El discutido velo de Aukera Guztiak
El Supremo anul¨® el pasado fin de semana las candidaturas a las elecciones vascas presentadas por Aukera Guztiak (AG) por entender que esa agrupaci¨®n de electores asume objetivamente el papel anteriormente desempe?ado ante las urnas por Batasuna. Una sentencia de 27 de marzo de 2003 del alto tribunal ya hab¨ªa ilegalizado a esa formaci¨®n partidista (con tal nombre o bajo las denominaciones de Herri Batasuna y Euskal Herritarrok) por operar como "complemento", "apoyo pol¨ªtico" y "legitimador" de ETA; la resoluci¨®n extendi¨® la interdicci¨®n a cualquier tentativa futura de continuar -en fraude de ley o con abuso de personalidad jur¨ªdica- las actividades de la formaci¨®n pol¨ªtica disuelta mediante la creaci¨®n de nuevas siglas o la utilizaci¨®n de otras ya existentes. La disposici¨®n adicional segunda de la ley de partidos de 27 de junio de 2002 -que fue la norma aplicada por el Supremo para disolver Batasuna- modific¨® tambi¨¦n el r¨¦gimen electoral de 1985 a fin de cerrar el paso a otra posible forma encubierta de enga?o: la concurrencia a las urnas de agrupaciones de electores -como AG- que vinieran a suceder de hecho la actividad de un partido judicialmente ilegalizado.
La anulaci¨®n de las listas de AG era previsible: dos fallos dictados por el Supremo sobre la misma materia con ocasi¨®n de las municipales de 2003 y las europeas de 2004 trazaron las l¨ªneas maestras de la jurisprudencia al respecto. Los magistrados del alto tribunal s¨®lo han tenido que refinar sus t¨¦cnicas de levantamiento del velo para descubrir el abuso del derecho perpetrado ahora mediante nuevos m¨¦todos de ocultamiento fraudulento aprendidos por Batasuna a lo largo de sus experiencias anteriores. El anunciado recurso de AG ante el Constitucional, que ya hab¨ªa desestimado los amparos presentados contra las sentencias del Supremo antes citadas, tampoco cuenta con precedentes favorables; no cabe olvidar, sin embargo, que los enfoques de ambos tribunales sobre la interpretaci¨®n de los derechos fundamentales a veces discrepan.
Tanta la maliciosa rebusca de falacias leguleyas dentro de los intersticios del Estado de derecho como los leg¨ªtimos debates acad¨¦micos sobre algunos puntos de fricci¨®n entre la ley de partidos y las garant¨ªas constitucionales (la perentoriedad de los plazos del recurso electoral, el derecho pasivo al sufragio, la eficacia probatoria de los indicios aportados para demostrar la continuidad de una agrupaci¨®n electoral respecto a la formaci¨®n pol¨ªtica disuelta) han sido utilizados por el Gobierno de Vitoria para criticar demag¨®gicamente la sentencia del Supremo y presentar a los magistrados como serviles correas de transmisi¨®n de las ¨®rdenes del PSOE y del PP. La grosera descalificaci¨®n del Poder Judicial por el lehendakari ha ido acompa?ada del gesto farisaico de recibir a una delegaci¨®n de AG para solidarizarse con los perjudicados por una sentencia que favorece en cambio sus intereses electorales.
En cualquier caso, las relaciones de AG con el mundo del nacionalismo radical ocupan el centro del debate. Si la sentencia civil de disoluci¨®n de Batasuna dictada por el Supremo al amparo de la ley de partidos de 2002 dio por probada su condici¨®n de brazo pol¨ªtico de ETA, las investigaciones de Baltasar Garz¨®n como juez instructor de sumarios penales han hecho aflorar durante estos a?os la constelaci¨®n de organizaciones legales, alegales e ilegales creadas por la banda terrorista para cumplir tareas no s¨®lo parlamentarias, sino tambi¨¦n financieras, municipales, educativas, asistenciales, juveniles, culturales, feministas, deportivas, recreativas y de apoyo a los presos. Definido en sentido amplio, el mundo de ETA no se limita a los comandos encargados de perpetrar los atentados, sino que incluye tambi¨¦n a quienes los ordenan, apoyan o encubren. ?Cu¨¢l es el papel teatral asignado a AG en este drama por el deus ex machina que act¨²a de empresario? Razonamientos jur¨ªdicos aparte, la gente guiada por el principio de realidad y movida por la buena fe no tendr¨¢ demasiadas dudas a la hora de concluir que el gui¨®n de la agrupaci¨®n de electores para las auton¨®micas vascas fue escrito por Batasuna, aunque una parte de los tramoyistas, los actores y la claque est¨¦n convencidos de su acrisolada independencia.
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