Los Windsor tropiezan con Roma
El funeral del Papa obliga a aplazar un d¨ªa la boda de Carlos y Camilla
La muerte del Papa ha alterado los planes de boda del que est¨¢ llamado a ser defensor de la fe y jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra. Los funerales de Juan Pablo II, convocados para el viernes, han obligado a aplazar 24 horas el enlace civil que Carlos de Gales y su amante de siempre, Camilla Parker Bowles, hab¨ªan previsto celebrar ese mismo d¨ªa en el Guildhall o sala consistorial del Ayuntamiento de Windsor, 30 kil¨®metros al oeste de Londres. La boda se celebrar¨¢ el s¨¢bado a media ma?ana, a una hora a¨²n no determinada, porque el Guildhall ya ha sido alquilado por otras tres parejas a partir del mediod¨ªa.
Tambi¨¦n la vida pol¨ªtica del muy protestante Reino Unido se ha visto alterada por el fallecimiento de Wojtyla. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, que iba a anunciar ayer la fecha de las pr¨®ximas elecciones generales, ha retrasado el anuncio hasta hoy, aunque mantendr¨¢ el 5 de mayo como fecha. La precampa?a sigue en suspenso en se?al de respeto y el Parlamento no ser¨¢ disuelto hasta el pr¨®ximo lunes, d¨ªa en que empezar¨¢ formalmente la campa?a.
Blair y el pr¨ªncipe de Gales participar¨¢n en Roma en el funeral por el Papa
Es de esperar que para entonces Carlos y Camilla habr¨¢n podido por fin contraer matrimonio civil y habr¨¢n recibido la bendici¨®n informal del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor. Oficialmente, la boda se ha aplazado 24 horas porque Blair y el pr¨ªncipe de Gales asistir¨¢n en Roma a los funerales de Juan Pablo II. Oficiosamente, porque era impensable celebrarla al tiempo que la atenci¨®n y el respeto del mundo se dirig¨ªan a Roma.
La que est¨¢ llamada a ser una de las bodas m¨¢s tristes del mundo sigue tropezando con las piedras del destino. Primero tuvo que cambiarse el escenario inicialmente previsto, el castillo que da nombre a la dinast¨ªa reinante, para evitar que el recinto real quedara abierto durante tres a?os a bodas m¨¢s plebeyas por imperativo legal si Windsor era habilitado como escenario de la ceremonia civil de matrimonio. Luego, la reina Isabel decidi¨® no acudir al acto del Guildhall alegando que su presencia iba a dar a la boda un realce que los novios quer¨ªan evitar.
El enlace tropez¨® despu¨¦s con una pol¨¦mica sobre el tratamiento que tendr¨¢ Camilla. El Gobierno ha tenido que admitir que, con la ley y la historia en la mano, Camilla ser¨¢ reina si el Parlamento no lo impide, aunque los Windsor se hab¨ªan apresurado a proclamar que Camilla recibir¨¢ el tratamiento de princesa consorte, y no reina. Detr¨¢s del matiz protocolario se esconde el temor de que los brit¨¢nicos, que poco a poco se han ido resignando a que Camilla se case con Carlos, acaben rebel¨¢ndose contra el heredero si su amante de siempre usurpa el papel de reina que le hubiera correspondido a la desaparecida Diana de Gales si las desavenencias conyugales -y a juicio de muchos, las infidelidades de Carlos con Camilla- no hubieran hecho a?icos su matrimonio.
Envuelto en una melanc¨®lica bruma en un d¨ªa gris y lluvioso, Windsor parec¨ªa ayer tan deprimido y triste como los preparativos de boda. Los recuerdos de Diana de Gales han sido sustituidos en los ¨²ltimos d¨ªas por diversos tipos de souvenirs con Carlos y Camilla sonrientes. Delicados juegos de caf¨¦ y toscos tazones de t¨¦ con fotograf¨ªas de los contrayentes se ven en los comercios de una poblaci¨®n convertida con el tiempo en centro de peregrinaje de mon¨¢rquicos y turistas. Una horrorosa tela con la Union Jack como fondo de un dibujo poco afortunado de Carlos y Camilla, a medio camino entre bandera casera y trapo de cocina, puede batir el r¨¦cord del mal gusto entre los recuerdos manufacturados de forma quiz¨¢ apresurada para la ocasi¨®n.
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