Euskadi, una polarizaci¨®n asim¨¦trica
Hay datos incuestionables, pues vienen de sensibilidades pol¨ªticas diferentes, que permiten afirmar que los vascos hoy est¨¢n m¨¢s contentos con su vida cotidiana que hace, digamos, 10 a?os. Solamente dar¨¦ una serie que tomo del Euskobar¨®metro, nada sospechoso de tendencia filonacionalista: el a?o 1995 el 51% de vascos dec¨ªa que su situaci¨®n personal era muy buena o buena. En la primavera de 2001 (en plena campa?a electoral) esta cifra hab¨ªa subido al 68% y en noviembre de 2004 llegaba hasta el 77%. Pero he hecho mucha investigaci¨®n emp¨ªrica para saber que, en el estrecho marco de un art¨ªculo de opini¨®n, es muy f¨¢cil encontrar datos que vengan a avalar tesis que uno previamente tiene asumidas. Basta ocultar los datos que exigen matizar los aportados (por ejemplo, en este caso, el elevado ¨ªndice de inseguridad ciudadana en relaci¨®n a otros enclaves europeos). Pero los datos arriba presentados son suficientemente expl¨ªcitos que dif¨ªcilmente se pueden rebatir.
Hay una anestesia moral que impide mirar a los compatriotas que deben vivir escoltados
La sociedad vasca no est¨¢ tan dividida como la clase pol¨ªtica, aunque la crispaci¨®n ha calado
En Euskadi hoy la mayor¨ªa de los vascos viven bien, algunos llegan a decir que vergonzosamente bien, como si hubiera una anestesia moral que no quiere mirar a sus compatriotas que deben vivir escoltados. Personalmente siempre he dicho que hay, en efecto, una autoanestesia colectiva, motivada porque los escoltados no llegamos a 1.500, por la excesiva ideologizaci¨®n pol¨ªtica que ha llegado al hartazgo de la poblaci¨®n (la pr¨®ximas elecciones se jugar¨¢n en los restos seg¨²n qui¨¦n haya movilizado m¨¢s votantes), por la utilizaci¨®n partidista de las v¨ªctimas (ya divididas en sensibilidades pol¨ªticas) que hace que tengan un efecto concienciador menor y, todo ello, en un clima de bienestar (viajes, estudios de los hijos, calidad de las ciudades, servicios, etc.) como nunca ha conocido la sociedad vasca.
Hay un acuerdo generalizado entre nosotros, corroborado en encuestas tambi¨¦n, de que la crispaci¨®n evidente en la clase pol¨ªtica no tiene afortunadamente su traslado mim¨¦tico a la sociedad civil. Con esto quiero decir dos cosas. En primer lugar que la sociedad vasca no est¨¢, en absoluto, tan dividida como la clase pol¨ªtica. Pero, en segundo lugar, es tambi¨¦n cierto que la crispaci¨®n pol¨ªtica, tambi¨¦n ha calado, aunque afortunadamente de nuevo, en mucha menor medida en la sociedad vasca. Creo que algo ya olvidado, quiz¨¢s muy profundo (por oculto) y peligroso (por su trascendencia), puede estar sucediendo en el inconsciente colectivo de no pocos vascos. Me refiero al riesgo de las dos comunidades, no en el conjunto de la poblaci¨®n vasca, afortunadamente por tercera vez, pero s¨ª en los sectores m¨¢s polarizados en la escala subjetiva de identidad vasca versus espa?ola. Lo mostr¨¦ en septiembre pasado en el Congreso Espa?ol de Sociolog¨ªa en Alicante. En base a una escala construida con nueve indicadores muy claros en la polaridad vasquista/espa?olista encuentro un 25% de vascos con una "muy alta identidad subjetiva vasca" (acuerdo con 7 a 9 indicadores en el polo de la vasquidad y 0 a 2 en el de la espa?olidad) frente a un escaso 3,1% con "muy alta identidad subjetiva espa?ola". As¨ª hasta 8 colectivos que ser¨ªa prolijo exponer aqu¨ª. S¨®lo a?adir¨¦ que en m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n, con muchos j¨®venes entre ellos, encuentro una nula o escasa identidad, tanto vasca como espa?ola (acuerdo con 4 o menos indicadores en ambas polaridades). Pues bien, yo creo que la "crispaci¨®n", "quiebra", "ruptura" etc., puede darse, si no se ha dado ya, entre ese 25% de vascos con "muy alta identidad vasca" y ese 3% de vascos con "muy alta identidad espa?ola", aunque tampoco en todos, menos a¨²n en el conjunto de la sociedad vasca, al menos al d¨ªa de hoy.
Para el 25% de vascos con "muy alta identidad subjetiva vasca" la urgencia primera viene de que lo que entienden como pueblo vasco corre el riesgo de diluirse en la globalizaci¨®n general y en el peso de Espa?a y de sus instituciones. Vienen a pensar de que "al final, digamos lo que digamos, quedar¨¢ siempre la Carrera de San Jer¨®nimo". Es el sentimiento ag¨®nico de la desaparici¨®n como pueblo lo que invade a este colectivo. Es lo que explica tambi¨¦n su menor sensibilidad ante las v¨ªctimas del terrorismo, aunque ser¨ªa del todo injusto decir que prefieren a los verdugos que a las v¨ªctimas.
En el escaso 3% de vascos con "muy alta identidad subjetiva espa?ola" las cosas son muy distintas. Es entre ellos donde se sit¨²a la mayor parte de los escoltados, de las v¨ªctimas por intencionalidad pol¨ªtica. Muchos viven en un clima de miedo, de terror incluso, lo que se acent¨²a a¨²n m¨¢s por su escaso n¨²mero y ser la proa principal de ETA. El sentimiento ag¨®nico entre ellos es m¨¢s personal: es el de su desaparici¨®n f¨ªsica. Esto hace tambi¨¦n que vean en Espa?a y sus instituciones la tabla de salvaci¨®n a su situaci¨®n y al Gobierno vasco y al conjunto del nacionalismo con desconfianza, por decirlo suavemente.
Si mi an¨¢lisis es correcto la disyuntiva, mirando al futuro, es clara. La polarizaci¨®n, hoy en proporciones importantes pero muy minoritarias, se extiende cual mancha de aceite, mediante pol¨ªticas centr¨ªpetas y, entonces s¨ª, el riesgo de las dos comunidades ser¨ªa real; o bien, mediante pol¨ªticas centr¨ªfugas (deseadas por la inmensa mayor¨ªa de la sociedad vasca, sean del color pol¨ªtico que sean) el grueso de la sociedad vasca acaba controlando las polaridades extremas. Para lograr este empe?o hace falta inteligencia y buena voluntad y, al menos una actitud a desterrar: sostener que el culpable es el otro, solamente el otro, pues esa actitud apuntala y magnifica las polaridades extremas.
Javier Elzo es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad de Deusto, ha codirigido el estudio Espa?a 2000. Entre el localismo y la globalidad y es director de Los valores de los vascos y navarros ante el nuevo milenio, ambos en el survey de 2001 del European Values Study.
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