La UVA de Hortaleza, patrimonio cultural y de vivienda social
La Unidad Vecinal de Absorci¨®n fue galardonada por un jurado internacional integrado por Le Corbusier y Louis Khan.
La ya iniciada demolici¨®n y a¨²n posible conservaci¨®n de la Unidad Vecinal de Absorci¨®n (UVA) de Hortaleza, construida en 1963 por un equipo de arquitectos e ingenieros -con profesionales de la talla de Fernando Higueras o Antonio Mir¨®-, plantea dos cuestiones esenciales: la condici¨®n de patrimonio cultural de elementos y conjuntos cotidianos de la arquitectura contempor¨¢nea y el papel que la vivienda social ocupa en nuestro proyecto de sociedad.
Las Unidades Vecinales de Absorci¨®n fueron, en su d¨ªa, propuestas del Instituto Nacional de la Vivienda para combatir el chabolismo, en lo que entonces era periferia de Madrid. Se planificaron como construcciones prefabricadas, de car¨¢cter provisional -aunque luego se prolongaran en el tiempo m¨¢s all¨¢ de los cinco a?os de vida previstos en su origen- y levantadas en lugares estrat¨¦gicos, particularmente emblem¨¢ticos del chabolismo que configuraba buena parte del paisaje periurbano madrile?o: Fuencarral, Hortaleza, Vallecas, Villaverde...
Su original concepci¨®n, inspirada en el esp¨ªritu y los valores de la arquitectura popular meridional; los materiales utilizados -permanentes y no provisionales o prefabricados, como quer¨ªa el encargo inicial-, as¨ª como los equipamientos sanitarios de que fueron dotadas sus viviendas, m¨¢s all¨¢ tambi¨¦n de las previsiones iniciales; su propio dise?o y organizaci¨®n, influidos por las ideas racionalistas, hacen de esta UVA un barrio y conjunto muy singular en la arquitectura y el urbanismo madrile?os de la ¨¦poca. Formado por bloques de dos alturas, rodeados de amplios corredores abiertos y con un tratamiento paisaj¨ªstico inusitado entonces para este tipo de viviendas, el barrio -pese a su degradaci¨®n actual- expresa una forma de generar cohesi¨®n social.
Si el destino de estas Unidades Vecinales de Absorci¨®n era desaparecer una vez resuelto el chabolismo que les dio origen, el hecho de conservar aquella que fue objeto de un reconocimiento internacional y que hoy se nos muestra, todav¨ªa, en su planteamiento como una alternativa v¨¢lida y ejemplar a la lacra de la infravivienda, deber¨ªa plantearse en t¨¦rminos de ¨¦tica social y cultural. Su destrucci¨®n, ante el avance del rodillo urbanista -ya hay tres torres construidas en su borde-, supondr¨ªa la p¨¦rdida de un testimonio y de una clave esencial para entender la progresi¨®n urbana de nuestra ciudad, su continuidad y las vicisitudes de la vida cotidiana en una ¨¦poca todav¨ªa cercana y particularmente dif¨ªcil para tantas personas.
Por otra parte, su valor arquitect¨®nico y urban¨ªstico, valor cultural en definitiva, hace de este conjunto un elemento importante de ese acervo que consideramos como patrimonio com¨²n y un referente moral para el urbanismo futuro. Su significado como alternativa al chabolismo -en una ¨¦poca hist¨®rica marcada, en tantos ¨®rdenes, por la miseria-, su propuesta como forma de vida "humana", reconocida por el X Congreso de la Uni¨®n Internacional de Arquitectos en Buenos Aires, mediante un jurado del que formaron parte Louis Khan y Le Corbusier, abri¨® entonces puertas a la esperanza de muchas personas que buscaron en la ciudad su propia supervivencia y una vida digna para los suyos. Y algunos la encontraron -aunque precaria a los ojos de hoy- en esa comunidad urbana de Hortaleza, ciertamente modesta, pero que conserva todav¨ªa sus caracter¨ªsticas, sus lugares de habitaci¨®n y de encuentro: plaza, escuela e iglesia.
Su conservaci¨®n, rehabilitaci¨®n y nuevo uso ofrecen una oportunidad excepcional para activar, de una manera innovadora y audaz, la legislaci¨®n vigente en materia de patrimonio cultural, tanto a nivel nacional como internacional. Ello demostrar¨ªa que el patrimonio cultural no s¨®lo est¨¢ formado por elementos "de prestigio", situados en las zonas m¨¢s nobles y privilegiadas de la ciudad, y que su ejemplaridad no radica tan s¨®lo en esos valores, hist¨®ricos aunque recientes en este caso, sino tambi¨¦n en todo lo que encierra de valor inmaterial como propuesta "humana" de vivienda y de convivencia social, en su propia dimensi¨®n antropol¨®gica. Porque la unidad conserva todav¨ªa, en su concepci¨®n y planeamiento, lecciones y principios susceptibles de inspirar propuestas modernas y actualizadas en materia de vivienda social.
Quiz¨¢ sus viviendas resulten obsoletas, hoy, para quienes las habitan desde hace largos a?os y aspiran, de manera leg¨ªtima, a una vivienda mejor. Resulta obvio que la conservaci¨®n del conjunto no puede efectuarse a su costa. Sin embargo, la "nueva pobreza" que desgraciadamente padecemos en la sociedad globalizada, los grupos marginales o problem¨¢ticos que surgen en nuestro propio cuerpo social y las nuevas corrientes migratorias vuelven a plantear, como en los a?os cincuenta y sesenta, el problema de la infravivienda para quienes vienen a la ciudad -a nuestro pa¨ªs- en busca de una vida m¨¢s justa.
Vuelve, con ellos, una problem¨¢tica que ya conocemos, pero lo hace bajo un signo nuevo: el signo de lo multicultural, de lo multirreligioso, de lo multi¨¦tnico. ?Qu¨¦ oportunidad rehabilitar en esa perspectiva y conservar como experiencia de vivienda y de convivencia social esta UVA de Hortaleza, cuando vemos caer, dinamitados, los barrios o "cit¨¦s" que en otras latitudes fueron s¨ªmbolo del fracaso urban¨ªstico y social, en circunstancias humanas y para grupos sociales muy similares!
Jos¨¦ Mar¨ªa Ballester ha sido director de Patrimonio Cultural del Consejo de Europa.
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