Cocineros gal¨¢cticos
Son los 'chefs' estrella. Reverenciados en las gu¨ªas gastron¨®micas y convertidos en leyendas de los fogones, 15 cocineros espa?oles viajaron juntos por primera vez como si fueran el mejor equipo de f¨²tbol. Destino: Jap¨®n, donde levantaron pasiones.
Las rodajas de un pepino cortadas en forma de flor pueden ser el trofeo de la liga de campeones. Un plantel de creadores que ya est¨¢ siendo reclamado desde Hong Kong y Nueva York. Investigan con las algas o las v¨ªsceras del at¨²n; trabajan con qu¨ªmicos y bi¨®logos, con universidades como la de Granada. Su t¨¦cnica y evoluci¨®n no hab¨ªan cuajado nunca de ese modo fulgurante en la cocina espa?ola. Viajan con Ferran Adri¨¤ como referente, visitante asiduo y personaje conocido en Jap¨®n, donde sus libros est¨¢n traducidos.
Van llegando al aeropuerto internacional de Narita (Tokio) en distintos grupos, en los que caben tres generaciones. El donostiarra Juan Mari Arzak, de 62 a?os, es el veterano; el andaluz Dani Garc¨ªa, de 28 a?os, el alev¨ªn. Enseguida los envuelve Jap¨®n y su capital, el silencioso y palpitante Gran Tokio, una conurbaci¨®n de 10.000 kil¨®metros cuadrados y casi 30 millones de habitantes. Si no fuera por sus rasgos occidentales pasar¨ªan inadvertidos en esa densidad metropolitana. Luego, a la hora de las demostraciones de sus fabulosos platos, de sus juegos malabares con lo extrasensorial, se vestir¨¢n de blanco, y todo cambia. Albert Adri¨¤, maestro repostero, recuerda el pasado futbol¨ªstico de su hermano Ferran. "De aquella ¨¦poca", dice, "mi hermano aprendi¨® una lecci¨®n: para avanzar es necesario crear un gran equipo".
Y ah¨ª est¨¢n. Una veintena de estrellas en la Gu¨ªa Michelin y una alineaci¨®n con 11 titulares: Adri¨¤, Arzak y Berasategui, tres estrellas; Roca, Subijana, Ruscalleda y Arola, dos estrellas; Aduriz, Dacosta, Garc¨ªa y Roncero, una estrella; Abell¨¢n, Felipe, Mart¨ªnez y Adri¨¤, reservas. Se reunieron en Tokio del 28 de febrero al 2 de marzo, en la escuela de cocina de Yukio Hattori, la m¨¢s famosa de Jap¨®n, y mostraron sus secretos de alquimia a un p¨²blico de chefs locales que los miraba at¨®nitos, sorprendidos por su cohesi¨®n pese a la variedad de registros que manejan. Y tambi¨¦n por su diplomacia y savoir faire en un universo donde los egos, y los celos, provocan suspicacias.
El pez globo espera. Invitados por Hattori, Juan Mari Arzak y Ferran Adri¨¤ se arriesgan a probar las g¨®nadas de ese pescado. El pez globo, o fugu, se infla para morir, y, salvo en esa parte de su cuerpo, es tan venenoso que decenas de personas mueren en Jap¨®n al probarlo mal cortado. Pero sus g¨®nadas pasan por ser un afrodisiaco irrefrenable. Arzak, con sabia iron¨ªa, lo desmiente.
Una tarde, en su escuela, Hattori ex-clama: "Los espa?oles que han venido aqu¨ª crean unos platos que son obras de arte". Dani Garc¨ªa, el chico t¨ªmido que se hizo c¨¦lebre en el restaurante ronde?o Tragabuches, acaba de hacer una temeraria demostraci¨®n con nitr¨®geno l¨ªquido. Una performance a 196 grados bajo cero. La cocina japonesa cuenta con cientos de preparaciones para el pescado, pero no ha llegado a ella todav¨ªa el concepto que gu¨ªa a muchos de los cocineros espa?oles: la tecnococina. Rodeado de bombonas de seguridad de las que los dermat¨®logos utilizan para quemar verrugas, Dani Garc¨ªa convierte el aceite en migas y en palomitas, y lo coloca todo sobre una bandeja con nitr¨®geno puro. El aceite es cocido en fr¨ªo para intensificar su sabor. El plato echa humo. Los cocineros japoneses no dejan de aplaudir. ?Dani!, ?Dani!
"Es como si los Beatles y Elvis hubieran venido a vernos juntos", dice Hattori entusiasmado. Elegido como el hombre m¨¢s elegante de Jap¨®n, con movimientos rituales y un reloj de esfera negra a juego con el traje, el concurso televisivo gastron¨®mico de Hattori le ha dado enorme popularidad. Pero su trabajo no queda ah¨ª: la escuela de cocina que preside acoge a 1.700 alumnos, y en una de las plantas se aprende exclusivamente a cortar el pescado (seg¨²n Hattori, los espa?oles deber¨ªan aprender a cortar mejor el pescado). En esa escuela, entre paredes limpias y est¨¦tica high-tech, se celebran las jornadas gastron¨®micas La vanguardia culinaria de Espa?a, organizadas por el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Universal Aichi 2005 (abierta hasta el 25 de septiembre a las afueras de la ciudad de Nagoya). Unas jornadas en pleno centro de Tokio que tienen mucho de escenificaci¨®n teatral, y sobre las que sobrevuela el fantasma de una personalidad del teatro, Albert Boadella. En la ¨²ltima obra del director catal¨¢n, El retablo de las maravillas, un actor explica un plato de nombre rebuscado para luego echarle un spray a la cara del comensal. El mensaje de Boadella parece claro: la tecnococina es un timo. Adri¨¤ ha o¨ªdo hablar de esa escena, aunque no la ha visto. Y encaja la cr¨ªtica. "Qu¨¦ ser¨ªa de la deconstrucci¨®n sin el sentido del humor", dice.
Pero Adri¨¤ resulta imbatible rodeado de sus fieles escuderos. Sergi Arola, que pas¨® un a?o en el restaurante de Adri¨¤, El Bulli, dice que en ese lugar emplazado en una playa de Roses, en Girona, que se ha convertido en el Shangri-La de la gastronom¨ªa internacional, "m¨¢s que comer, uno se alimenta espiritualmente, se te pone la carne de gallina". Y Carme Ruscalleda a?ade: "Detr¨¢s de lo que hace alguien como Adri¨¤ hay un rigor tremendo. Sus piruetas est¨¢n muy medidas, y quiz¨¢ por eso no me molesta el chiste. Eso s¨ª, luego llegan los imitadores y hacen que el comensal se r¨ªa a¨²n m¨¢s que con Boadella. Y es que para llegar hasta ah¨ª hay que tener muchos cursos hechos". Carles Abell¨¢n lo resume as¨ª: "Ese spray ha tenido mucho trabajo. Ese spray es un momento de lucidez".
Deconstrucci¨®n, esferificaci¨®n, liofilizaci¨®n, gelatinizaci¨®n, almidonizaci¨®n, aromatizaci¨®n. Caminos de locura y de fe. Un endocrin¨®logo le cont¨® un d¨ªa a la escritora M. F. K. Fisher que despu¨¦s del chulet¨®n y el vino, cuando los l¨®bulos enrojecen, es el momento de pedir favores. ?Calmar¨¢n los nuevos genios de la cocina el apetito con la misma suavidad con que lo logran las recetas tradicionales?, ?lograr¨¢n con sus impromptus aliviar el momento humano y carnal del hambre?
La respuesta, a juzgar por la entusiasta respuesta del turismo gastron¨®mico internacional, parece ser que s¨ª. Y adem¨¢s, Ferran Adri¨¤, que antes de convertirse en referente de la cocina de autor fue maestro de las recetas tradicionales, es el primero en considerar que ser¨ªa muy importante la confecci¨®n de un cat¨¢logo con los 200 mejores platos de la cocina espa?ola, encomendados a 8, 10 o 12 restaurantes, a fin de preservar, redefinir y refinar el tono general. Y cita un ejemplo: "Com¨ª en Casa Gerardo, en Asturias, la mejor fabada de mi vida".
El cr¨ªtico gastron¨®mico Jos¨¦ Carlos Capel, organizador de las jornadas de Tokio, destaca que los j¨®venes cocineros espa?oles han dado un salto gigante, con una base muy s¨®lida y llenos de idealismo y rigor, y est¨¢n consiguiendo con su investigaci¨®n, apoyados por cient¨ªficos, potenciar las cualidades gastron¨®micas de los alimentos y economizar grasas. Pone el ejemplo de Andoni Luis Aduriz (restaurante Mugaritz, en Renter¨ªa, Guip¨²zcoa), que extrae l¨ªquidos gelatinosos de la piel, las agallas o la ventresca del bacalao y los traslada a otros alimentos, como las habas crudas de soja, que se quedan m¨¢s melosas. Otro ejemplo ser¨ªa Enrique Dacosta, que investiga desde su restaurante El Poblet (Denia, Alicante) la amilosa y la amilopectina de los granos de arroz, y que, seg¨²n el tipo de preparaci¨®n (seco, caldoso, en cazuela?) utiliza el m¨¢s adecuado: el bomba, el siena, el calasparra? Capel ve en los j¨®venes cocineros espa?oles no s¨®lo intuici¨®n, sino tambi¨¦n una cualidad hipnotizadora: la chispa.
En el estrado interviene ahora Jordi Roca, hermano de Joan Roca y de Josep Roca. Los tres han convertido su restaurante, El Celler de Can Roca (Girona), en uno de los mejores de Espa?a. Jordi Roca se las ingenia en su demostraci¨®n para crear una bola de az¨²car soplado. Se sirve de un aparato que copiaron de una pel¨ªcula de Quentin Tarantino. La bola de az¨²car, que cubrir¨¢ en el plato un carpaccio y un helado de n¨ªscalos, es el recipiente en el que se traslada a la mesa humo de brasa de encina. El comensal rompe la bola y aspira el aroma que va dentro, convertido en un elemento m¨¢s de la receta. S¨ª, Boadella tiene raz¨®n, estos chicos venden humo.
Los japoneses aplauden a rabiar. Entre los asistentes, una figura m¨ªtica, Hishida, el cocinero-t¨®tem de Asia, observa con respeto el traj¨ªn de Jordi Roca, y luego el de Arzak, cuyo ayudante, ?gor Zalaca¨ªn, aplica un procedimiento con di¨®xido de carbono para crear pompas de fresa en un pur¨¦ de fruta. Hishida se levanta y proclama ceremoniosamente: "?He percibido la pasi¨®n que sienten ustedes por la cocina! En la cocina japonesa tenemos tradici¨®n, tenemos cultura, pero quiz¨¢ nos falte ese vigor y esa energ¨ªa que yo veo aqu¨ª. Y tenemos que hacer un gran esfuerzo para trasladar ese mismo empuje a la cocina japonesa".
Los cocineros espa?oles sonr¨ªen satisfechos. El restaurante de Hishida en Tokio, Mibu, forma parte de la leyenda, como el propio Hishida. En su comedor, plagado de antig¨¹edades y reliquias, caben ocho comensales cada noche a un precio de unos 700 euros por cabeza. Reserva restringida con meses o a?os de antelaci¨®n, dos horas de ritual, cuatro cocineros y una cocinera para los ocho comensales (entre ellos la elegante jefa de cocina, Yurie Fukuda, que acude a las jornadas gastron¨®micas vestida con un precioso traje tradicional japon¨¦s). Carme Ruscalleda considera Mibu el sue?o imposible de cualquier cocinero. "Ocho personas a las que recibes como si fuera tu casa, como si te esperara tu madre y te diera lo mejor". Por las dos mesas de Mibu pasan en este viaje Ruscalleda, Arzak, Pedro Subijana, Sergi Arola, Andoni Luis Aduriz? Este ¨²ltimo aprende en esa cena una lecci¨®n: "Un equipo grande t¨¦cnicamente es bueno, pero uno peque?o con alma es mucho mejor".
Cuesti¨®n de alma. Carme Ruscalleda, con su restaurante Sant Pau, en Sant Pol de Mar (Barcelona), y tambi¨¦n con un restaurante abierto en Tokio, habla del producto, del paisaje, del juego y de la ilusi¨®n. "Que pasen cosas en el plato". Y Andoni Luis Aduriz, que trabaj¨® y aprendi¨® con Adri¨¤ (adem¨¢s de con Mart¨ªn Berasategui en sus dominios de Lasarte, Guip¨²zcoa), se mueve en la misma l¨ªnea: "No tenemos los pies de barro. Veo a los que estamos aqu¨ª y veo que estamos haciendo trabajos muy s¨®lidos. A mi restaurante, como al de ellos, se viene a sentir. Tengo 33 a?os y llevo m¨¢s de la mitad de mi vida obsesionado por la misma b¨²squeda. A trav¨¦s de un foie-gras, a trav¨¦s de una hoja o de un puerro. Busco la onda que se produce cuando cae la piedra". Aduriz encuentra otra met¨¢fora para referirse a la cocina espa?ola de vanguardia. "A la monta?a rusa subimos, saltamos al vac¨ªo, salimos sonriendo", dice. "Para este tipo de comida tienes que ser una persona un poquito evolucionada. El mensaje es la emoci¨®n".
Carles Abell¨¢n se apea de un taxi en una de las entradas al mercado de pescado de Tokio. Es el gran impulsor de la tapa desde su restaurante barcelon¨¦s Comer? 24, donde compone pizzas-sashami de at¨²n y algas con vinagreta de wasabi, entre otras delicias de la fusi¨®n. Pisando los charcos con sus bonitas botas de ante, aparece adormilado, con un punto canalla: anoche sali¨® de juerga con los cocineros y ayudantes m¨¢s j¨®venes del grupo, y al mercado hay que llegar sobre las cinco de la madrugada. Media hora despu¨¦s comienza la subasta de los atunes -colocados a decenas en el suelo, formando una escenograf¨ªa arrebatadora-, que se celebra con una campana y a viva voz: un emocionante eco del pasado en el pa¨ªs donde los perros-robot son ya un ¨¦xito de ventas. A Carles Abell¨¢n termina de despertarle el enorme despliegue de pescado fresco en este mercado ¨²nico. Hay una ley que dicta que donde hay un pescado fresco espera una buena comida, lo que se cumple aqu¨ª casi a rajatabla. "Est¨¢ todo vivo", dice. "Esta cultura les obliga a eso. Est¨¢n obsesionados con el frescor".
Todos los cocineros espa?oles han visitado el mercado de pescado. "Un mercado antol¨®gico", dice Mart¨ªn Berasategui. Han desayunado pescado en los puestos que rodean este fascinante recinto. Unos, caballa a la brasa; otros, vieiras sobre brasas de carb¨®n. All¨ª confirma Ferran Adri¨¤ lo que lleva diciendo desde hace cinco a?os: que por su elegancia y variedad, por la cantidad de pescados y verduras que apenas se conocen en Occidente, as¨ª como por las t¨¦cnicas para prepararlos, "China y Jap¨®n, junto al mundo cient¨ªfico, van a permitir evolucionar la alta cocina".
Carles Abell¨¢n considera que deber¨ªa extremarse en la cocina espa?ola esa atm¨®sfera del mercado de pescado de Tokio: la frescura. Y alude al riesgo que supone para los cocineros j¨®venes apostar por una cocina rigurosa y experimental basada en la excelencia de las materias primas. "Tengo un taller donde poder aislarme para pensar los cambios de la carta", cuenta. "A Ferran Adri¨¤, su taller le cuesta 400.000 euros; a m¨ª, 30.000 al a?o, y eso que es un sitio peque?o, con dos personas y una m¨ªnima infraestructura. Todo est¨¢ muy pensado. Ah¨ª es donde buscamos el gran logro: que en una d¨¦cima de segundo se alcance el punto de magia".
Los magos de la alta cocina espa?ola se enfrentan a otra cr¨ªtica, los precios de sus restaurantes: 60, 100, 150 euros los men¨²s-degustaci¨®n. Joan Roca piensa que los establecimientos espa?oles de ese nivel no son caros en absoluto (en su restaurante, el men¨²-degustaci¨®n cuesta 67 euros). "Al contrario de lo que pueda pensarse, en la mayor¨ªa de los casos no son muy rentables. Los productos, la mano de obra, la infraestructura? A veces el cliente no paga lo que todo eso vale, y desde luego no es para hacerse millonarios". Pero un elemento nuevo ha venido a colocar las cartas a su favor: la popularidad. Sergi Arola acaba de preparar en Madrid, junto a Francisco Torreblanca, una inmensa tarta de fresas, nata y color rosa para el 46? cumplea?os de la mu?eca Barbie. Joan Roca aplaude con humor ese fen¨®meno reciente: "Antes ibas a una discoteca y no te atrev¨ªas a decir que eras cocinero porque no ligabas nada; ahora, no. La lectura positiva de ese fen¨®meno medi¨¢tico es la gente joven, que llega con mucha ilusi¨®n". El catering, los banquetes, las asesor¨ªas, los anuncios publicitarios, los libros, las recetas y los art¨ªculos en las revistas: formas para ampliar un circuito hasta hace poco tiempo reducido.
Sergi Arola es uno de los m¨¢s avezados en lo que a la venta de su propia imagen se refiere. Y se defiende de los que le acusan de desempe?ar en la gastronom¨ªa un rol equivalente al de un cantante o un modelo. "El dise?o forma parte del estilo de vida, y no me sirve que seas el no va m¨¢s de la cocina y luego no sepas que ah¨ª est¨¢n David Delf¨ªn o Amaya Arzuaga, que ignores que hay otros creadores a los que tener en cuenta y valorar", dice. "Medi¨¢tico es el de Gran Hermano, pero no un cocinero. Trabajo 12 o 14 horas diarias, seis d¨ªas a la semana, sin especular, con pasi¨®n". Su restaurante, La Broche, es el que mayor calificaci¨®n obtiene en Madrid (junto al Santceloni), dos estrellas en la Gu¨ªa Michelin, y su interiorismo, obra del estudio de arquitectos Picado-De Blas-Delgado, puede considerarse como uno de los m¨¢s refinados de Espa?a. Arola defiende la imagen de marca de sus colegas y de s¨ª mismo. "El m¨¦rito es que hemos llegado sin ninguna ayuda", dice. "Sin subvenciones de ninguna Administraci¨®n. Y se han dado cuenta de que somos gente muy seria y podemos generar unos est¨ªmulos, culturales y comerciales, que son muy buenos para nuestro pa¨ªs".
El futuro de los art¨ªfices de la cocina creativa pasa por servir de referencia, crear escuela, afinar el gusto del p¨²blico. Pedro Subijana, el cocinero que oficia en Akelare (San Sebasti¨¢n), est¨¢ convencido de que para ser competitivo desde la calidad hay que crear una buena red de escuelas de formaci¨®n integrales, con hincapi¨¦ en los idiomas, por ejemplo. "El gran triunfo de Francia es su red fabulosa de formaci¨®n", dice. Y luego est¨¢ el trabajo diario, resumido por Juan Mari Arzak en una simple frase: "S¨®lo hay una cosa para la evoluci¨®n, pensar como un ni?o y ser humilde".
Si Epicuro animaba al disfrute inteli-gente de los placeres de la mesa, la tecno-cocina le da la raz¨®n al fil¨®sofo griego, pues se nutre de ideas y conceptos, no de simples recetas. As¨ª alcanza una categor¨ªa superior. Joaqu¨ªn Felipe, del restaurante Europa Dec¨® del hotel Urban, en Madrid; Francisco Roncero, que cocina en el Casino de Madrid, y Enrique Mart¨ªnez, del restaurante Maher de Cintru¨¦nigo (Navarra), vuelven, como sus dem¨¢s colegas, contentos del viaje a Jap¨®n. "Esto enriquece la profesi¨®n, y al final unimos cada uno nuestras particulares ra¨ªces en un frente com¨²n", dice Mart¨ªn Berasategui. "Ma?ana ser¨¢ Nueva York, y pasado ma?ana iremos adonde haga falta".
M¨¢s informaci¨®n, en la p¨¢gina 'web': www.expoaichi2005.com.
La degradaci¨®n de la despensa
on su cara simp¨¢tica y su sentido com¨²n, Carme Ruscalleda, de 52 a?os, es la ¨²nica mujer que acude a Jap¨®n en compa?¨ªa de algunos de los grandes chefs de la cocina espa?ola. Cuando se pregunta a cocineros y cocineras el porqu¨¦ de que haya tan pocas mujeres en ese entorno privilegiado, comienzan a hablar de las dur¨ªsimas jornadas en los restaurantes, de la vida familiar y del tema de los ni?os. Carme Ruscalleda lo ha conseguido. "Para meterse en este mundo hace falta una familia que lo resista y un equipo que te siga", dice. "No te puedes automarginar, y los hijos son compartidos, son de los dos". Ella tuvo una ventaja. Cuando decidi¨® ser cocinera profesional, sus hijos ten¨ªan ya 4 y 10 a?os. "He hecho servicios con los ni?os llorando en la cocina", dice. "Un hijo siempre quiere rescatarte, y, aunque dura, creo que he sido una buena madre. Tuve la complicidad de mi propia madre y de mi marido, que trabaja conmigo". Su interpretaci¨®n del bacalao al estilo mediterr¨¢neo se considera un gran logro culinario. Y la animan la sensibilidad y el apasionamiento, cualidad esta ¨²ltima que ella considera necesaria para soportar los horarios de su tarea. Una de sus preocupaciones est¨¢ en "la degradaci¨®n de la despensa", y pide a las administraciones que protejan los buenos productos y alienten al m¨¢ximo la agricultura ecol¨®gica, a fin de que un tomate con aceite y la sal de un mar limpio no acabe siendo un lujo inalcanzable, como el caviar. Entre sus actividades se cuentan las recetas que prepara para una revista, pensadas para el usuario com¨²n. Son recetas que llevan poco trabajo, poca suciedad de los utensilios, poco tiempo y gran placer. Recetas que animan. "Porque si esto lo entiende la gente, la gente entender¨¢ lo de Ferran Adri¨¤"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.