. Mejor que las quitaran. Pero perder¨ªamos todos.
?Se imaginan un Parlamento italiano con corso, alban¨¦s, griego, catal¨¢n, v¨¦neto, napolitano, italiano adem¨¢s?
La verdad, una lengua com¨²n es para que nos entendamos todos. ?Y ni aun as¨ª nos entendemos! ?A qu¨¦ eso de usar las lenguas para encender hogueras? Es terrible que se est¨¦n manejando las lenguas, que nunca crearon problema, como pretextos pol¨ªticos.
Vuelvo a otro problema de lenguas: el de las titulaciones de Filolog¨ªa. Siguiendo la Declaraci¨®n de Bolonia, la ANECA me llev¨® a abrir la primera reuni¨®n de decanos de Filolog¨ªa, all¨¢ por septiembre de 2003, y yo reconoc¨ª que, efectivamente, tant¨ªsimas titulaciones eran un error. Puede ver el que quiera mi discurso en Estudios Cl¨¢sicos de 2003: no me opuse a eso. Precisamente yo hab¨ªa criticado los planes existentes, con sus infinitas titulaciones (creo que veinte), con su cargarse el Lat¨ªn y el Griego como materias comunes. ?En Filolog¨ªa de la Complutense hubo en un momento, te¨®ricamente, 800 materias!
No me opuse. Pero parec¨ªa que una titulaci¨®n en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica (o lengua y cultura espa?olas, me da lo mismo) era normal, como hay la de franc¨¦s en Francia, la de italiano en Italia.
Y ahora se filtra de alg¨²n modo un "documento de trabajo" en que el espa?ol es una de las "lenguas y culturas del Estado espa?ol", parece que en pie de igualdad con otras lenguas. Y que para estudiarlo hay que escoger, de propina, alguna de las lenguas "cooficiales". Que se a?ada una segunda lengua, en todos los casos, parece razonable. Pero con libertad de elecci¨®n, no con tiran¨ªa prefabricada.
Por Dios, menos locuras. Dejemos libertad. Dejemos un lugar aparte para lo que es aparte, lo primero. O sea: el espa?ol.
El otro d¨ªa una se?ora escrib¨ªa una carta a un peri¨®dico proponi¨¦ndome aprender catal¨¢n. Demasiado tarde, se?ora. Y adem¨¢s, con el espa?ol me entiendo con los catalanes. Comprendo bien que usen su catal¨¢n entre ellos, es entra?able. No entiendo cuando quieren imponerlo sabiendo que as¨ª no les entiende casi nadie. Como en las Cortes. No es racional.
Y cr¨¦anme, amo a las lenguas de Espa?a -y a todas las dem¨¢s-, sobre varias de ellas he escrito, escribo ahora mismo.
Amo el gallego de Rosal¨ªa (m¨¢s, en verdad, que el de ciertos pol¨ªticos que andan con ¨¦l a batacazos). Mi nieta habla valenciano por su abuela, me gusta m¨¢s que el valenciano televisivo (espa?ol camuflado) con que transmiten los partidos de f¨²tbol. El vasco, la verdad, no lo hablo ni en privado, pero conozco su estructura, sobre ello escrib¨ª en el homenaje que hicimos a Michelena, un buen vasquista, un buen amigo vasco. Podr¨ªa seguir. En la Revista Espa?ola de Ling¨¹¨ªstica, que dirijo, prestamos atenci¨®n a todas estas lenguas. Y a las dem¨¢s.
Ya ven, sigo hablando de lenguas, cada cual en su sitio. No de otra cosa. Convertirlas en arma, ahora, me parece da?ino y est¨²pido. Nunca ha habido problemas entre nuestras lenguas, ni los habr¨ªa ahora si no fuera por peque?os grupos prepotentes que buscan enturbiar la paz. Y crecer ellos. Mal asunto.
Aspiro a poco en este planeta, pero me gustar¨ªa esclarecer un poco alguna verdad. A las lenguas hemos dedicado, yo y otros, nuestra vida. Nos duele que en Espa?a se empleen, ahora, como instrumento de peque?as pasiones. ?Qu¨¦ desgracia!
Francisco Rodr¨ªguez Adrados es miembro de la Real Academia Espa?ola y de la Real Academia de la Historia.
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