Entre rosa y amarillo
La crisis de Kirguizist¨¢n pareci¨® encauzarse ayer tras la votaci¨®n de Kurmanbek Bak¨ªyev como primer ministro por el nuevo Parlamento unicameral. Precisamente la elecci¨®n fraudulenta de esta C¨¢mara es la que desemboc¨® en las revueltas populares que provocaron la huida del presidente Askar Ak¨¢yev, que sigue sin dimitir. Pese al apoyo del Tribunal Supremo kirguiz a las C¨¢maras salientes, el reconocimiento de la legitimidad (con la excepci¨®n de algunos esca?os) del nuevo legislativo -en el que han logrado entrar algunos de los m¨¢s ricos del pa¨ªs, capaces de comprar algo m¨¢s que votos- ha permitido esta salida provisional, que, sin embargo, no disimula que la revuelta no ha podido unirse bajo un solo color y ha tenido que optar por el amarillo y el rosa.
Aunque no hay se?ales catastr¨®ficas de que esta naci¨®n pobre est¨¦ cayendo en el caos como pretende el exiliado Ak¨¢yev, no es seguro que llegue en buen estado a las elecciones presidenciales de junio, dada la rivalidad entre el nuevo primer ministro y F¨¦lix K¨²lov, un popular dirigente excarcelado y ahora al frente de los servicios de seguridad. La llegada a Bishkek de representantes y expertos constitucionalistas de la OSCE (Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa), el gran vigilante de la limpieza de las elecciones entre sus miembros, habr¨¢ servido para facilitar el acuerdo de ayer, pero la propia organizaci¨®n piensa que es precipitado garantizar comicios en junio sin que el pa¨ªs haya recuperado cierta estabilidad.
Aunque Bush haya incluido la revuelta que empez¨® en la capital kirguiz en la marcha global hacia la libertad, no es nada seguro que esta revoluci¨®n, en una zona de creciente importancia para la producci¨®n de energ¨ªa y el tr¨¢fico de hero¨ªna afgana, tenga un car¨¢cter prooccidental. Desde luego, s¨ª antirruso, o de tard¨ªo fin de la era sovi¨¦tica, aunque Kirguizist¨¢n requerir¨¢ una ayuda econ¨®mica de emergencia que Putin est¨¢ dispuesto a prestar pese a haber considerado "ileg¨ªtima" la rebeli¨®n del pasado jueves. En un pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana, otros vecinos temen que se refuercen los movimientos integristas, como los que China tiene entre los uigures de Xinjiang. La ecuaci¨®n est¨¢ cambiando, y cualquier movimiento, incluso en el olvidado Kirguizist¨¢n, tiene consecuencias m¨¢s all¨¢ de sus fronteras.
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