Cante sacralizado

Tito Losada ha puesto en pie este interesante espect¨¢culo, que se divide en dos partes bien definidas. La m¨¢s importante es la segunda, una misa en la que los flamencos comparten protagonismo con el coro. Un coro de treinta y tantas voces, bien acoplado y con un buen entendimiento de lo jondo, que desarrolla con justeza y con gusto, al margen de la solemnidad propia del tema.

Los flamencos cumplen un dif¨ªcil cometido, porque adem¨¢s de hacer la parte de cante, toque y baile que les corresponde, tienen que encontrarse con las voces del coro. Lo hacen bien, sin alharacas, pero con enorme entrega y convicci¨®n. Los estilos flamencos surgen con naturalidad, sin que se violente la m¨²sica en ning¨²n momento. Tito Losada, autor de la misma, ha compuesto una partitura sencilla, que se limita a servir los temas con naturalidad y poco m¨¢s. Sobre ella los cantaores, percusionistas, guitarristas, hacen sus partes sin otros problemas que el de adecuar los vol¨²menes al coro. La parte de baile acusa un descenso de calidad, manteni¨¦ndose s¨®lo Rafael Martos con un cierto nivel de dignidad.