L¨¦vi-Strauss: "Mi incapacidad para la actualidad me llev¨® a las tribus primitivas"
El antrop¨®logo franc¨¦s acepta en Par¨ªs el XVII Premi Internacional Catalunya
El etn¨®logo franc¨¦s Claude L¨¦vi-Strauss (Bruselas, 1908) agradeci¨® ayer, desde la oficina de la Generalitat catalana en Par¨ªs, el que se le hubiera coronado con el XVII Premi Internacional Catalunya (dotado con 80.000 euros), un galard¨®n creado en 1989 y que cuenta con una lista de ganadores ilustres encabezada por el fil¨®sofo austriaco Karl Popper. L¨¦vi-Strauss brome¨® con su edad -"la verdad es que a los 97 a?os ya no te dan premios, pero tampoco te invitan a participar en su concesi¨®n. ?ste, por inesperado, me hace sentir joven"- y respondi¨® con extraordinaria precisi¨®n a las preguntas.
No quiso hacer ninguna valoraci¨®n sobre la situaci¨®n del mundo actual porque, afirm¨®, "mi oficio, mi especialidad, son las civilizaciones primitivas, lejanas y desconocidas. Me interes¨¦ por ellas conscientemente, no por azar, entre otras razones, por considerarme poco dotado para analizar eso que llamamos actualidad". L¨¦vi-Strauss ha explicado en diversas oportunidades que su pasi¨®n juvenil por la pol¨ªtica hizo que militara por la causa pacifista antes de que Hitler comenzase la II Guerra Mundial y que estima que errores de ese tipo desautorizan para siempre a un pol¨ªtico. "Y hay que saber sacar consecuencias de los errores".
No acept¨® que se le tratase como "padre del estructuralismo" porque "tras la denominaci¨®n de estructuralismo est¨¢ una voluntad de convertir en doctrina, en corriente de pensamiento o escuela filos¨®fica lo que empez¨® siendo un m¨¦todo de trabajo. En mi investigaci¨®n lo determinante era intentar poner un poco de orden y rigor en las ciencias del hombre. Quise trabajar en ¨¢reas determinadas, precisas, que permitiesen un an¨¢lisis sin interferencias, y por eso eleg¨ª sociedades primitivas en las que era posible aplicar mis principios".
En el transcurso de la conversaci¨®n, L¨¦vi-Strauss record¨® su trabajo en el Mus¨¦e de l'Homme y dijo sentirse "orgulloso de haber participado en un proyecto que era revolucionario, pero que entonces pod¨ªa desarrollarse porque en un mismo planeta viv¨ªamos gente muy distinta, culturas y sociedades que no sab¨ªan de la existencia de otras. Hoy, si quieres poder hacer trabajo de campo con los ind¨ªgenas de Nueva Guinea, antes tienes que regalarles un saco de caf¨¦ y un Toyota". Esa constataci¨®n de una cierta uniformizaci¨®n del mundo no le lleva a dar por muerto el oficio de antrop¨®logo: "1) Esas tribus, no por el simple hecho de tener un coche, se transforman total y absolutamente Es m¨¢s, incluso en el caso de que hayan adoptado las maneras y creencias de los occidentales siguen conservando la memoria de otro mundo y otros valores, de informaciones que nunca han sido recogidas. 2) A todo ello hay que a?adirle que la homogeneizaci¨®n del mundo no impide que surjan otro tipo de diferencias, que lo que se iguala por un lado no pueda tener su identidad propia por otro. Un antrop¨®logo moderno ha de saber descubrirlas. Por ¨²ltimo, incluso suponiendo que los puntos 1 y 2 sean falsos, eso no impide que hoy sigamos interes¨¢ndonos por la Roma y la Grecia cl¨¢sicas, por las antiguas civilizaciones de la India, y por los miles y miles de documentos apilados en bibliotecas y archivos que esperan que alguien los descifre y los ponga en contacto con otros saberes".
Cr¨ªtica demoledora
El libro m¨¢s conocido de la monumental obra de L¨¦vi-Strauss, b¨¢sica en su an¨¢lisis de las estructuras elementales del parentesco, es Tristes tr¨®picos (1955), fruto de viajes realizados a?os antes. En ¨¦l L¨¦vi-Strauss hace una cr¨ªtica feroz y profunda del islam -"donde el orden social se disfraza con prestigios de orden sobrenatural, donde la pol¨ªtica se transforma en teolog¨ªa"- que hoy nadie se atreve a formular de manera tan respetuosa al tiempo que demoledora, pues se oscila entre el elogio de una tradici¨®n de tolerancia que ocultan los gritos y la sangre, o en una condenaci¨®n radical ahist¨®rica. "Lo que escrib¨ª entonces es lo que entonces pensaba. En Tristes tr¨®picos, que empez¨® como una novela, quise poner sobre el papel todas las ideas que se me iban ocurriendo, fue un esfuerzo por reflejar sinceramente lo que yo cre¨ªa. Pero a un libro planteado en esos t¨¦rminos no hay que pedirle lo que no puede dar", sonr¨ªe maliciosamente un L¨¦vi-Strauss fatigado y prudente que, despu¨¦s de agradecer la llamada telef¨®nica del presidente Pasqual Maragall, pide levantar la sesi¨®n. Quiere volver a su casa.
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