L¨ªderes de todo el mundo rinden su ¨²ltimo tributo

El clima emocionado en el que se celebr¨® ayer el funeral de despedida a Juan Pablo II acab¨® por contagiar a los m¨¢s de 70 jefes de Estado y de Gobierno que, junto a casi 2.500 personalidades, participaron en la ceremonia, celebrada en el sagrado de la bas¨ªlica de San Pedro del Vaticano. La consecuencia m¨¢s notable de esta coyuntural atm¨®sfera de concordia fue el afectuoso saludo, con apret¨®n de manos incluido, entre los presidentes de Israel, Moshe Katsav, y Siria, Bachar el Asad, l¨ªderes de dos pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo oficialmente en guerra.

El descomunal despliegue de seguridad funcion¨® a la perfecci¨®n sin que se produjeran incidentes, excepto la alarma desatada por un avi¨®n que sobrevolaba Roma, presuntamente con una bomba a bordo. Al final, result¨® ser un avi¨®n privado procedente de Belgrado que se dirig¨ªa al aeropuerto de Ciampino para recoger a la delegaci¨®n de Macedonia que hab¨ªa acudido al funeral. El avi¨®n fue obligado a aterrizar en una base militar, donde se comprob¨® que no hab¨ªa huella alguna de bomba o explosivos, despu¨¦s de lo cual fue autorizado a seguir su camino. La enorme afluencia de l¨ªderes pol¨ªticos y religiosos de todo el mundo justificaba el nerviosismo de los responsables de la seguridad.

En la plaza de San Pedro, sin embargo, s¨®lo se vieron gestos distendidos y amistosos, incluso entre enemigos, como los presidentes de Israel y Siria. La noticia del saludo entre ambos dirigentes fue difundida inmediatamente por la radio israel¨ª, seg¨²n la cual, Katsav, de origen iran¨ª, tuvo oportunidad tambi¨¦n de hablar en su lengua materna, el farsi, con el presidente iran¨ª, Mohamed Jatam¨ª, sentado muy cerca de ¨¦l. El propio Katsav explic¨® despu¨¦s lo ocurrido al diario israel¨ª Maariv, que coloc¨® las declaraciones en su p¨¢gina web. "El presidente sirio estaba all¨ª. Intercambiamos sonrisas y nos estrechamos las manos". Katsav declar¨® que el presidente Bachar El Asad tom¨® la iniciativa justo cuando en la misa se lleg¨® al rito de la paz y los asistentes intercambiaron saludos.

Tambi¨¦n hubo un momento propicio, antes del comienzo de la ceremonia, para entablar conversaci¨®n entre la decena de monarcas reinantes, los tres pr¨ªncipes herederos, los 57 jefes de Estado y los 17 jefes de Gobierno.

Bush y Ciampi

Por motivos de seguridad, las delegaciones oficiales tuvieron que ocupar sus asientos con alguna antelaci¨®n. Los invitados aprovecharon bien este tiempo muerto. El presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, estrech¨® la mano del presidente George W. Bush, uno de los ¨²ltimos en llegar a la plaza de San Pedro, acompa?ado por su esposa, Laura; por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y escoltado por dos ex presidentes, su padre, George Bush, y su antecesor, Bill Clinton. Un gesto elocuente que confirma la buena salud de las relaciones entre Italia y EE UU tras el grave incidente del 4 de marzo pasado, cuando marines estadounidenses mataron en Bagdad a un importante agente de los servicios secretos italianos, Nicola Calipari, que hab¨ªa participado en la liberaci¨®n de una periodista secuestrada. Esta visita a Roma ha permitido a Bush pedir de nuevo disculpas al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, por lo ocurrido.

Bush fue el ¨²ltimo de los l¨ªderes internacionales en entrar a la plaza de San Pedro. Lo hizo como todos, desde el interior de la bas¨ªlica, y fue recibido por el arzobispo James Harvey, de la Casa Pontificia, anfitri¨®n del Vaticano en esta solemne ocasi¨®n. Harvey agradeci¨® al pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra su deferencia con el Papa por haber pospuesto un d¨ªa su matrimonio con Camilla Parker Bowles, que se celebrar¨¢ hoy. El pr¨ªncipe, que aparec¨ªa distendido y sonriente, cometi¨®, al parecer, el error de saludar efusivamente al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, un conflictivo personaje que tiene prohibida su entrada en la UE, aunque no en el Vaticano, y al que los restantes invitados europeos evitaron cuidadosamente.

Los dignatarios, vestidos de luto riguroso -las se?oras, con velos de encaje o con mantillas-, ocuparon sus sitios a la derecha del altar. En primera fila, los reyes de Espa?a, los de B¨¦lgica, los de Dinamarca y Suecia, los duques de Luxemburgo, el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra, el presidente de la Rep¨²blica Italiana, Carlo Azeglio Ciampi, y su esposa, Franca, colocados junto al presidente polaco, Aleksander Kwasniewski. Un poco m¨¢s atr¨¢s, y siempre por orden alfab¨¦tico en franc¨¦s, se situaron los presidentes de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva; de la Rep¨²blica Checa, V¨¢clav Havel; de Francia, Jacques Chirac, y su esposa, Bernardette; de M¨¦xico, Vicente Fox, acompa?ado tambi¨¦n por la primera dama, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, entre otros. En filas posteriores se vio al primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y a su esposa, Cherie, no lejos del l¨ªder hist¨®rico polaco Lech Walesa.

Terminada la misa, que dur¨® m¨¢s de dos horas y media, los altos dignatarios abandonaron Roma tan deprisa como pudieron. Bush fue el primero en abandonar la ciudad en un tiempo r¨¦cord, s¨®lo 18 minutos, gracias a la casi total ausencia de tr¨¢fico.