Ponga un gay en su tele
Los personajes homosexuales se han multiplicado en los programas de las televisiones de Estados Unidos, que marcan tendencia en buena parte del mundo. Sobre todo las series de m¨¢s ¨¦xito, como 'A dos metros bajo tierra' y 'Will & Grace', han asumido con naturalidad los personajes gays.
La palabra homosexuales se pronunci¨® por primera vez en la televisi¨®n de EE UU en 1954, aunque seguida del complemento "y los problemas que plantean". Era el t¨ªtulo de un debate retransmitido por una cadena local de Los ?ngeles y asum¨ªa la incomodidad del tema y la pretendida conflictividad de quienes formaban ese colectivo.
Medio siglo despu¨¦s, el prime-time de EE UU est¨¢ plagado de protagonistas gays, un personaje de Los Simpson acaba de salir del armario y los mejores creadores de ficci¨®n televisiva son abiertamente homosexuales. Tal es su presencia y su dominio del medio que algunos grupos conservadores irritados e infatigables denuncian la supuesta existencia de una "Gay Mafia", una supuesta asociaci¨®n organizada de profesionales y directivos homosexuales de la televisi¨®n confabulados para extender su poder y avanzar en su propia agenda de intereses.
"Mi hermano suele decir que le gusta ver f¨²tbol americano en televisi¨®n porque es el ¨²nico programa en el que no hay homosexuales", dice entre risas Brendan Lemon, editor de la mayor publicaci¨®n homosexual de EE UU, la revista Out. Parad¨®jicamente, Lemon provoc¨® intencionadamente un debate hace tres a?os cuando anunci¨® en su columna que estaba unido sentimentalmente a una de las grandes estrellas en un equipo de b¨¦isbol de la Costa Este.
?Existe realmente una "agenda de intereses" en la c¨²pula de directivos y creadores homosexuales en la televisi¨®n estadounidense? La respuesta a un planteamiento tan controvertido puede estar a mitad de camino entre quienes lo afirman y lo niegan. Por un lado, s¨®lo hace falta sentarse unas horas ante la televisi¨®n para descubrir que, en un pa¨ªs tan inclinado a escandalizarse en defensa de sus valores m¨¢s conservadores, tan implacable con Janet Jackson por ense?ar dos segundos de pez¨®n, las cadenas parecen haber culminado sin grandes pol¨¦micas un proceso de diversificaci¨®n sexual paralelo al de la propia sociedad estadounidense.
Sin embargo, un repaso puramente num¨¦rico a los personajes homosexuales de los dramas y las comedias revela que su presencia es, efectivamente, superior y de mayor peso en los productos creados por los grandes guionistas y directores homosexuales del medio televisivo, desde Darren Star (Sexo en Nueva York), Alan Ball (A dos metros bajo tierra), David Crane (Friends), Kevin Williamson (El mundo de Dawson) hasta Mark Cherry (Mujeres desesperadas), entre otros muchos. Sus series presentan un abanico amplio de personajes gays cuya proporci¨®n parece superior a las estad¨ªsticas sobre las orientaciones sexuales de la sociedad estadounidense. A falta de un censo formal, los estudios m¨¢s recientes aseguran que el n¨²mero de gays y lesbianas en EE UU representa entre el 5% y el 10% de la poblaci¨®n total. Las asociaciones que luchan por el avance de la tolerancia recuerdan que mayor a¨²n es la presencia de jud¨ªos que, al fin y al cabo, no llegan al 3% en el censo oficial de esta naci¨®n.
En cambio, las series de televisi¨®n creadas por la terna de grandes productores heterosexuales (John Wells, de Urgencias; Aaron Sorkin, de El ala oeste de la Casa Blanca, y David E. Kelley, de Ally McBeal) no incluyen representaci¨®n homosexual en el reparto de personajes de sus dramas. S¨®lo Urgencias incluy¨® -en su sexta temporada- el lesbianismo sobrevenido de una de las doctoras que protagonizan la serie.
Brendan Lemon es consciente de que los productores homosexuales son m¨¢s proclives a incluir gays y lesbianas en sus series, pero a?ade algunos matices: "Saben que es m¨¢s f¨¢cil incorporar personajes homosexuales una vez que la serie ya est¨¢ asentada, cuando ya es un ¨¦xito. Si intentan poner personajes homosexuales en una serie nueva, las cadenas lo impiden porque es demasiado arriesgado. Adem¨¢s, si la televisi¨®n de EE UU tuviera s¨®lo dos o tres cadenas, como ocurr¨ªa hace 20 a?os, no habr¨ªa tantos personajes homosexuales como hay hoy porque tratar¨ªan de agradar a una masa mayor de p¨²blico".
Sea cual sea la proporci¨®n y la presencia de la homosexualidad en la televisi¨®n de EE UU, el camino recorrido en medio siglo se ha acelerado en la ¨²ltima d¨¦cada. Desde aquel Homosexuales y los problemas que plantean de 1954, ni el t¨¦rmino ni el concepto volvieron a aparecer hasta que 13 a?os despu¨¦s el periodista -todav¨ªa en activo- Mike Wallace lograra el permiso para realizar el primer documental sobre ese tema tab¨² en una de las grandes cadenas generalistas, CBS Reports: The Homosexual, emitido en marzo de 1967.
En los a?os posteriores, y salvo en ocasiones muy espor¨¢dicas, la ¨²nica reaparici¨®n de la homosexualidad en la televisi¨®n de EE UU fue en un episodio de La mujer polic¨ªa de 1974, en el que esa orientaci¨®n sexual no se presentaba precisamente en t¨¦rminos de tolerancia: la protagonista, Angie Dickinson, persegu¨ªa heroicamente a un tr¨ªo de mujeres lesbianas cuyo pasatiempo consist¨ªa en asesinar a los ancianos de una residencia.
El historiador Stephen Tropiano, autor del libro The prime time closet, sobre la homosexualidad en la televisi¨®n estadounidense, parece convencido de que aquel episodio de La mujer polic¨ªa no fue tan da?ino para el avance de la tolerancia como el personaje que empez¨® a interpretar Crystal en 1977 en la comedia Enredo, el joven Jodie Dallas, que so?aba con convertirse en mujer en el quir¨®fano para casarse con un jugador de f¨²tbol americano.
En las dos d¨¦cadas siguientes, los personajes homosexuales empezaron a desprenderse t¨ªmidamente de los estereotipos, aunque los avances se consegu¨ªan a golpe de pol¨¦mica. En 1989, la ABC perdi¨® 1,5 millones de d¨®lares por los anunciantes que retiraron la publicidad de un episodio de Treinta y tantos en el que dos hombres conversaban en la cama despu¨¦s de haber mantenido, aparentemente, relaciones sexuales. Esa reticencia todav¨ªa existe: "Los grupos conservadores no arremeten contra las series que tienen personajes homosexuales, porque no contienen escenas de sexo entre esos personajes".
En todo caso, los ¨²ltimos 10 a?os han permitido la incorporaci¨®n de tramas narrativas que, con niveles decrecientes de esc¨¢ndalo, normalizan las relaciones homosexuales, como ocurri¨® en 1994 en Doctor en Alaska con la boda de Eric y Ron a la que acabaron asistiendo hasta los ciudadanos m¨¢s intransigentes de Cicely. El 30 de abril de 1997 lleg¨® el punto de inflexi¨®n cuando la actriz Ellen DeGeneres declar¨® p¨²blicamente su lesbianismo y el del personaje de la serie que llevaba su nombre. La producci¨®n fue cancelada poco despu¨¦s, aunque ya ven¨ªa sufriendo una ca¨ªda de audiencia.
Esta historia de la homosexualidad televisiva no es del gusto de las m¨²ltiples asociaciones de defensa de los derechos de gays y lesbianas porque no contiene los nombres de personajes y parejas que, seg¨²n ellos, han ocultado con sutileza su orientaci¨®n sexual. The Advocate, otra revista sobre homosexualidad en EE UU, ha presentado una larga recopilaci¨®n de personajes gays en la historia de la televisi¨®n, en la que cita, entre otros, al extra?o Eddie Munster, de La familia Monster; a los inseparables Epi y Blas, de Barrio S¨¦samo, o al met¨®dico Felix Unger de la versi¨®n televisiva de La extra?a pareja.
Hay otros ejemplos m¨¢s reconocibles. Se han escrito tratados enteros sobre la orientaci¨®n sexual de Batman; su condici¨®n pod¨ªa ser dudosa, pero la de Robin, con su admiraci¨®n fascinada hacia el superh¨¦roe, parec¨ªa m¨¢s clara. Otros aseguran que los tres hombres de Friends son homosexuales, aunque ellos no lo sepan. Las publicaciones gays consideran y se fijan en su dificultad para las relaciones estables con las mujeres, su gusto por los jers¨¦is, el estilismo de sus peinados y su pasi¨®n por una actividad tan poco varonil como pasarse las horas sentados en una cafeter¨ªa.
El salto al panorama actual permite contemplar cu¨¢nto se ha avanzado y en qu¨¦ poco tiempo. Dos de los personajes protagonistas en una de las comedias de m¨¢s ¨¦xito en la actualidad, Will & Grace, son homosexuales y discuten sus conquistas de manera c¨®mica y franca. Otra telecomedia situada en los mejores lugares de audiencia, Two and a half men, protagonizada por Charlie Sheen, incluye a una mujer que ha roto su matrimonio porque ha descubierto repentinamente que es lesbiana. Desde John en Polic¨ªas de Nueva York o Serena en Ley y orden hasta Sanford en Sexo en Nueva York o la anestesista Liz en Nip/Tuck, desde Jack en El mundo de Dawson hasta la t¨®rrida relaci¨®n de David y Keith en A dos metros bajo tierra, la mayor parte de los dramas y las telecomedias de los ¨²ltimos a?os contienen personajes homosexuales. En Espa?a, programas de m¨¢xima audiencia, como Gran Hermano, Aqu¨ª no hay quien viva, Siete vidas y Cr¨®nicas marcianas, tambi¨¦n han incluido personajes abiertamente homosexuales.
Existe tambi¨¦n un amplio surtido de programas centrados estrictamente en personajes homosexuales de ficci¨®n (Queer as folk y The L Word son los m¨¢s controvertidos) o protagonizados por gays en formato reality-show. Uno de los grandes ¨¦xitos de la pasada temporada fue Queer eye for the straight gay (que Antena 3 traslad¨® con poco ¨¦xito a Espa?a como El equipo G), en el que un grupo de homosexuales cambia la vida est¨¦tica de un heterosexual para corregir sus defectos de estilo, decoraci¨®n y vestuario. La primera edici¨®n de Supervivientes la gan¨® un concursante homosexual que se paseaba desnudo por la isla; en las siguientes ediciones siempre ha habido al menos un concursante gay o lesbiana.
Sea cual sea el grado de conservadurismo de la sociedad estadounidense, la poblaci¨®n ha cambiado lo suficiente en los ¨²ltimos a?os como para aceptar que la diversidad sexual de sus ciudadanos est¨¦ reflejada en el prime-time de la pantalla. La prensa internacional recoge a menudo la exaltaci¨®n de los grupos conservadores que convierten el pez¨®n-gate de Janet Jackson en una supuesta indignaci¨®n nacional, pero no reflejan luego los detalles que colocan la situaci¨®n en su justo t¨¦rmino: son s¨®lo unos pocos los que se enfurecen con la visi¨®n de un pecho desnudo.
Tal es el cambio que el programa Today, el informativo matinal de la NBC, incluye analistas abiertamente homosexuales. El cr¨ªtico de televisi¨®n m¨¢s respetado de este pa¨ªs por su trabajo en The Washington Post, Tom Shales, escrib¨ªa recientemente sobre un anuncio de Pepsi en el que un joven que pasea por una calle concurrida despierta miradas lascivas de las mujeres que se cruzan con ¨¦l, y tambi¨¦n de un hombre abiertamente homosexual. "Hace s¨®lo cinco a?os habr¨ªa sido casi imposible ver a un homosexual en un anuncio de alto presupuesto", escribe Shales.
La aceptaci¨®n es tal que la creaci¨®n de nuevas cadenas de televisi¨®n dise?adas espec¨ªficamente para los espectadores homosexuales apenas ha despertado un debate entre la opini¨®n p¨²blica. La MTV, pionera de la televisi¨®n para j¨®venes y due?a de uno de los mercados de espectadores m¨¢s suculentos (los j¨®venes gastan su dinero en los productos que ven anunciados en televisi¨®n), lanza en junio Logo, su cadena homosexual. No es la primera cadena gay de EE UU; Q Network (la Q viene de queer, marica) lleva meses en antena y tiene hasta servicios informativos.
El paradigma del cambio es, sin embargo, la incorporaci¨®n cuidada de la homosexualidad en la programaci¨®n infantil como f¨®rmula para la tolerancia. Hay dos ejemplos que han suscitado cierta pol¨¦mica. El primer caso es el de la supuesta homosexualidad de Bob Esponja, el animal poroso que vive en una pi?a en el fondo del mar y que es uno de los favoritos del p¨²blico infantil y de los padres que ven la tele junto a sus hijos. Sus pantalones, tan cortos y ajustados, y su afici¨®n a pasear de la mano de su amigo Patrick -una estrella de mar- le han convertido en el nuevo Tinky Winky, el teletubby supuestamente homosexual.
De la segunda controversia en las ¨²ltimas semanas tiene la culpa la nueva secretaria de Educaci¨®n, Margaret Spellings. La cadena p¨²blica de televisi¨®n, PBS, tiene una serie en la que un personaje de dibujos animados, Buster, visita a una familia real. Un episodio conten¨ªa la visita a una ni?a de Vermont que tiene dos madres. En los ¨²ltimos a?os, Buster ha visitado a mormones en Utah, indios, musulmanes, jud¨ªos e incluso fundamentalistas cristianos. Sin embargo, para Spellings una pareja de madres lesbianas no es aceptable, aunque residan en un Estado que tiene legalizadas las uniones civiles entre homosexuales. Envi¨® una carta a la PBS -fue una de sus primeras actuaciones como secretaria de Educaci¨®n- y la cadena decidi¨® no emitir nunca el episodio.
Frente a este conato de conservadurismo, la prueba final del cambio social la han ofrecido Los Simpson, la serie m¨¢s inteligente, c¨¢ustica y progresista de los ¨²ltimos 15 a?os y la comedia que mejor ha reflejado el american way of life a trav¨¦s de personajes amarillos, es decir, nada realistas. En uno de los episodios de febrero, uno de los personajes de Springfield sali¨® del armario (en Espa?a a¨²n no se ha visto). Adem¨¢s, en esa ciudad animada hay varios homosexuales ocultos. Waylon Smithers, el asistente personal del todopoderoso Mr. Burns, adora la m¨²sica de Village People y tiene un salvapantallas con una foto de su jefe en camiseta. En una ocasi¨®n, cuando un fallo en el reactor nuclear estuvo a punto de arrasar Springfield, Smithers le dijo a Mr. Burns: "Se?or, puede que no tenga otra ocasi¨®n para decirle que le quiero". Con iron¨ªa magistral, su jefe respondi¨®: "Estupendo. Gracias por haber conseguido que en mis ¨²ltimos segundos de vida me sienta socialmente inc¨®modo".
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