Un apasionado del cine
Fue Juan Garc¨ªa Hortelano, su amigo y nuestro compa?ero -que tanta falta nos hace-, el primero que me dijo que el presente de indicativo era un tiempo narrativo perfectamente ingrato en el contexto de la tradici¨®n espa?ola de siempre. S¨®lo hizo una excepci¨®n, la del cine, con quien tambi¨¦n comparti¨® amores, pasiones y hasta trabajos de todo tipo, pues juntos (Mars¨¦ y ¨¦l) escribieron algunos guiones, que no llegaron a buen puerto. Al contrario no hay m¨¢s que ver la abundancia con que los novelistas de hoy -o lo que sea- emplean este tiempo ingrato para ver si sus obras son llevadas al cine, como sea, aunque los resultados sean los productos cl¨®nicos de siempre, lo siento.
No es ¨¦ste el caso de Juan
CANCIONES DE AMOR EN EL LOLITA'S CLUB
Juan Mars¨¦
Lumen. Barcelona, 2005
266 p¨¢ginas. 20 euros
Mars¨¦, el m¨¢s poderoso y po¨¦tico de todos nuestros narradores vivos, que siempre fue desde su adolescencia un cinemat¨®filo impenitente, que tambi¨¦n ha escrito y publicado sobre cine al derecho y al rev¨¦s, y hasta le ha dedicado numerosos libros a lo largo de su carrera, que alcanza con ¨¦sta su novela n¨²mero 12, y al que nuestro cine le ha dedicado numerosas de sus pel¨ªculas -siete de las 12, creo-, aunque tampoco alcanzando, salvando alguna excepci¨®n relativa, los resultados, si no debidos al menos apetecidos. Para un no tanto enamorado sino apasionado del cine desde su juventud, y a la vez doblado de un narrador como la copa de un pino, el heredero y superviviente m¨¢s poderoso de la m¨¢s coherente generaci¨®n narrativa de nuestra posguerra -la del realismo social de mediados del siglo pasado, hay que decirlo y repetirlo siempre bien alto y con toda claridad-, los resultados cinematogr¨¢ficos no han estado a la altura de los estrictamente literarios, y los filmes basados en novelas como La oscura historia de la prima Montse, ?ltimas tardes con Teresa, Un d¨ªa volver¨¦, La muchacha de las bragas de oro, Si te dicen que ca¨ª, El amante biling¨¹e y El embrujo de Shanghai no han brillado como debieran, pese a haber sido dirigidos por gente tan brillante y honesta como Jordi Cadena, Francesc Betriu, Gonzalo Herralde, Vicente Aranda (tres) y Fernando Trueba -que fue quien mejor sali¨® del paso a pesar de todo- y que a su vez sustituy¨® por disputas con la empresa productora a un previsto V¨ªctor Erice, que lleg¨® a publicar su propio gui¨®n aparte con otro t¨ªtulo, peleas del mundo del cine.
De todas formas, la nueva novela de Juan Mars¨¦, tan personal, realista y poderosa como todas las suyas -y tan original tambi¨¦n- ha optado por quitarse del todo la careta y proclamar su car¨¢cter cinematogr¨¢fico desde su mismo t¨ªtulo, Canciones de amor en el Lolita's Club, para que nadie pueda llamarse a enga?o.
Adem¨¢s, como acabo de leer
una reciente tesis doctoral presentada en la Universidad de Santiago de Compostela, por gentileza de su autora, que trata de la novela de Juan Mars¨¦ y el cine, he podido rastrear los or¨ªgenes de esta nueva obra de nuestro autor, que se debi¨® a un impulso generado por Fernando Trueba, un proyecto de gui¨®n escrito por el novelista entre enero de 2002 y noviembre de 2003, que bajo el t¨ªtulo Guardi¨¢n del abismo (p¨¢gina 202) contaba las relaciones entre dos hermanos gemelos, uno de ellos un polic¨ªa expedientado y el otro un retrasado mental enamorado de una prostituta (v¨¦ase Literatura y cine. La novel¨ªstica de Juan Mars¨¦, de Kwang Hee Kim, un grueso volumen de 800 p¨¢ginas que espero publique pronto la Universidad de Santiago de Compostela, 2004). Pues ¨¦ste es un breve resumen del argumento (hay mucho m¨¢s, una pel¨ªcula no es una novela, nunca es posible resumirlo todo as¨ª) de la nueva novela que nos propone, con su terrestre poes¨ªa, su perversa potencia y su perenne profundidad de an¨¢lisis, nada menos que el mejor narrador en prosa con quien contamos en la actualidad.
Vuelvo a repetir que si una
novela no es un gui¨®n de cine (lo impiden su esquematismo y su rigidez), un gui¨®n de cine tampoco podr¨¢ ser nunca una buena novela; podr¨¢ darnos una pista, y el ejemplo es el de esta duod¨¦cima novela de Mars¨¦, que se sale quiz¨¢ de la pista anterior del Guardi¨¢n del abismo con su historia de hermanos gemelos y enfrentados, y no tan s¨®lo se va del Carmelo de sus grandes obras anteriores -prometido a la destrucci¨®n en los desvar¨ªos del Capit¨¢n Blay (ver El embrujo de Shanghai) aunque no tanto como los de las tuneladoras de la Generalitat-, sino que centra su acci¨®n en un lugar conmovedor, que presenta cargado de ternura, desolaci¨®n, dolor, amor y poes¨ªa: un puticlub de carretera de la costa catalana que aqu¨ª resume la historia y que denomina el Lolita's Club. All¨ª se encuentran los hermanos gemelos citados, que no son Ca¨ªn y Abel (no hay sombra de "cainismos" en las novelas de Mars¨¦, que siempre rebosan de ternura) por mucho que se enfrenten, la muerte viene por otros caminos anteriores.
Ambos son hijos de una v¨ªctima de la Guerra Civil, sin una mujer que le abandon¨® dej¨¢ndole dos ni?os en brazos (a la que ha suplido por una emigrante dudosa, pero recta) y que sobrevive explotando un picadero. Uno de sus hijos se le ha hecho polic¨ªa en busca de venganza social y le ha resultado un ser violento, autoritario y al final expedientado por haber torturado a gente de ETA, o tener relaciones con la mafia de las drogas y la trata clandestina de emigrantes, con los que tambi¨¦n se encuentra en conflicto.
El otro hermano, f¨ªsicamente muy parecido, aunque m¨¢s fuerte, y retrasado mental a causa de un accidente, es sin embargo muy distinto, pues parece un ¨¢ngel que busca a quien proteger y que presta sus servicios de camarero, cocinero y chico de los recados en el puticlub citado, so?ador, servicial e impotente tambi¨¦n, con lo que no corre demasiado peligro en el fondo.
Hace m¨²ltiples compras a las chicas, las protege y asiste en sus tareas, sue?a con una de ellas como si se hubiera suicidado en el mar (aunque quiz¨¢ est¨¢ en Mallorca) y piensa que alg¨²n d¨ªa cocinar¨¢ para sus amigas "una pizza de lluvia" porque lo que de verdad es, pese a su enajenaci¨®n mental, es un verdadero poeta sediento de amor y cari?o, que por otra parte encuentra a raudales en este microcosmos de j¨®venes y peque?as putas importadas de Am¨¦rica Latina carne ofrecida por lo general al mejor postor, y donde, a trav¨¦s de una de las pupilas, el retrasado mental ha descubierto, sin recibir nada a cambio, un verdadero y peque?o para¨ªso.
Naturalmente, el polic¨ªa vio
lento no ve con buenos ojos la entrega inocente de su hermano a ese mundo equ¨ªvoco, que por su parte su padre y madrastra no ven del todo mal siempre que no sufra da?o alguno. El polic¨ªa -que es objeto de un expediente interno y a quien persiguen los terroristas de ETA y los mafiosos de la droga y trata de blancas- se opone a la relaci¨®n del hermano con la chica, a la que llega a violar pese a hab¨¦rselo prohibido, suceso que llega en el momento en que el hermano es objeto en su propio coche de un atentado de ETA, con lo que el problema en principio desaparece, pues el error en la persona favorece al polic¨ªa, que a su vez, perseguido por los traficantes, logra negociar con los papeles de otro de ellos, tambi¨¦n asesinado, a cambio de sacar a dos de las chicas del Lolita's Club y pagarles el viaje de vuelta a su Colombia natal. Cuando el polic¨ªa investigue el resultado, las respuestas ser¨¢n muy vagas: las chicas han desaparecido, han venido otras nuevas del Este, aunque puede que no est¨¦n demasiado lejos.
La novela del Lolita's Club ha terminado y es de agradecer el respeto, el equilibrio y la moderaci¨®n y falta de sentimentalismo con que Mars¨¦ nos ha contado la historia, ayudado por la estructura secuencial del relato, que en el fondo es un gui¨®n, aunque comporta mucho m¨¢s, como siempre en toda verdadera novela, pese a que todav¨ªa queden cabos sueltos al final, que no acaba de serlo del todo. Sin alcanzar las cotas de sus obras maestras anteriores, que siguen siendo ?ltimas tardes con Teresa, Si te dicen que ca¨ª o Rabos de lagartija, he aqu¨ª otra buena novela de Juan Mars¨¦, al que el cine sigue sin estropear del todo y que as¨ª siga.
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