El c¨®nclave
Al quedar vacante la sede de Roma por la muerte del Papa, cesan autom¨¢ticamente los altos cargos de la Curia, no pueden tomarse decisiones importantes hasta que haya nuevo pont¨ªfice, se inutiliza el anillo papal del difunto, se dedican nueve d¨ªas a los funerales que culminan con el realizado en la plaza de San Pedro, y tres cardenales se ocupan de los detalles del c¨®nclave, que comienza entre quince y veinte d¨ªas despu¨¦s del fallecimiento papal. El c¨®nclave es un acto de relevancia eclesial y de notable repercusi¨®n p¨²blica. No es para menos. El C¨®digo de Derecho Can¨®nico se?ala que el Papa, en virtud de su funci¨®n, tiene "potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede ejercer siempre libremente" (c. 331). Acumula los tres poderes -legislativo, judicial y ejecutivo- sobre mil cien millones de fieles. Ning¨²n personaje religioso o pol¨ªtico goza hoy en su ¨¢mbito de gobierno de tales prerrogativas.
La palabra papa es un diminutivo oriental de padre. Al comienzo de la Iglesia se llamaban papas los sacerdotes y obispos. Desde el siglo IV se reserv¨® este t¨ªtulo al obispo de Roma, responsable de garantizar la comuni¨®n de los obispos y la unidad de la Iglesia. La lista de los papas comienza con san Pedro. Incluido Juan Pablo II, son 264. Seg¨²n la Comisi¨®n Internacional de Teolog¨ªa, algunos t¨ªtulos dados al Papa no son hoy aceptables, como Vicario de Cristo, Soberano Pont¨ªfice, Patriarca de Occidente, Su Santidad y Sant¨ªsimo Padre. El Papa es obispo de Roma. Por consiguiente, papa y obispo de Roma son sus dos t¨ªtulos principales.
Durante el primer milenio de la Iglesia interven¨ªan en su nombramiento los p¨¢rrocos y el pueblo de Roma. A causa de las tensiones producidas entre los electores, se impuso en el siglo XII la elecci¨®n papal con la mayor¨ªa de los dos tercios. Desde el segundo Concilio de Ly¨®n de 1274 se denomin¨® a la reuni¨®n de electores c¨®nclave, t¨¦rmino latino que significa literalmente "con llave", por alusi¨®n al encierro de la asamblea cardenalicia en un recinto. Ahora se alojar¨¢n en la residencia de Santa Marta, en la parte occidental del Vaticano. Para ejercer su voto ser¨¢n trasladados en autob¨²s a la Capilla Sixtina del Vaticano, lugar id¨®neo para la elecci¨®n papal desde el siglo XVI. El c¨®nclave se repiti¨® ocho veces en el siglo XX.
Las normas vigentes se?alan que son electores del Papa los cardenales de menos de ochenta a?os, actualmente 117, pertenecientes a unos sesenta pa¨ªses. Son electores seis espa?oles (?lvarez, Carles, Somalo, Herranz, Amigo y Rouco), ocho franceses, ocho alemanes, trece norteamericanos y veinte italianos. El c¨®nclave tiene lugar por votaci¨®n secreta y se exige el acuerdo de los dos tercios de los votantes, al menos durante las dos primeras semanas. Despu¨¦s es suficiente una mayor¨ªa simple.
Hasta hace poco tiempo, si no hab¨ªa consenso, se quemaban con paja h¨²meda las papeletas usadas en el voto, acci¨®n que exhalaba una humareda negra. Cuando se llegaba al acuerdo, se quemaban s¨®lo las papeletas, que produc¨ªan en teor¨ªa una fumata blanca, signo de que hay nuevo Papa, anunciado por un cardenal desde el balc¨®n del Vaticano con la frase "anuntio vobis, habemus Papam" ("Os anuncio que tenemos Papa"). La fumata se hace actualmente con un combustible especial para que se distinga con nitidez el blanco del negro, sin confusi¨®n.
Hay un dicho popular romano seg¨²n el cual el cardenal que entra en el c¨®nclave papable sale cardenal. No es del todo cierto. De los cinco ¨²ltimos papas (P¨ªo XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), dos entraron en el c¨®nclave papables y fueron nombrados papas (Pacelli y Montini). Con todo, no es f¨¢cil que los vatican¨®logos acierten en sus pron¨®sticos. Aunque los cardenales fueron elegidos a dedo por un Papa, votan al siguiente en libertad.
Respecto del nuevo Papa se pueden lanzar algunas apreciaciones en base a lo ocurrido en c¨®nclaves anteriores. Pienso que despu¨¦s de un largo pontificado -que de ordinario produce fatiga- se elegir¨¢ un Papa "de transici¨®n", de provecta edad, apreciado por su espiritualidad, bondad, don de gentes y equilibrio. Inevitablemente ser¨¢ pr¨®ximo a la l¨ªnea de Juan Pablo II, ya que casi todos los cardenales han sido nombrados por ¨¦l en su dilatado periodo papal de veintis¨¦is a?os. De Pablo VI quedan s¨®lo tres electores.
Es probable que el Papa sea italiano, pertenezca a un pa¨ªs peque?o de la cristiandad o proceda de las tierras de misi¨®n. No es f¨¢cil que sea alem¨¢n, franc¨¦s o norteamericano, por sus nacionalidades. Es posible que se nombre a un desconocido. La fumata blanca requerir¨¢ varias votaciones, ya que se exige el consenso de 78 cardenales. Mi candidato -pura utop¨ªa- es Carlos Mar¨ªa Martini, ex arzobispo de Mil¨¢n, capaz de retomar el esp¨ªritu del Vaticano II.
Puesto a expresar del todo mis aspiraciones cristianas -otra utop¨ªa-, deseo que el nuevo Papa reforme dr¨¢sticamente la Curia romana y la libere de tareas menores, consiga que el S¨ªnodo de Obispos -deliberativo y no meramente consultivo- se encargue de elegir al Papa y de colaborar eficazmente en la marcha de la Iglesia, suprima el colegio cardenalicio y las nunciaturas, se apoye firmemente en las conferencias episcopales, trace nuevas directrices para el nombramiento de obispos, revise a fondo los procedimientos de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, permita el ejercicio de la mujer en la Iglesia a todos los efectos, suscite la ordenaci¨®n de presb¨ªteros casados, ponga al d¨ªa la moral sexual, deje de ser jefe del Estado vaticano, tome en serio la pr¨¢ctica del ecumenismo, fomente el di¨¢logo interreligioso y no haga concordatos con los Estados poderosos, sino concordias con los despose¨ªdos desde la opci¨®n por los pobres. En suma, que la Iglesia cat¨®lica sea evang¨¦lica, digna de cr¨¦dito.
Casiano Florist¨¢n es profesor em¨¦rito de Teolog¨ªa Pastoral.
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