"Soy miedoso pero impulsivo"
Un cuarto de siglo separa al entusiasta joven que entraba en escena en el viejo Teatre Lliure con un espectacular salto mortal para interpretar a Gavestone, el amante del rey Eduardo II de Inglaterra (Josep Maria Flotats), del hombre maduro de densa corpulencia, padre de dos hijos, que encarna ahora en el nuevo Lliure el papel del ¨¢cido y desmesurado Bruscon, el protagonista de Der Theatermacher, de Thomas Bernhard. El actor catal¨¢n Llu¨ªs Homar (Barcelona, 1957) tiene a sus espaldas una carrera esc¨¦nica sensacional, en la que no falta Hamlet, y un presente a todas luces muy dulce en el que su rostro fuerte, al que sin embargo asoma una desconcertante vulnerabilidad, se multiplica en las pantallas de cine y televisi¨®n.
"En nuestro trabajo tenemos la posibilidad de inventarnos, pero luego la vida te pone en tu sitio y te dice lo que de verdad eres"
"Cuando le encuentras el gusto al primer plano y el director te da tiempo, logras en cine algo que en teatro es imposible"
"Es una coincidencia", dice Homar del hecho de que parece estar por todas partes. "El a?o pasado hice mucho cine y muchas tv movies y ahora sale todo junto. Est¨¢ tambi¨¦n la aparici¨®n en tres cap¨ªtulos de Motivos personales, la serie de Tele 5. Y se va a estrenar, el d¨ªa 6, Reinas, de Manuel G¨®mez Pereira, y el 27, en el Festival de M¨¢laga, Morir en San Hilario, de Laura Ma?¨¢, que rodamos en Argentina". Homar parece ahogar un bostezo, pero no es porque le aburra hablar de s¨ª mismo, sino porque su hijo menor, de un a?o de edad, no le duerme, lo que si para un padre corriente ya es un drama, para un actor que ha debido memorizar las 90 p¨¢ginas de texto de Bernhard sin puntos ni comas que constituyen su papel en Der Theatermacher -"una matada"- roza lo tr¨¢gico. Homar est¨¢ sin embargo entusiasmado con ese papel y esa funci¨®n que dirige Xavier Albert¨ª, y tiene su estreno oficial el martes pr¨®ximo, pero procura disimular lo bien que les ha quedado para no tentar a los dioses del teatro, a los que tanto gusta, es sabido, castigar a los orgullosos.
El espect¨¢culo teatral le ha obligado a dejar otras sabrosas oportunidades cinematogr¨¢ficas, entre ellas hacer un papel en El capit¨¢n Alatriste, algo que le duele especialmente a alguien que lo pasaba estupendamente lanzando estocadas -con buenas maneras- en la escabechina final de Hamlet.
Homar cumplir¨¢ 48 a?os el 20 de abril y, llevado de una curiosa vena m¨¢ntica, explica que los a?os de su signo del hor¨®scopo chino, Gallo, como ¨¦ste, le son muy propicios: en a?os as¨ª protagoniz¨® La pla?a del Diamant, con S¨ªlvia Munt, y firm¨® su primera direcci¨®n esc¨¦nica (El barret de cascabells, un Pirandello). Casi no se atreve uno a se?alarle que su cumplea?os es el mismo d¨ªa que el de Hitler. "?S¨ª, lo s¨¦!", exclama. "Y en la obra de Bernhard se habla de Hitler y hay un retrato suyo colgado en una pared en escena. En mi carta astral", a?ade con la natural preocupaci¨®n, "tengo el sol en la misma posici¨®n que Hitler".
Es mejor volver a poner los pies en tierra: ?cree el actor que ha alcanzado la madurez en su oficio? "Tuve la suerte de empezar muy joven. Entr¨¦ en el Lliure con 19 a?os y he tenido un recorrido en teatro muy intenso. Pero creo que s¨®lo en los ¨²ltimos tiempos he alcanzado una suerte de serenidad, de equilibrio entre mi vida profesional y la personal. Mi opci¨®n vital ahora pasa por un compromiso entre lo personal y mi pasi¨®n por el oficio, al que antes me entregaba totalmente. Esa entrega lleg¨® incluso a saturarme, en coincidencia con la crisis de crecimiento del Lliure, los conflictos y disensiones que vivimos y que ya est¨¢n pasados, como toda esa parte de mi vida".
?Qu¨¦ relaci¨®n hay entre el Homar de ahora y aquel joven que encarn¨® a Leonci, al deseado Gavestone o al Tusembach que desgranaba esforzadamente piezas de El peque?o libro de Anna Magdalena Bach en Las tres hermanas, de Ch¨¦jov? "Los personajes me han abierto muchas puertas, he descubierto mucho de la vida a trav¨¦s de los personajes que he interpretado. Yo ten¨ªa unas ganas enormes de comerme el mundo, viv¨ªa en una inconsciencia total. 'Nada nos interesa m¨¢s que nuestro arte', dice mi personaje de la obra de Bernhard. Era eso. En nuestro trabajo tenemos la posibilidad de inventarnos, pero luego la vida te pone en tu sitio y te dice lo que de verdad eres. Durante dos a?os trabaj¨¦ con Carlos Gandolfo, luego en Nueva York lo hice con Uta Hagen, del Actor's Studio... Quise ser el mejor actor del mundo. Pero finalmente he comprendido que el oficio no lo es todo. Eso he descubierto. Esa perspectiva te da m¨¢s serenidad, m¨¢s paciencia y m¨¢s capacidad de sufrimiento. Y, finalmente, cuanto m¨¢s creces como persona, m¨¢s f¨¢cil es entender lo que les pasa a los dem¨¢s y, por tanto, c¨®mo interpretar a los personajes".
El director y escen¨®grafo Fabi¨¤ Puigserver, que tanto quer¨ªa a Homar, le lanzaba sin embargo la pulla de que nunca hab¨ªa hecho de Romeo y ya no pod¨ªa. "S¨ª", r¨ªe el actor, "y con treinta a?os yo a¨²n quer¨ªa hacerlo; un d¨ªa se me pas¨®, tambi¨¦n me sucede con Hamlet, que, aunque ya lo he hecho, me niego a verlo detr¨¢s". Pues va a ser un s¨ªndrome de Peter Pan; no deja de ser gracioso, con ese tama?o... "Quiz¨¢ sea eso. Tengo una predilecci¨®n, una querencia, por los personajes tipo pr¨ªncipe, como Leonci, de Leonci i Lena, de B¨¹chner, Roland, de Como gust¨¦is o Hamlet, seres que remiten a un estado limpio, puro, sin hollar. Pero es verdad que son otros muy diferentes los que me son m¨¢s rentables interpretativamente. En m¨ª hay una parte fr¨¢gil y una parte brutal. Este personaje que hago ahora de Bernhard es un monstruo, puede ser incluso repulsivo, y tiene en cambio una parte que lo humaniza. En mi recorrido hay muchos personajes as¨ª. Algo de eso hay en el que hice para Almod¨®var en La mala educaci¨®n. Esa l¨ªnea, el malo peculiar, humano, es mi realidad m¨¢s habitual".
?Le ha dado nuevos registros hacer tan intensamente cine? "Es el mismo oficio pero con otro planteamiento, otra dimensi¨®n. En buena medida te ofrece una visi¨®n de ti que desconoc¨ªas. Cuando le encuentras el gusto al primer plano y el director te da tiempo, logras algo que en teatro es imposible dar, un minidetalle que no existe en el escenario, donde todo el trazo ha de ser grueso. Me gusta hacer las dos cosas, es muy interesante combinarlas. Aunque laboralmente son realidades abismalmente distintas: puedo trabajar ocho d¨ªas en una tv movie y ganar lo mismo que en cinco meses en un teatro con un superprotagonista. Hacer teatro exclusivamente y vivir de ello es posible si est¨¢s solo, pero si tienes familia es muy dif¨ªcil".
El teatro es seguramente lo que le ha dado a Homar esa p¨¢tina, ese espesor que le rodea como una inquietante calma precursora de tormenta, y que tanto le caracteriza, pero el actor no volver¨¢, dice, a dedicarse por completo a los escenarios. El pr¨®ximo d¨ªa 11 empieza un nuevo proyecto, una serie para la televisi¨®n auton¨®mica catalana, ?ngels i Sans, que define como "un El Padrino a la catalana" y que ¨¦l protagonizar¨¢. Y tiene seis guiones cinematogr¨¢ficos sobre la mesa. "Hacer s¨®lo teatro lo veo ahora como una prisi¨®n a perpetuidad", afirma
Homar, que fue director del Teatre Lliure, al que emocionalmente, subraya, seguir¨¢ "ligado toda la vida", no aspira a volverse a involucrar en aventuras gestoras de ese tipo -aunque s¨ª volver¨¢ alg¨²n d¨ªa a dirigir espect¨¢culos- y observa con distancia los cambios y relevos en los teatros del pa¨ªs.
El actor tiene claro lo que ha marcado su vida: "El Teatre Lliure, la muerte de mi madre, mi mujer y mis hijos, mi papel en la pel¨ªcula de Almod¨®var, y mi terapia". Nadie al verlo lo dir¨ªa, pero Homar se confiesa una persona miedosa. "Soy una combinaci¨®n extra?a de miedoso e impulsivo: siempre sigo el camino m¨¢s dif¨ªcil para m¨ª, el que me da m¨¢s miedo". De nuevo, Homar recurre a la obra que interpreta en el Lliure, en la que su personaje afirma: "Las cosas sencillas nunca me han atra¨ªdo, siempre he sobrevivido por la mec¨¢nica del esfuerzo y la resistencia". Y el actor apuntilla: "?se soy yo".
Babelia
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