A un tris de prevaricar en Fontanars
El autor cree que al Ayuntamiento de los Alforins le han aconsejado err¨®neamente, haci¨¦ndole confundir calidad de vida con desarrollo econ¨®mico desaforado
Durante dos a?os (1998-2000) estuve trabajando en un proyecto comarcal en la Vall d'Albaida. Ello me permiti¨® acercarme de nuevo a rincones que forman parte de los recuerdos ¨ªntimos de mi infancia en Vallada, en la vecina comarca de la Costera. Recolectar setas en la Balarma y subir al alto de la Creu, eran emociones indescriptibles para un ni?o de ocho a?os all¨¢ por la d¨¦cada de los a?os 60 del pasado siglo. Desde aquellos 900 metros de altitud de la Creu, mi padre me describ¨ªa la vecina comarca de la Vall d'Albaida: "Mira Paquito aix¨° ¨¦s Ontinyent, i all¨® de m¨¦s al fons la serra Mariola, on cada any neva molt. Cap al ponent hi ha un poblet molt menut que s'anomena Fontanars, on va la banda de m¨²sica a tocar per festes... A Fontanars hi ha molta vinya i cultiven el cereal, com a Castella..." Los recuerdos de mi infancia y la ilusi¨®n de recorrer el imaginario geogr¨¢fico que mi padre me mostraba desde la cima m¨¢s elevada de la Serra Grossa, se har¨ªan realidad con el tiempo, y con un grado de precisi¨®n que jam¨¢s hubiera intuido de ni?o. El largo y apasionante periplo vital, con la ciudad de Valencia y los estudios de geograf¨ªa de por medio, me llevaron, 35 a?os despu¨¦s, a la Vall d'Albaida con un proyecto novedoso de ecogu¨ªa comarcal. Merced a dicho trabajo me acerqu¨¦ a parte de sus secretos m¨¢s rec¨®nditos.
Si la urbanizaci¨®n se hiciera, el Ayuntamiento cometer¨ªa la peor agresi¨®n contra s¨ª mismo
El equilibrio entre paisaje y paisanaje que existe en las comarcas del interior se tambalea
Para m¨ª, fue entra?able descubrir Fontanars dels Alforins y sus peculiaridades bot¨¢nicas y paisaj¨ªsticas. A quienes optan por la bicicleta o la caminata, el trayecto hasta Fontanars desde la estaci¨®n de Renfe de Ontinyent les permite percibir de cerca la parte m¨¢s occidental de la comarca. El t¨¦rmino municipal de Fontanars dels Alforins, es un territorio de tr¨¢nsito a la altiplanicie castellana, lo cual se refleja en su fisiograf¨ªa llana y en el clima continental. Los Alforins ofrecen unos paisajes evocadores de las bell¨ªsimas campi?as toscanas en Italia o incluso, a veces, del mundo h¨²medo atl¨¢ntico.
A¨²n sobre el extremo occidental del t¨¦rmino de Ontinyent, el viajero ya vislumbra el mosaico r¨²stico de las heretats que ver¨¢ de continuo cuando llegue al llano de los Alforins. Una heredad es una unidad de explotaci¨®n agr¨ªcola conformada por sus campos de cultivo y en ella tambi¨¦n se incluye edificio inmueble: el destinado a la familia del casero m¨¢s, acaso, el reservado a residencia vacacional del propietario y que var¨ªa entre construcci¨®n aneja o adosada a la anterior.
Se puede ascender a la altiplanicie de la comarca a trav¨¦s de caminos hist¨®ricos integrados de manera maravillosa en el paisaje, tal es el caso del de Biar, el de Gamellons, o la senda de los Enginyers, alcanz¨¢ndose la cumbre del baluarte meridional del valle, cuyo relieve describe el or¨®nimo rotundo que lo denomina: la Replana.
Reci¨¦n llegado a la planicie de Alforins por uno de esos vericuetos, la Carrasca Gran se muestra en una vaguada al viajero atento. La singularidad de la cual s¨®lo se valora entreg¨¢ndose a su amparo. A resguardo de la calidez de los cuarenta y tres pasos del di¨¢metro de la sombra que la copa del ¨¢rbol proyecta a la hora del mediod¨ªa. Es un prodigio de la naturaleza que pide a gritos su catalogaci¨®n como ¨¢rbol monumental. Desde el suelo surge en dos troncos que alcanzan cada uno los 4 metros de per¨ªmetro. Y all¨ª, observando su desmesura en mi primera visita, pensaba cu¨¢n preciada sombra y frescor ofrecer¨ªa este magn¨ªfico ¨¢rbol en verano; qu¨¦ buen cobijo cuando el fr¨ªo se vuelve exigente en invierno, cu¨¢nto alimento y refugio para los seres vivos que merodean por su entorno; cu¨¢nto humus ofertado de manera generosa al suelo f¨¦rtil para las plantas vecinas... ?C¨®mo hipnotiza su belleza! Acercarse a sus brazos, pegarse a ella, escucharla, dejar pasar el tiempo sin cuento. Todo eso y m¨¢s, har¨ªais, seguro, si la descubrieseis.
Los alrededores de la carrasca tambi¨¦n bien merecen una mirada atenta, con sus campos de cereales rodeados de pinadas, que componen un paisaje rural y cultural armonioso. Con suelos rojos que aportan unas tonalidades de gran fuerza est¨¦tica y visual. Tierras de gran fertilidad ya descritas a finales del siglo XVIII por el bot¨¢nico Cavanilles: "Las llanuras de los Alforins ofrecen un suelo de marga roxiza, que a diferente profundidad descansa sobre la marga blanquecina, y en las faldas de los montes del valle ¨¢ 60 y mas pies de las raices se ve marga roxiza, que parece notar la l¨ªnea hasta donde lleg¨® el terraplen del valle".
Ya cerca, Fontanars dels Alforins, con sus excelentes vinos paridos por los f¨¦rtiles suelos y reposados en el silencio fr¨¢gil que los envuelve, invita a escuchar el trabajo de su elaboraci¨®n y a dejarse embriagar por la paz variable de los bares del pueblo. Con el sosiego del buen vivir de un paisanaje de tan s¨®lo un millar de almas.
El equlibrio entre paisaje y paisanaje pac¨ªficos que todav¨ªa hoy persiste en las tierras valencianas interiores, se tambalea. Los entornos equilibrados de Fontanars, su quietud, la ruralidad, la armon¨ªa del vecindario, la Carrasca Gran y su identidad cultural y etnogr¨¢fica, se enfrentan al enemigo m¨¢s perverso: el del aniquilamiento de sus perfiles naturales mediante el proyecto de un campo de golf, m¨¢s la urbanizaci¨®n exc¨¦ntrica y dispersa asociada. Si alguien pens¨® alguna vez que la fiebre depredadora del territorio que son los campos de golf y las urbanizaciones que conllevan se ce?ir¨ªa solamente a la franja costera y prelitoral, se equivocaba.
El af¨¢n urbanizador y especulativo no conoce verg¨¹enza a la hora de extenderse como mancha de aceite hasta impregnar lugares indefensos que debieron haber sido objeto de protecci¨®n administrativa. Ser¨ªa ¨¦sa la posibilidad ¨²nica de mantener la identidad y dignidad del pueblo valenciano. Pero si alguien espera del Gobierno auton¨®mico alguna consideraci¨®n al respecto que no sea otra que la de m¨¢s cemento, andar¨¢ igualmente errado.
Los mil habitantes de Fontanars deber¨ªan hacer cuentas del impacto que sobre ellos ejercer¨¢ la llegada de una colonia de procedencia diversa y hasta tres veces superior a la actual en escasos a?os -eso s¨ª, estos inmigrantes, lo ser¨¢n con chequera y chaqu¨¦. Impacto demogr¨¢fico, social, y cultural. El reglamento maleable de la ley valenciana de Impacto Ambiental no contempla el impacto del aplastamiento que sufrir¨¢ la comunidad preexistente al ser invadida por el alud humano intruso. Ello lo convierte en norma f¨²til, y en herramienta al servicio de la especulaci¨®n y de la destrucci¨®n sistem¨¢tica del territorio. Se?ores de las Cortes: les va en el sueldo, hagan que la ley de impactos contemple una obligada proporcionalidad de las colonias sobrevenidas respecto a las comunidades humanas residentes en el lugar de acogida.
De consumarse esta actuaci¨®n, todo lo argumentado hasta ahora por los agentes sociales y las administraciones, todo lo enderezado mediante acciones aisladas de la sociedad voluntariosa y concienciada, todo lo legislado hasta hoy sobre el amplio abanico de sostenibilidad ambiental, la Agenda 21 incluida, y Kioto y cualesquiera otros protocolos de intervenci¨®n, no sirven a la sociedad de la que emanaron. Todo era falso e in¨²til, dir¨ªan a carcajadas quienes se ciscan en lo sagrado del territorio corriendo tras la estela del becerro de oro.
Al Ayuntamiento de Fontanars est¨¢n en un tris de llevarlo a prevaricar. Le han aconsejado mendazmente, haci¨¦ndole confundir calidad de vida y desarrollo sostenible, con desarrollo econ¨®mico desaforado y productos interiores brutos. La chispa que inflama la especulaci¨®n ha saltado hacia poniente, a los Alforins, donde no s¨®lo el suelo r¨²stico est¨¢ a precios de ganga. La indefensi¨®n por la desmovilizaci¨®n de una sociedad ind¨ªgena mayoritariamente clientelar debi¨® ser una variable calculada fr¨ªamente, inducida y garantizada de antemano.
Con estos mimbres se podr¨ªa dar por seguro el cesto de la aprobaci¨®n del proyecto por el ayuntamiento, transcurrida la exposici¨®n p¨²blica, y la posterior recalificaci¨®n de las heredades. Las plusval¨ªas que ello generase ser¨ªan algo as¨ª como el Gordo de la Navidad a mitad de a?o, a las cuales el Ayuntamiento mismo y el pueblo de Fontanars se limitar¨ªan a verlas pasar.
Si el campo de golf y la urbanizaci¨®n exc¨¦ntrica de Fontanars dels Alforins se llevaran a cabo, el Ayuntamiento, al aprobarlo, habr¨ªa perpetrado la peor agresi¨®n contra s¨ª mismo. Habr¨ªa levantado acta de su insensibilidad, su nula visi¨®n de futuro y su desd¨¦n por la dignidad de la propia instituci¨®n, y la colectividad humana a la que representa y administra. Deber¨ªan dimitir ahora mismo, en ese caso, ellos y quienes les alientan (o les inducen al yerro) desde el seno del Gobierno Valenciano.
Paco Tortosa es doctor en Geograf¨ªa
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.