El Atl¨¦tico se pierde en Soria
El cuadro de Ferrando cae ante el Numancia por un gol fabricado casi al final por Toch¨¦
Toch¨¦, apodado El cigala, por la longitud de sus piernas, jug¨® unos minutos, muy pocos. No hab¨ªa vuelto a pisar un campo de f¨²tbol desde la primera jornada del campeonato, cuando se rompi¨® los ligamentos. Jug¨® poco. Lo suficiente como para fabricar un gol al equipo al que pertenece, el Atl¨¦tico. Lo bastante como para romper una racha de cuatro encuentros consecutivos sin perder de los rojblancos y, de paso, alejarles de Europa
Los Pajaritos, el estadio de Soria, ocultaba un acelerador de part¨ªculas. Pero s¨®lo afectaba a los jugadores del Numancia. Muy excitados, chocaban unos con otros, se arrebataban el bal¨®n, avanzaban a empellones y llegaban al n¨²cleo, el ¨¢rea contraria, que en este caso, era la del Atl¨¦tico. Una vez all¨ª, en vez de acertar y traspasar la porter¨ªa, la pelota se escapaba por la l¨ªnea de fondo despejada por alg¨²n defensor rojiblanco. El Numancia forz¨® nueve c¨®rners s¨®lo en la primera mitad. Muy meritoria e ilustrativa de esa energ¨ªa ca¨®tica fue una jugada de Carlos Merino, que se neg¨® a si mismo la posiblidad de disparar cuando estaba solo, le hurt¨® la pelota al compa?ero mejor situado, la cedi¨® a otro futbolista lejano y, finalmente, acab¨® rematando ¨¦l mismo de volea fl¨¢cida. El Numancia es el ¨²ltimo de la clasificaci¨®n. Pero tuvo el bal¨®n en enormes proporciones, mientras el equipo madrile?o, con Colsa y Luccin perdidos, aguardaba a que la l¨®gica acudiese a su rescate. Sucedi¨® lo contrario.
NUMANCIA 1- ATL?TICO 0
Numancia: Juanma; Juampa, Pignol, Palacios, Tarantino; Juan Carlos Moreno, Sanz (Velasco, m. 15); M. P¨¦rez, Merino (Toch¨¦, m. 72), Juanlu (Graff, m. 92); y Miguel.
Atl¨¦tico: Leo Franco; Molinero, Pablo, Garc¨ªa Calvo, Sergi; Gronkjaer (Nano, m. 88), Luccin, Colsa (Ibagaza, m. 64), A. L¨®pez; Fernando Torres y Salva.
Goles: 1-0. M. 96. Jugada individual de Toch¨¦, que supera a Leo Franco, y Miguel, en la l¨ªnea de gol remata.
?rbitro: Puentes Leira. Amonest¨® a Luccin, Tarantino, Juan Carlos Moreno, Sergi y Juanlu. Expuls¨® a Miguel (m. 90) por doble amonestaci¨®n.
Unos 15.000 espectadores en el estadio de Los Pajaritos.
A C¨¦sar Ferrando, el t¨¦cnico del Atl¨¦tico, le sobraba una equis en la ecuaci¨®n. "En esta pizarra no caben todos" . Y decidi¨® prescindir de Ibagaza desde el inicio. El Atl¨¦tico ech¨® de menos a su peque?o inventor y redujo su juego a los balones largos. Nada novedoso. Balones obl¨ªcuos de Antonio L¨®pez, balones picudos de Gronkjaer, largas par¨¢bolas de Luccin. Y as¨ª consigui¨® tener una buena ocasi¨®n en un cabezazo de Salva -el origen del problema de Ferrando, ?c¨®mo dejarle fuera tras marcar tres goles la ¨²ltima jornada?- y otra en una carrera de Fernando Torres. Porque a Torres s¨ª le afectaba el circuito acelerador que manten¨ªa a los jugadores del Numancia hiperexcitados. Pero s¨®lo a Torres, que a poco del final del encuentro le permiti¨® a Juanma lucirse con una estirada para sacar un bal¨®n que iba a la escuadra.
El Atl¨¦tico no ten¨ªa ganas. Ni ideas, desde luego. Colsa y Luccin estaban aislados. Lejanos de los defensas, que recurr¨ªan al despeje largo. Lejanos de los delanteros, que esperaban la patada a seguir o la estrategia a bal¨®n parado. Incluso, lejanos entre s¨ª, centrados como estaban ambos medio centros en detener la desordenada avalancha numantina.
Ferrando, que pon¨ªa caras muy extra?as en el banquillo, decidi¨® cambiar a Colsa y meter en el campo a Ibagaza. El margen temporal para esperar que un golpe de suerte cambiase el partido hab¨ªa expirado. Se trataba de ir, cuando faltaba media hora, a ganar. Pero los futbolistas del equipo madrile?o, acomodados a la inercia, no se dieron por enterados. Todo sigui¨® igual hasta que restaban cuatro minutos para el final, pero entonces, el que marc¨® fue el Numancia. El equipo soriano, sobre todo, a trav¨¦s de su extremo derecho, Miguel P¨¦rez, y de su media punta, Merino, trataba de torcer a su mala suerte. En una de esas Juanlu se qued¨® solo en el ¨¢rea peque?a cuando s¨®lo restaban veinte minutos. Le lanz¨® el bal¨®n manso a Leo Franco.
El Atl¨¦tico se defend¨ªa con cara de saber que m¨¢s tarde o m¨¢s temprano un imprevisto le sacar¨ªa del cero a cero. Que no hay mal que cien a?os dure. Que ellos, a fin de cuentas, est¨¢n acechando las plazas de Liga de Campeones, que est¨¢n arriba, y el conjunto soriano pena en las profundides abisales. Pero solo pesta?e¨® levemente, despierto de su prolongado sue?o, cuando el choque ya boqueaba. Entreabri¨® los ojos y s¨®lo le dio tiempo a ver el gol de Toch¨¦.
Los m¨¢s de 1.000 aficionados rojiblancos que se tomaron la molestia de atravesar un buen trozo de meseta y desafiar los copos de nieve que cayeron en Soria no podran recordar casi nada que no les resulte deprimente, excepto su propia coreograf¨ªa saltarina. Los 14.000 sorianos, al menos, pueden aplaudir el despliegue muscular de los suyos y la resurrecci¨®n de Toch¨¦, el h¨¦roe.
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