La estepa asi¨¢tica de Espa?a
Un paisaje aragon¨¦s ¨²nico en Europa, emparentado con las estepas asi¨¢ticas. Tras sus tierras ¨¢ridas y descarnadas, Los Monegros esconden un tesoro natural hist¨®ricamente despreciado. Sus vecinos llevan un siglo pidiendo regad¨ªos. Hoy tambi¨¦n reclaman la protecci¨®n de sus ecosistemas.
Siete habitantes por kil¨®metro cuadrado, siete habitantes por kil¨®metro cuadrado. Manuel Conte, presidente de la comarca de Los Monegros, le da vueltas a la cifra como una obsesi¨®n para concluir que los monegrinos est¨¢n en alerta roja, en peligro de extinci¨®n. "Por debajo de los diez habitantes por kil¨®metro cuadrado, Naciones Unidas considera que un territorio est¨¢ desertizado. Y de la misma forma que algunas poblaciones de animales por debajo de una cantidad de ejemplares ya no son viables por s¨ª mismas, una poblaci¨®n humana que se mueve en esa proporci¨®n resulta muy dif¨ªcil de recuperar por su propia din¨¢mica".
Pocos, y en invierno recogidos, como ausentes. El cierzo sopla fuerte y fr¨ªo, y un paseo por Pallaruelo de Monegros, Castej¨®n de Monegros, Farlete o La Almolda se convierte en una melanc¨®lica excursi¨®n al minimalismo. Un paisaje-horizonte llano y extremo, sin apenas ¨¢rboles, s¨®lo alguna sabina, unos cielos grandes, sobrecogedores al atardecer, pueblos grises y ocres, como las tierras de yesos y margas, encerrados en s¨ª mismos. Y nadie?
Este invierno ha nevado en Los Monegros, algo poco habitual, y las manchas blancas acent¨²an la impresi¨®n de encontrarnos en una estepa asi¨¢tica, una enorme extensi¨®n de 2.765 kil¨®metros cuadrados, m¨¢s que la provincia de Vizcaya, que se extiende por Huesca y Zaragoza, con 50 pueblos y 21.000 habitantes, capital en Sari?ena. Una l¨ªnea recta de carretera, y a ambos lados, campos de cereales o un paisaje de terreno agrietado, de c¨¢rcavas, moldeado por la paciente y contumaz erosi¨®n del viento, el agua, el hielo. Frente al silencio, las aves. Menos mal que abundan las aves, y sisea un sis¨®n, y esos pueblos tan callados se llenan del ruido de las bandadas de gorriones y estorninos y el zureo de las palomas.
Hace cien a?os, los monegrinos miraban a su alrededor y no les gustaba, no le ve¨ªan encanto ni valor al paisaje, se les ca¨ªa el alma a los pies con tanta aridez (una pluviosidad que apenas llega a 300 mil¨ªmetros anuales), con una tierra tan pelada de la que poca cosa pod¨ªa sacarse. Por eso abrazaron con entusiasmo las teor¨ªas hidr¨¢ulicas de Joaqu¨ªn Costa a principios del siglo XX. Vieron en el regad¨ªo la salvaci¨®n a sus males, a tanto hast¨ªo y est¨ªo, y en Los Monegros arraig¨® fuerte el movimiento canalista. Hab¨ªa que llevar el regad¨ªo a esta tierra sufriente de Arag¨®n. Miraban y s¨®lo ve¨ªan un lugar para regar.
Casi un siglo despu¨¦s, a¨²n no se han al anzado las 100.000 hect¨¢reas que se previeron para la zona en el plan de riegos de 1915, aunque ya se han acotado las nuevas parcelas -hasta 2008 se ejecutar¨¢n 12.000 nuevas hect¨¢reas en Bujaraloz y Pe?alba-. Nuevos campos verdes que tendr¨¢n que convivir con las ZEPA (zonas de especial protecci¨®n para las aves, en cumplimiento de la normativa de la UE), que protegen en torno a un cuarto de la comarca y han supuesto, seg¨²n los agricultores, renunciar a 16.000 hect¨¢reas de regad¨ªo, lo que ha levantado muchos ¨¢nimos contra cualquier figura de protecci¨®n de la naturaleza.
A principios del siglo XXI, muchos monegrinos miran alrededor y ya no ven esa tierra severa que no les da nada, miran con entusiasmo, como Manuel Conte, que sigue d¨¢ndole vueltas al concepto de fijar la poblaci¨®n; como C¨¦sar Pedrocchi, ec¨®logo del Instituto Pirenaico de Jaca del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), que lleva 25 a?os poni¨¦ndole datos a la personalidad de esta estepa asi¨¢tica; como Javier Blasco Zumeta, que ha descubierto m¨¢s de 150 nuevas especies de invertebrados; como Rosa Pons, emprendedora alcaldesa de Alberuela de Tubo desde hace 14 a?os, que se devana la cabeza para darle vida a su pueblo, para que los j¨®venes se queden y se involucren en un futuro activo. Miran y hablan con ilusi¨®n.
Jos¨¦ Manuel Penella, agricultor y secretario provincial del sindicato agrario UAGA/COAG, reflexiona y reivindica: "Es que es normal que muchos se harten y protesten. Es que llevamos cien a?os esperando, y han llegado las ZEPA de Europa y la demanda de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO) por no demarcarlas, que paraliz¨® el nuevo plan de regad¨ªos, y luego el proyecto del PP de trasvase del Ebro? Claro, el enfado fue enorme. Los monegrinos no pod¨ªamos entender que tuvi¨¦ramos que esperar cien a?os para conseguir el agua, y, sin embargo, se la quisieran llevar urgentemente para regar los campos de golf de Valencia y Murcia". Manuel Conte: "Son los europeos los que nos lo han descubierto. Hasta ahora, la ¨²nica receta era el regad¨ªo. Despreci¨¢bamos nuestro paisaje. Ahora sabemos lo que tenemos y hay cuatro zonas que creo que habr¨ªa que proteger ya: la sierra de Alcubierre, la sierra de Gabarda, el monte Jubierre y las saladas del sur. Porque s¨®lo con agricultura y ganader¨ªa no podemos tirar". Rosa Pons: "En los ¨²ltimos a?os nos hemos centrado en buscar nuevos yacimientos de empleo, alternativos al sector primario, como el parque de agroturismo, vamos a empezar a hacer agricultura ecol¨®gica en una finca de 50 hect¨¢reas y el centro de interpretaci¨®n de los pueblos de colonizaci¨®n. Aqu¨ª a Sodeto vinimos 70 familias, entre ellos mis padres. Es una historia que no quer¨ªamos que se perdiera, la de todas esas poblaciones que nacieron con los grandes planes de regad¨ªo del franquismo; se crearon casi 300 n¨²cleos de poblaci¨®n en Espa?a; aqu¨ª, en Los Monegros, una decena. Mire, esto siempre ha estado aqu¨ª, s¨®lo que ahora lo miramos con otros ojos". C¨¦sar Pedrocchi: "La gran peculiaridad de Los Monegros es que se encuentran las mismas especies que en las estepas asi¨¢ticas, cuando Europa estaba unida con Asia en la crisis mesiniense, de desecaci¨®n del Mediterr¨¢neo, hace seis millones de a?os; es una estepa con vocaci¨®n asi¨¢tica, y en eso se diferencia de otras de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica".
Tiempos y sensibilidades han cambiado, y ahora la gente amante de su tierra subraya el "aqu¨ª cabe todo": regad¨ªos s¨ª, pero tambi¨¦n la protecci¨®n de este paisaje desgarrado, ¨²nico en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, extra?o en Europa: uno de los ecosistemas m¨¢s antiguos de la Pen¨ªnsula, que ha mantenido desde hace millones de a?os la personalidad de su diversidad biol¨®gica, y que conserva aves tan amenazadas y simb¨®licas como la avutarda. Miran a su alrededor y ven tanto que est¨¢n decididos a luchar por un parque natural o nacional.
C¨¦sar Pedrocchi aporta el an¨¢lisis cient¨ªfico: "El nuevo clima de la cuenca mediterr¨¢nea, mucho m¨¢s h¨²medo en su orilla norte, elimin¨® r¨¢pidamente las estepas, que quedaron relegadas a enclaves de la orilla sur, a Asia, a islas mediterr¨¢neas y a la costa oriental de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Mientras tanto, en Los Monegros, los cambios clim¨¢ticos llegaron siempre atenuados por la barrera de monta?as que los rodean, y ah¨ª permanece, como en una isla, un fragmento de la vegetaci¨®n mesiniense. En otros lugares de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica tambi¨¦n quedan estepas, amparadas por un clima ¨¢rido debido a su situaci¨®n m¨¢s meridional, y entre ellas est¨¢n claramente las almerienses, pero esas estepas est¨¢n en m¨¢s claro contacto con las norteafricanas. En Los Monegros, las distintas especies han tenido, ante esa cierta estabilidad del clima, la posibilidad de permanecer a lo largo de cinco millones de a?os sin evolucionar". Un tesoro guardado con 5.392 especies de flora y fauna descritas, donde destacan los 3.296 insectos, 306 ara?as, 164 aves y 1.210 plantas.
Javier Blasco Zumeta, maestro de Pina de Ebro, ha conseguido aumentar esa riqueza en m¨¢s de 150 especies. Es un enamorado de su tierra y sale al campo todos los d¨ªas; su afici¨®n se centraba en las aves, pero entre 1987 y 1997 le dio por los invertebrados. Recolectaba especies y mont¨® una red de m¨¢s de un centenar de expertos en todo el mundo -desde Kenia hasta Hawai- para mandarles las muestras y que le ilustraran. Javier Blasco es autodidacto, y, libro tras libro, carta tras carta, se hizo un experto en nuevas especies de insectos -"ahora me gustar¨ªa profundizar en los l¨ªquenes"-. Y noticia tras noticia, descubrimiento tras descubrimiento, result¨® que de sus env¨ªos salieron m¨¢s de 150 especies de invertebrados desconocidas hasta entonces: "?ste es el ¨²nico lugar del mundo donde est¨¢ comprobado que existen; adem¨¢s vieron que los parentescos m¨¢s cercanos no les ligan con especies de su entorno, sino de estepas centroasi¨¢ticas". Veinte especies llevan su nombre, que si Lepthotorax blascoi (una hormiga muy peque?a de color rojizo), que si Orthotylus blascoi (una chinche que se alimenta de las sabinas albares), que si Aphis blascoi (un pulg¨®n), y una peque?a mosca amarillenta de entre dos y cuatro mil¨ªmetros ha sido bautizada, en homenaje a sus dos hijas, Trixoscelis sabinaevae. "Este paisaje siempre ha estado muy poco valorado, y yo vi as¨ª la oportunidad de demostrar el valor de mi tierra. A ra¨ªz de todo esto han venido muchas misiones cient¨ªficas, que se quedan asombradas, ?pero qu¨¦ sitio es ¨¦ste?, les encanta".
Conte quiere darle la vuelta a la tortilla y a la tendencia: que la gente que se march¨® por la carretera vuelva; que en vez de trabajar en los pueblos y vivir en la ciudad, hagan el viaje de vuelta, que vivan en los pueblos y vayan a trabajar a Huesca o Zaragoza. "A fin de cuentas, aqu¨ª la vivienda les va a costar una tercera parte, y va a ser m¨¢s amplia y con jard¨ªn si quieren".
El viaje de vuelta, fijar la poblaci¨®n, poner en valor "lo nuestro", el agua. Temas que se repiten en espiral en la estepa. Como una obsesi¨®n, labrando surcos en la mentalidad de la gente, como la erosi¨®n en la arcilla. Manuel Conte le da vueltas: "Las buenas comunicaciones, las carreteras, son una maravilla, pero lo mismo que nos traen gente nos la llevan. El 85% de los maestros de la comarca no viven aqu¨ª, viven en la ciudad. Hay que buscar f¨®rmulas para fijar la poblaci¨®n. El regad¨ªo es necesario, lo es; pero no es la panacea. Con la maquinaria, la gente vive en la ciudad, viene tres o cuatro d¨ªas a la semana al campo y luego coge el coche y se marcha, no se quedan aqu¨ª. Hay que mantenerlos. En 1900 hab¨ªa 10.000 monegrinos m¨¢s que ahora: 30.000, y en esos niveles se mantuvo hasta los a?os sesenta, luego empez¨® a caer sin parar. No es una obsesi¨®n, es que es grave, es que desaparecemos. Perdimos poblaci¨®n incluso el a?o pasado, y eso que empadronamos a 800 inmigrantes en la comarca, sobre todo colombianos, ecuatorianos, ucranios y rumanos". Alfonso Salillas, alba?il y alcalde de Villanueva de Sijena, ha dejado pr¨¢cticamente de poner ladrillos para construir de otra manera: "Estamos intentando poner en valor lo nuestro, nuestra estepa. La gente de aqu¨ª lo ha despreciado. Debemos poner en valor lo que tenemos, porque tenemos mucho".
Entre los planes de la comarca de Los Monegros (un inciso: hay que aclarar que el Gobierno aut¨®nomo de Arag¨®n est¨¢ siguiendo un proceso de descentralizaci¨®n de competencias e inversiones a favor de sus 32 comarcas, similar al emprendido desde el Gobierno central con las comunidades aut¨®nomas; la demarcaci¨®n pol¨ªtica de la comarca de Los Monegros no coincide del todo con la geogr¨¢fica), entre esos planes figura crear una red de centros para atraer un turismo de cultura; ya est¨¢n abiertos el de la Laguna de Sari?ena y el de Miguel Servet (todo un revolucionario de la ciencia y la religi¨®n, nacido en Villanueva de Sijena), y est¨¢n a punto de inaugurarse el centro de los pueblos de colonizaci¨®n (en Sodeto) y el de la Guerra Civil (en Robres), con la figura gancho del escritor George Orwell, que estuvo batallando en Los Monegros en enero y febrero de 1937. Informar y entretener al visitante, para que la desertificaci¨®n de Los Monegros no sea tan rotunda. Frenar su erosi¨®n. Tras ese minimalismo hay muchas historias y batallas que contar. Como los insectos asi¨¢ticos que nadie conoc¨ªa, tras esa tierra erosionada hay mucho m¨¢s. Hay que saber mirar.
El viento y el agua y el hielo han ido esculpiendo extra?as esculturas en el paisaje. Cerros, tozales y pedestales. Arcillas moldeadas por la lluvia, escasa pero torrencial. Y el viento, que no para y corta. "El desierto vivo de Europa", es el lema de la comarca. "La paciencia como estrategia de supervivencia", es el lema de Pedrocchi para Los Monegros. Para su geolog¨ªa y sus colonias de invertebrados, sus agricultores y ahora sus defensores de la naturaleza.
Pueblos de paisajes extraterrestres, como Fraella, Marc¨¦n y Alberuela de Tubo con sus monolitos y torrollones (torres de areniscas con formas fant¨¢sticas), barrancos multicolores de Jubierre que nos trasladan a una peque?a Capadocia turca, c¨¢rcavas de arcillas, calizas y margas que por oxidaci¨®n adquieren tonos grises, rosas y rojizos, lomas y llanuras de p¨¢lidos yesos de gran riqueza bot¨¢nica. Y en esta tierra descarnada, patria de calandrias y alcaravanes, de gangas y ortegas, terreras marisme?as y alondras de Dupont, surge un nuevo orgullo.
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