De igual a igual
Nadie nace sabiendo y eso aten¨²a cualquier reproche, pero el p¨²blico del concierto del martes fue, una vez m¨¢s en estas conmemoraciones primaverales de Caja Madrid, poco disciplinado. Ovacion¨® largamente tras el primer movimiento del Concierto para viol¨ªn y orquesta de Chaikovski hasta desconcentrar a quienes sab¨ªan y callaron, lo que pareci¨® irritar al concertino de la Filarm¨®nica de Londres, quien, en una demostraci¨®n de mala educaci¨®n y escasa profesionalidad, mand¨® a la orquesta, con no muy buen gesto, que abandonara el escenario mientras segu¨ªan los aplausos dirigidos al solista. Lo mismo habr¨ªa hecho el no demasiado entendido p¨²blico de los Proms londinenses, pero seguro que la reacci¨®n del concertino no hubiera sido ¨¦sa. Falta de respeto se llama la figura, y m¨¢s cuando no se toca gratis.
Concierto de Primavera de Caja Madrid
Vadim Repin, viol¨ªn. Emmanuel Krivine, director. Orquesta Filarm¨®nica de Londres. Obras de Rimski-Korsakov, Chaikovski y Dvor¨¢k. Auditorio Nacional. Madrid, 5 de abril.
Al margen de esas reacciones de entusiasmo a destiempo -que volver¨ªan en la Octava sinfon¨ªa de Dvor¨¢k-, el concierto tuvo mucho inter¨¦s. Se abri¨® con una brillante lectura de La gran Pascua rusa de Rimski-Korsakov y se cerr¨® con la citada obra de Dvor¨¢k. Aqu¨¦lla se dijo con seguridad y sin insistir en su solemnidad un poco ret¨®rica. El Dvor¨¢k, por su parte, alcanz¨® muy altas calidades, y m¨¢s sabiendo lo poco que ensayan las orquestas inglesas.
Grand¨ªsimo Krivine
Krivine, que es un maestro de gesto nada elegante pero que sabe conseguir lo que pide, un m¨²sico bien consciente por m¨¢s que de figura poco atractiva, logr¨® una versi¨®n cuidadosa en el detalle, algo gruesa en los metales, quiz¨¢ por desconocer las peculiaridades ac¨²sticas del auditorio, que hac¨ªan que desde mi localidad se los oyera a mi espalda, de vuelta ya su reverberaci¨®n. Cuid¨® especialmente las cuerdas y la Filarm¨®nica de Londres se mostr¨® como la formaci¨®n de calidad que conocemos de sobra.
Lo mejor estar¨ªa en el Concierto de Chaikovski, pues Vadim Repin es un grand¨ªsimo violinista, de sonido tan enorme como su envergadura -el instrumento parece de juguete en sus manos-, de inteligencia clar¨ªsima, que jam¨¢s fuerza la l¨ªnea y que t¨¦cnicamente es casi perfecto. No se descompuso tras el interminable aplauso ya citado -que agradeci¨® con buenas maneras, aun sabiendo lo improcedente del mismo- y mantuvo la figura con gran clase. Especialmente llamativo result¨® el acompa?amiento de Krivine, cuidados¨ªsimo, siguiendo al solista con absoluta adecuaci¨®n pero dando a la orquesta toda la importancia que aqu¨ª tiene. Un verdadero modelo. Uno y otro trabajaron de igual a igual, perfectamente integrados en el mismo concepto y firmaron una versi¨®n sensacional. Mal que le pesara al maleducado del concertino.
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