El PP nos confisca informaci¨®n p¨²blica
El art¨ªculo 23.1 de la Constituci¨®n lo proclama bien claro: "Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos p¨²blicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones peri¨®dicas por sufragio universal". Sin embargo, es indignante, cuando no deprimente, el esfuerzo y las marruller¨ªas que el Gobierno auton¨®mico despliega para hurtar a los administrados la informaci¨®n sobre asuntos de inter¨¦s general, unas veces graves, otras no tanto, que en ning¨²n caso pueden considerarse secretos de sumario, confidenciales o exclusivos del elenco gobernante. ?Que siempre ha sido y ser¨¢ as¨ª? Es posible, pero aqu¨ª y ahora juzgamos una apropiaci¨®n indebida que se efect¨²a al amparo y por voluntad del PP, partido que se postul¨® como adalid de la transparencia. Ejemplos al canto.
UN TIPO BANAL
El portavoz de la Generalitat, Esteban Gonz¨¢lez Pons, se ha despachado a gusto en uno de esos peri¨®dicos gratis y gratuitos. Olvidando cargo y condici¨®n, ha nutrido un mosaico de banalidades. Algunas, de calado pol¨ªtico. Afirma que el presidente Camps y ¨¦l desmontaron "el entramado". ?El del zaplanismo? Provocaci¨®n innecesaria. Y de ciertos sectores fabriles, simplemente los desahucia: textil, calzado, mueble y similares, fuera. Las inversiones, en ocio y tecnolog¨ªas. Gracia le habr¨¢ hecho al molt honorable que le aviven el cotarro partidario y flagelen as¨ª a la clientela. Inmaduro y banal, pide el consejero a gritos una licencia para retirarse al ostracismo. ?Qu¨¦ pifia!
La mesa de las Cortes ha rechazado esta semana m¨¢s de 200 preguntas formuladas por la oposici¨®n acerca de los contratos suscritos con despachos de abogados. Se sabe que han sido un fardo, que han costado una ri?onada y que entre ellos figuran firmas de prestigio, muchas de ellas proclives o profesas del partido. El Gobierno alega que esa informaci¨®n concierne a personas f¨ªsicas o jur¨ªdicas sin trascendencia p¨²blica. Un pretexto capcioso a cuya sombra puede llevarse a cabo toda suerte de enjuagues y que en modo alguno invalida el derecho del contribuyente a saber c¨®mo y con qui¨¦n se gastan sus dineros. Que el rimero de preguntas sea a veces excesivo y aun abusivo no exime de atender las que son esenciales ni justifica la pertinaz groser¨ªa pol¨ªtica de dar la callada por respuesta.
Pero es que, adem¨¢s, llueve sobre mojado porque viene siendo una pr¨¢ctica usual que la C¨¢mara prorrogue o eluda interpelaciones, propuestas y preguntas de tal manera y en tal cantidad que el debate parlamentario es a menudo algo ajeno y lejano a la vibraci¨®n de la calle. No puede pasar un a?o o bastante m¨¢s desde que se presenta una iniciativa hasta que se produce una respuesta o debate parlamentario. Unas Cortes de tal guisa son un mero artificio prescindible que no se enmienda abriendo sus puertas a las visitas tur¨ªsticas de escolares y jubilados. La soluci¨®n, dicen, est¨¢ en la reforma del reglamento. Pero tambi¨¦n, y en buena parte, en la voluntad y atributos de su presidente, el inefable Julio de Espa?a. Pero ni ¨¦ste ni su partido est¨¢n por la labor. Por este camino, el hemiciclo puede acabar siendo un adorno estatutario o un asilo privilegiado para desempleados.
Pero el fen¨®meno no se limita a tan alto ¨®rgano. La callada por respuesta o la confiscaci¨®n a la brava de informaci¨®n se practica en todos los niveles de la Administraci¨®n y con escandalosa frecuencia. Todav¨ªa est¨¢n recientes las peripecias circenses del Consell para eliminar documentos relativos a los tr¨¢ficos delictivos del Ivex, o el hermetismo en torno a Ciegsa, que tantos desvelos detectivescos exigi¨® a la diputada socialista Ana Noguera. M¨¢s recientes son episodios como el del alcalde de Benaguasil, obligado por el Tribunal Superior de Justicia a mostrar unos expedientes, ciertamente irregulares, a la oposici¨®n; o la trifulca de la Consejer¨ªa de Territorio con un ecologista que pretend¨ªa consultar un expediente; o la ocultaci¨®n de documentos sobre los presuntos chanchullos del Ayuntamiento de Orihuela, o el pintoresco numantinismo de la Consejer¨ªa de Sanidad impidi¨¦ndole a una diputada del PSPV la fotocopia de un informe sobre la financiaci¨®n del sistema sanitario. Y no digamos el apag¨®n informativo que el Gobierno ensaya cuando se le inquiere acerca de los gastos de protocolo y otras minucias.
Bastar¨ªa exprimir un poco m¨¢s la hemeroteca para ilustrar hasta la saciedad esta groser¨ªa o arrogancia con la que nos trata la Administraci¨®n, ya directamente, ya mediante nuestros representantes. Una actitud, la del Gobierno, que, adem¨¢s de conculcar la Carta Magna, contribuye a envilecer la democracia, ensanchando la distancia entre el ciudadano y los asuntos p¨²blicos, convertidos arbitrariamente en predio reservado del partido gobernante. Y eso es una corrupci¨®n como una catedral, aunque no siempre se acompa?e del manido malet¨ªn o conlleve tropel¨ªas econ¨®micas.
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