Juan Ram¨®n Lodares, la inteligencia radical de un ling¨¹ista
Hace unos a?os apareci¨® El para¨ªso pol¨ªglota (Taurus), un ensayo que se ocupaba de la lengua espa?ola sin prejuicios y en un tono pol¨ªticamente incorrecto. Su autor era un ilustre desconocido, pero su libro no tard¨® en desencadenar una furibunda pol¨¦mica. Es cierto que la escritura de Juan Ram¨®n Lodares no rehu¨ªa cierta iron¨ªa al tratar de algunos de los excesos que se producen cuando las lenguas minoritarias se empe?an en defender su leg¨ªtimo derecho a la existencia, pero tambi¨¦n es verdad que muchas de las cuestiones que comentaba ven¨ªan avaladas por esa rara condici¨®n del sentido com¨²n, que tan poco luce y que, a veces, resulta demoledor.
"Las lenguas sirven para que la gente se comunique. Cuando se convierten en s¨ªmbolos a venerar comienzan los problemas". As¨ª se expresaba en una entrevista sobre aquel ensayo, y as¨ª ha venido expres¨¢ndose en los t¨ªtulos que public¨® despu¨¦s: Gente de Cervantes, historia humana del idioma espa?ol, Lengua y patria (2001) y El porvenir del espa?ol (2005).
"Lo que yo hago", explicaba Lodares en una carta al director que apareci¨® en este peri¨®dico hace unos d¨ªas y que contestaba a un art¨ªculo publicado en las p¨¢ginas de opini¨®n, "es reflexionar sobre un fen¨®meno claro en el mundo de hoy: el creciente peso internacional que tienen alguna lenguas, el espa?ol entre ellas". Y a?ad¨ªa: "Nada m¨¢s". Por tanto, quienes quer¨ªan convertirlo en ap¨®stol del internacionalismo ling¨¹¨ªstico quiz¨¢ pecaran de exceso de celo en su af¨¢n de defender otras lenguas de menor empuje.
Con la tinta todav¨ªa fresca de su ¨²ltima intervenci¨®n, Juan Ram¨®n Lodares (Madrid, 1959) falleci¨® el pasado lunes en un accidente de tr¨¢fico. El tremendo mazazo de la noticia convierte cualquier discusi¨®n te¨®rica en una banalidad, y ya s¨®lo queda el recurso de recordar al viejo amigo. Tiempo habr¨¢ para volver sobre sus escritos.
Juan Ram¨®n Lodares ten¨ªa una rara elegancia que ya no se estila, heredada de otro tiempo, y una inteligencia despierta y llena de recursos. Ten¨ªa, sobre todo, talento. Un inmenso talento que derram¨® en todas las actividades en las que se volc¨®, siempre con pasi¨®n, pero siempre con esa elegancia que parec¨ªa mantenerlo al margen de cualquier chabacaner¨ªa y frente a todo oportunismo facil¨®n. Lector voraz, gran conversador, escrib¨ªa con la fluidez y la autoridad de quien sabe muy bien de lo que habla, y pod¨ªa ser tremendamente ir¨®nico.
"Era el ling¨¹ista m¨¢s prometedor e inteligente que ten¨ªamos en Espa?a, capaz, trabajador, con una cabeza clara y serena, el disc¨ªpulo m¨¢s inteligente que yo he tenido", declar¨® a Efe Gregorio Salvador, vicedirector de la Real Academia.
El filol¨®go Alberto G¨®mez Font coment¨® que era "de los pocos que se atrev¨ªan a ser cr¨ªticos, por ejemplo, con la pol¨ªtica del anterior Gobierno sobre lenguas vern¨¢culas en el Parlamento europeo".
Mar¨ªa Cifuentes, directora de la editorial Taurus, record¨® ayer que a Juan Ram¨®n Lodares "le preocupaba el exceso de pol¨¦mica, pero siempre al final se atrev¨ªa a decir lo que pensaba, aunque le acarrease cr¨ªticas entre sus colegas de universidad".
Quiso con sus libros desmontar la leyenda negra "que considera que se habla espa?ol porque as¨ª lo quiso un poder centralizador que termin¨® imponi¨¦ndolo con la fuerza de las leyes". Se ocup¨® de situar las lenguas en el contexto econ¨®mico actual y en su historia. Record¨®, por ejemplo, que los Austrias "gobernaban un imperio verdaderamente plurinling¨¹e", pero que entonces "los asuntos de las lenguas apenas ten¨ªan relevancia pol¨ªtica". Lo que persegu¨ªa era precisamente eso: poder pensar en los desaf¨ªos actuales del espa?ol fuera de la luchas dom¨¦sticas de los nacionalismos, asumiendo su inmenso potencial, aprovechando esas circunstancias que hoy lo proyectan como una de las lenguas con mayor futuro. Salir del c¨ªrculo sentimental, donde se encharcan viejas disputas est¨¦riles, y analizar las condiciones materiales que facilitan su expansi¨®n. Muchas de sus ideas podr¨¢n ser discutidas, pero importa subrayar ahora la valent¨ªa de Juan Ram¨®n Lodares de haberlas defendido en un contexto pol¨ªtico poco propicio.
Hace ya muchos a?os, Lodares interpret¨® a uno de los cuatro personajes de Esperando a Godot. Lo hac¨ªa con tal brillantez, todo contenci¨®n y cada matiz en su sitio, que resulta inconcebible pensar que semejante actor terminara dedic¨¢ndose a las palabras.
"He aqu¨ª al hombre ¨ªntegro arremetiendo contra su calzado cuando el culpable es el pie. Esto empieza a resultar inquietante", dec¨ªa uno de los personajes de Beckett. La frase tiene mucho de cuanto Lodares ha venido haciendo estos a?os. Abandonar tanta integridad artificial para intentar ver las cosas de frente.
"El tiempo ya corre de modo distinto. El sol se pondr¨¢, se levantar¨¢ la luna, y nos iremos de aqu¨ª". Eso lo escribi¨® tambi¨¦n Beckett. Todo, ahora, es efectivamente distinto.-
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