Ni en casa de pap¨¢ ni de mam¨¢
Los puntos de encuentro entre hijos y padres en litigio cumplen 10 a?os a la espera de una regulaci¨®n
Todo recuerda a una casa cualquiera, de una familia cualquiera con ni?os peque?os: una sala de estar, un tresillo, un televisor y juguetes por todas partes. Es precisamente lo que pretenden reproducir los puntos de encuentro familiares: la normalidad. Se crearon a mediados de los a?os noventa para garantizar el derecho de los ni?os a seguir viendo a sus padres cuando ¨¦stos est¨¢n inmersos en un proceso judicial por una denuncia de malos tratos, de abusos, o cuando en un proceso de divorcio, el juez ha retirado a uno de los progenitores la custodia de un hijo. En Espa?a hay unos 60 centros de este tipo, cofinanciados entre Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, comunidades aut¨®nomas y ayuntamientos.
En 2004, la red de casas de la Federaci¨®n Nacional de los Puntos de Encuentro para el Derecho de Visitas (Fedepe) atendi¨® a m¨¢s de 10.000 familias y realiz¨® unas 100.000 intervenciones. Pero estas instituciones, creadas por asociaciones y particulares, y que reciben ayudas p¨²blicas, carecen de regulaci¨®n homog¨¦nea.
El Defensor del Pueblo, Enrique M¨²gica, elabor¨® una recomendaci¨®n en diciembre en la que resaltaba la "eficacia" de los puntos de encuentro y ped¨ªa a las comunidades aut¨®nomas y al Ministerio de Justicia que, "ante las lagunas normativas existentes", se regulen "las caracter¨ªsticas, funcionamiento y prestaciones" de este tipo de centros. El Gobierno ha indicado que este a?o se le dar¨¢ "un impulso definitivo" a esta instituci¨®n.
Dentro de la ley
Durante la tramitaci¨®n de la Ley de Violencia de G¨¦nero, la presidenta de Fedepe, Marisa Sacrist¨¢n, compareci¨® en la comisi¨®n de Trabajo y Asuntos Sociales del Congreso para pedir que los puntos de encuentro fueran regulados a trav¨¦s de dicha ley.
"Pedimos que se aplique una misma metodolog¨ªa en todos los centros, que los horarios sean los mismos, que los trabajadores tengan una preparaci¨®n adecuada", indica Sacrist¨¢n quien, adem¨¢s de presidir Fedepe, es responsable de la Asociaci¨®n para la Protecci¨®n del Menor en los Procesos de Separaci¨®n de sus Progenitores (Aprome), organizaci¨®n con 15 puntos de encuentro repartidos entre Castilla y Le¨®n y Madrid y que, desde su creaci¨®n en 1994, ha atendido a 3.000 familias en m¨¢s de 40.000 intervenciones. La ley contra la violencia de g¨¦nero no menciona los puntos de encuentro. "Son un servicio social, y las competencias est¨¢n transferidas", explica la secretaria de Estado de Servicios Sociales, Amparo Valcarce. Cada a?o, Trabajo destina unos tres millones de euros para financiar estos centros.
"Firmamos convenios con las comunidades aut¨®nomas, que tambi¨¦n aportan financiaci¨®n. No existe legislaci¨®n, pero nosotros establecemos unos criterios para conceder esas ayudas. El punto de encuentro debe estar equipado debidamente, con un personal profesional y multidisciplinar, y ser gestionado por alguna instituci¨®n p¨²blica o por entidades sin ¨¢nimo de lucro", explica Valcarce. Fedepe pide que se implante un punto de encuentro al menos en cada capital de provincia. "El criterio para establecerlos debe ser el de la poblaci¨®n de las ciudades, no que sean capitales", afirma Valcarce.
Cuando un miembro de la pareja denuncia a otro por malos tratos, el juez puede decretar una orden de alejamiento, suspender la custodia del denunciado sobre sus hijos y decretar un r¨¦gimen de visitas. "Muchos jueces nos conf¨ªan con una providencia la labor de mediar entre los c¨®nyuges, siempre atendiendo al inter¨¦s del menor", indica Sacrist¨¢n.
Una entrevista con los denunciados, efectuada por psic¨®logos y trabajadores sociales, y el estudio de cada caso, permiten determinar qu¨¦ r¨¦gimen de visitas se va a establecer. Existen tres categor¨ªas: las visitas tuteladas, en las que el personal del punto de encuentro est¨¢ presente junto al menor y el progenitor (se suelen decretar cuando se sospecha que ha habido maltrato a menores, o si el progenitor tiene alguna adicci¨®n); las visitas internas, en las que el padre debe permanecer en el centro con su hijo, pero disfruta de cierta intimidad y las visitas externas, en las que el padre o la madre pueden llevarse al ni?o unas horas. "Suelen ir al cine, o a merendar", indica la psic¨®loga Beatriz Maldonado.
En un centro de Madrid, por la tarde, la actividad es fren¨¦tica. Llaman a la puerta constantemente. Un padre entra y es conducido a una sala cerrada. Al rato suena el timbre de nuevo. Una madre viene a dejar a su hijo y se marcha. Entonces el personal lleva al ni?o junto al padre. Los progenitores ni se han visto de lejos. Por unas horas el padre se esforzar¨¢ por que su hijo pase una tarde lo m¨¢s normal posible.
"La mayor¨ªa de denunciados son hombres y acuden al centro para ver a sus hijos sin violar la orden de alejamiento", explica Marisa Sacrist¨¢n. "Viene todo tipo de gente, la mayor¨ªa espa?oles, con buen nivel sociocultural y econ¨®mico", indica Maldonado, psic¨®loga de Aprome. "Tambi¨¦n presos con permiso, o en libertad provisional. Son los que mejor se portan", a?ade Sacrist¨¢n.
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