Zapatero no es bienvenido aqu¨ª
Mientras las relaciones entre Espa?a y EE UU recuperan lentamente su nivel anterior en otros frentes, la Casa Blanca seguir¨¢ todav¨ªa cerrada al presidente del Gobierno
El n¨²mero 1600 de Pennsylvania Avenue, en Washington, es el s¨ªmbolo m¨¢s claro del poder de la superpotencia. Por la Casa Blanca pasan presidentes y monarcas, pero tambi¨¦n las hermanas de Robert McCartney, el camionero asesinado por el IRA en Belfast, y los campeones de la liga de b¨¦isbol. El 1600 de la Pennsylvania es el im¨¢n de los que se manifiestan contra las guerras y los que desfilan para celebrar victorias; es el lugar que se explica universalmente por s¨ª mismo, tanto para los que pisan el Despacho Oval como para los turistas que se hacen fotos ante la verja de la mansi¨®n. Es "la Casa Blanca de sue?os y dramas futuros..., llena de realidad, llena de ilusiones", que Walt Whitman ve¨ªa cuando trabajaba en los hospitales de Armory Square y Campbell, confortando a los soldados heridos de la guerra civil.
Hace un a?o, la decisi¨®n del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, de retirar "en el menor tiempo posible" las tropas espa?olas destacadas en Irak abri¨® una fuerte crisis en la relaci¨®n con el Gobierno de EE UU. El presidente, George W. Bush, se sinti¨® traicionado, no por la retirada, con la que contaba desde la victoria del PSOE en las elecciones de marzo, sino por la rapidez de la misma, en contra del mensaje que el secretario de Defensa le hab¨ªa transmitido; el mismo mensaje que Donald Rumsfeld hab¨ªa cre¨ªdo recibir personalmente, d¨ªas antes, del que iba a ser ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono.
Meses a cara de perro
Despu¨¦s de meses a cara de perro, con las bater¨ªas de la ret¨®rica muy activas desde las dos orillas del Atl¨¢ntico, la visita que el Rey hizo a Bush en noviembre de 2004 marc¨® el principio del fin de la guerra de palabras. Ahora, los v¨ªnculos entre los dos Gobiernos se han reconstruido: llamadas, mensajes, explicaciones, viajes...; todo ha trabajado en la misma direcci¨®n, y con ¨¦xito: las piezas alteradas -hubo otras que nunca sufrieron- van encajando.
?Todas? Todas, menos una: la relaci¨®n personal entre George W. Bush y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Las fuentes consultadas ven pocas probabilidades de que el presidente del Gobierno espa?ol viaje a Washington, al menos en la etapa que a Bush le queda como inquilino de la Casa Blanca.
?Por qu¨¦ Bush veta a Zapatero, si recibe en la Casa Blanca al nuevo presidente de Ucrania, V¨ªktor Y¨²shenko, y ¨¦ste le comunica que va a retirar sus tropas de Irak? ?Por qu¨¦ Zapatero aprovecha casi cualquier oportunidad para echar sal en la herida de hace un a?o?
"El presidente Bush sigue enfadado. No le preocupa que le lleven la contraria o que le digan: 'Voy a sacar las tropas, voy a hacer esto y lo otro'. Eso lo respeta, le gustan los l¨ªderes fuertes. El peor problema que puedes tener con ¨¦l es que se sienta enga?ado", dice, ya desde el aperitivo, un alto cargo de la Administraci¨®n estadounidense que ha seguido muy de cerca toda la crisis y que, a diferencia de otros miembros del Gobierno o medios de comunicaci¨®n afines a la l¨ªnea dura, hace un esfuerzo por contemplar la situaci¨®n con amplitud de miras.
-"Es lo peor, que ¨¦l crea que le han enga?ado. Es una cosa que siente intensamente".
Pero no se trata de sentimientos; se trata de pol¨ªtica, de relaciones entre altos mandatarios...
-"Mmm, mmm...", niega el funcionario mientras mueve ligeramente la cabeza y esboza una sonrisa. "?l [Bush] lo ve as¨ª: le dijeron que iba a pasar una cosa y luego eso no pas¨®. Y es algo que lo lleva dentro, que lo tiene guardado".
?Y Chirac? ?Y Schr?der? ?Es que no dijeron cosas muy fuertes contra Bush en la crisis de Irak? ?Es que no tomaron decisiones contrarias a las del presidente, no hicieron declaraciones muy duras?
"Es distinto. Ellos hablaron de sus cosas, de la posici¨®n de su pa¨ªs, de cr¨ªticas a la guerra. Zapatero pidi¨® a los dem¨¢s pa¨ªses que se retiraran de Irak. ?No le parece distinto? Nunca habr¨ªa habido elecciones si todas las tropas se hubieran ido. En Irak no hemos hecho bien muchas cosas; es innegable. La historia juzgar¨¢ a Bush, pero lo que desde luego ¨¦l no necesitaba hace un a?o era la retirada de aquellas tropas espa?olas".
El desencuentro va a durar
Mark Falcoff, un buen conocedor de Espa?a que trabaj¨® para el Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado, interpreta as¨ª el factor personal: "Le voy a ser muy franco. Los tejanos, culturalmente, tienen un valor fundamental: la lealtad. Eso explica por qu¨¦, a¨²n ahora, el presidente Bush puede pasar dos horas conversando con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en la Casa Blanca y no recibe a Zapatero. Creo que el presidente no va a olvidar ciertas cosas. Es cierto que Zapatero representa una opini¨®n p¨²blica bastante difundida en Espa?a, y que uno no puede discrepar; es la posici¨®n espa?ola, y punto. Pero Bush no va a cambiar de car¨¢cter tampoco. Si tuviera que aventurar una opini¨®n, yo creo que el desencuentro va a durar, probablemente, hasta el final de la presidencia de Bush".
Un diplom¨¢tico no europeo que conoce muy bien Washington coincide: "Lo tiene muy complicado Zapatero. En mi opini¨®n, en los a?os que le quedan a Bush en la Casa Blanca le va a ser dif¨ªcil entrar". El diplom¨¢tico a?ade: "El gran problema, adem¨¢s, es que Espa?a es m¨¢s prescindible que Alemania y Francia". Y analiza: "Yo creo que (las autoridades de EE UU) est¨¢n haciendo lo que siempre hacen cuando quiere tener relaci¨®n con un pa¨ªs, pero no con su presidente, se mantienen todo tipo de intercambios hasta ciertos niveles: Departamento de Estado, Defensa, Consejo Nacional de Seguridad... Todos ser¨¢n recibidos, a todos les hablar¨¢n, pero lo otro yo no lo veo... Tendr¨ªa que pasar algo muy importante para que cambiara".
La pol¨ªtica tiene sus razones que la raz¨®n no comprende, y de la misma forma que el factor personal es extraordinariamente fuerte, no se descarta que cambie, y que Zapatero s¨ª venga a la Casa Blanca antes de que Bush salga de ella. A los postres, el alto funcionario del Gobierno que exige confidencialidad s¨®lo concede esto: "Va a tardar en venir. No es algo que vaya a ocurrir pronto".
Antonio Garrigues Walker se resiste a admitirlo. El presidente del Consejo Espa?a-Estados Unidos (un foro independiente, creado por los dos Gobiernos) lo ve as¨ª: "El Ejecutivo est¨¢ haciendo una buena tarea, con paciencia e incluso con una digna humildad. Lo que no puede ser es que venga Condi Rice a Europa, visite nueve pa¨ªses y no pase por Espa?a. Que Bush diga que empieza una nueva ¨¦poca y dedique unos segundos a Zapatero". Si los estadounidenses han hecho las paces con Europa y hay que mirar al futuro, "no puede ser que caigamos en el est¨²pido error de que Espa?a sea la ¨²nica naci¨®n europea con tensiones con EE UU. No puede ser. Vamos a hacer las cosas bien, que haya un encuentro entre los dos y se acab¨® el tema".
La pol¨ªtica del cron¨®metro
"Ese encuentro se tendr¨¢ que producir. No se trabaja con un calendario preciso, no va a ser inmediato, pero acabar¨¢ produci¨¦ndose". ?Cu¨¢ndo? "Cuando las dos partes lo consideren conveniente y oportuno", dice Carlos Westendorp, embajador de Espa?a en EE UU y partidario de la teor¨ªa del caf¨¦: no hay que agitar los posos, no hay que remover sin necesidad. En todo caso, Westendorp cree que "no hay que obsesionarse", ni por esa reuni¨®n "ni por la pol¨ªtica de cron¨®metro: medir lo buenas o malas que son las relaciones con un reloj en la mano para ver cu¨¢ntos minutos han estado y si se contestan llamadas o no".
Bush, que nunca devolvi¨®, en efecto, la llamada que Zapatero le hizo al d¨ªa siguiente de ganar las elecciones, s¨ª llam¨® al socialista portugu¨¦s Jos¨¦ S¨®crates hace cinco semanas para felicitarle por su victoria del 20 de febrero. La conversaci¨®n -m¨¢s bien la bronca- que Bush tuvo con Zapatero hace un a?o, el 19 de abril de 2004, fue breve y desagradable. El 22 de febrero de este a?o, lo que se hab¨ªa intentado que fuera un encuentro m¨¢s formal entre los dos l¨ªderes se redujo a los aireados siete segundos -la pol¨ªtica del cron¨®metro que lamenta el embajador- del "Hola, ?qu¨¦ tal, amigo?" en Bruselas.
Sobre la situaci¨®n pesa -todav¨ªa- la decisi¨®n de Zapatero de no levantarse al paso de la bandera de las barras y estrellas en el desfile militar de Madrid, el 12 de octubre de 2003; y, m¨¢s recientemente, las palabras que el presidente del Gobierno espa?ol pronunci¨® en T¨²nez el 9 de junio de 2004 respecto a la coalici¨®n de Irak: "Con respeto a todos los pa¨ªses que est¨¢n all¨ª, si hubiera m¨¢s decisiones en la l¨ªnea del Gobierno espa?ol, se abrir¨ªa una expectativa m¨¢s favorable".
Garrigues Walker, que asegura que "por supuesto, Zapatero tendr¨¢ que ir a Washington", cree que ha habido cosas que no han ayudado. "De vez en cuando, en vez de ahorrarse algunas expresiones, se han reiterado. Incluso en el debate auton¨®mico, Zapatero lleg¨® a hacer la comparaci¨®n de que 'con la misma decisi¨®n que retir¨¦ las tropas de una guerra ilegal, me opondr¨¦ a esto y a esto...'. Hay un recordatorio permanente. Comprendo que ¨¦l lo hace pensando en la pol¨ªtica nacional, pero hay que saber que todo lo que se dice se lee, y mis amigos en los Estados Unidos me lo dicen: 'Hombre, pero ?por qu¨¦ insiste tanto en el tema?'. Yo trato de convencer a todo el mundo de que el hecho de que Espa?a tenga una mala relaci¨®n con EE UU es malo, se mire por donde se mire; y tener una buena relaci¨®n es bueno, se mire por donde se mire". Y concluye: "Yo no quiero una relaci¨®n de amor apasionado como la que ten¨ªamos durante la ¨¦poca de Aznar, pero tampoco quiero que el amor por Europa nos lleve a la enemistad con EE UU".
?Y si fuera una pol¨ªtica consciente? No lo afirma, pero tampoco lo descarta Mois¨¦s Na¨ªm, director de Foreign Policy, que sugiere que la antipat¨ªa de Bush "puede incluso tener un saldo positivo, porque en Espa?a y en Europa, los que le son antip¨¢ticos a Bush caen simp¨¢ticos. Si se comparan los beneficios de Espa?a e Italia por la cercan¨ªa de sus primeros ministros a Bush, no queda nada claro que el coste que paga Espa?a -que existe- sea prohibitivo; y no queda claro que los beneficios que saca Berlusconi, que existen, sean extraordinarios". Na¨ªm aclara: "No digo que esto deba medirse s¨®lo en t¨¦rminos materiales; hay otros aspectos importantes que se derivan de la proximidad entre l¨ªderes. Pero en la lista de cosas tangibles no parece que los costes sean extraordinarios. Y s¨ª parece que los beneficios de ser antiamericano en Europa son obvios".
?Ha afectado la crisis a las relaciones b¨¢sicas entre los dos pa¨ªses? "La cooperaci¨®n antiterrorista est¨¢ por encima del bien y del mal, es prioritaria, por encima de cualquier consideraci¨®n pol¨ªtica. No ha sufrido ninguna repercusi¨®n", asegura una persona clave en este campo, que tambi¨¦n prefiere que su nombre no aparezca. "La cooperaci¨®n antiterrorista internacional es vital. Con EE UU tiene un valor a?adido por el intercambio de informaci¨®n y la ayuda mutua. Ninguno de los dos puede prescindir de esa cooperaci¨®n y ha habido un inter¨¦s por las dos partes en dejarlo patente".
Un contrato de Defensa pendiente
En cuanto a la econom¨ªa, "no hay repercusi¨®n", dice Alberto Nadal, consejero comercial de Espa?a en Washington. Y a?ade: "El ritmo de crecimiento de la exportaci¨®n a EE UU ha sido el natural". Tres cuartas partes de los bienes que exporta Espa?a van a la UE y un 4% va a EE UU. A la inversa, el 3,7% de la exportaci¨®n estadounidense se dirige al mercado espa?ol. "En d¨®lares, la exportaci¨®n de productos espa?oles a EE UU en 2004 crece casi el 12%; en euros, apenas el 1%. Eso quiere decir que las fluctuaciones se deben al tipo de cambio, que es lo que hace da?o; para la persona que importa aqu¨ª azulejos y vino, la relaci¨®n entre Zapatero y Bush no tiene ninguna importancia".
?Y los contratos de Defensa? "No es un volumen importante, y no hay perspectiva suficiente. Adem¨¢s, influyen factores t¨¦cnicos, presupuestarios...", concluye Nadal. CASA tiene previsto entregar tres aviones CN-235 al Servicio de Guardacostas de EE UU en 2006. Las restricciones presupuestarias pueden complicar el desarrollo futuro del programa. Y la Armada espa?ola est¨¢ pendiente de la decisi¨®n sobre el sistema de combate de los cuatro nuevos submarinos S80 que deber¨ªan empezar a fabricarse este a?o. El S80 es un proyecto de dise?o espa?ol, pero el sistema de armas puede ser norteamericano o europeo. La Armada espa?ola prefiere EE UU, por coherencia -m¨¢s del 90% del material es estadounidense- y porque eso dejar¨ªa la puerta abierta a que pudiera acoplarse un sistema vertical de lanzamiento de misiles Tomahawk. La Armada aspira a la compra de 60 Tomahawk del tipo bloque IV; la Marina de EE UU dio el visto bueno, pero la decisi¨®n final depende de Rumsfeld. EE UU s¨®lo ha vendido Tomahawk al Reino Unido. La decisi¨®n tiene que ser doble, porque el Gobierno espa?ol es el que compra.
"La cooperaci¨®n militar funciona. No ha habido cambios. En el aspecto militar no hay ning¨²n problema entre Espa?a y EE UU", asegura una persona que ha estado en medio de esas relaciones. Y aclara: "Cuando Espa?a se meti¨® en el l¨ªo de Irak, se not¨®. EE UU 'nos descubri¨®': yo lo viv¨ª en cada una de las bilaterales a las que asist¨ª. Y en las reuniones multinacionales not¨¦ la admiraci¨®n, a veces la envidia, que ese reconocimiento suscitaba". ?Y tras la retirada de las tropas? "Silencio absoluto. Nadie nos dijo nunca nada. No hubo malas caras, pero dejamos de existir en el nivel al que me refer¨ªa. Volvimos a lo de siempre. Yo creo que pasamos a ser un aliado menor, un pa¨ªs del que ellos piensan: 'No sabemos qu¨¦ podemos esperar; hoy me dicen esto, pero no sabemos si lo van a mantener ma?ana'. Llevamos siendo aliados mucho tiempo como para que se altere la relaci¨®n de fondo: lo que cambi¨® es que antes, cuando t¨² quer¨ªas algo, pol¨ªticamente se te apoyaba, y ahora se te ignora. Y en ciertos temas, vamos a dejarnos de historias: no hay m¨¢s que dedo pol¨ªtico".
"En los ambientes que yo conoc¨ª", contin¨²a, "doli¨® mucho el tema de la bandera; no lo han olvidado, me consta que doli¨® much¨ªsimo. Lo tomaron como un insulto a su naci¨®n. Y despu¨¦s, lo de las tropas; y despu¨¦s, lo de T¨²nez. Y ahora, Venezuela, despu¨¦s de haberle negado a Colombia un contrato de carros de combate que ya estaba adjudicado...".
La Casa Real puede ser clave
Hasta cinco ministros espa?oles, empezando por el titular de Exteriores, tienen previsto volar a Washington a corto plazo. Adem¨¢s de Miguel ?ngel Moratinos, vendr¨¢n los titulares de Interior, Defensa y Justicia, y m¨¢s tarde, Educaci¨®n. Por su parte, Garrigues conf¨ªa en dar un empuj¨®n en la reuni¨®n que el Consejo Espa?a-EE UU celebrar¨¢ el 13 de mayo en Sevilla, a la que espera que asistan los nuevos senadores hispanos, el dem¨®crata Ken Salazar y el republicano Mel Mart¨ªnez, posible pr¨®ximo presidente del Consejo. Tambi¨¦n estar¨¢n los pr¨ªncipes de Asturias. Las relaciones de la Casa Real con EE UU son claves. El pasado 24 de noviembre, los Reyes fueron a ver a los Bush en su rancho de Crawford. La intervenci¨®n era urgente: en octubre, el poco diplom¨¢tico ex embajador de EE UU, George Argyros, no hab¨ªa asistido ni al desfile del 12 de octubre ni a la recepci¨®n real. Bush acababa de ganar las elecciones y no hab¨ªa respondido a la felicitaci¨®n de La Moncloa, donde "hubo m¨¢s fe que confianza en que Kerry iba a ganar", seg¨²n fuentes al tanto de esas expectativas.
Las relaciones con los americanos -el Gobierno, los congresistas y la gente- son f¨¢ciles, concluye Westendorp. "Son directos, pragm¨¢ticos. Todo el mundo sabe que Espa?a es un pa¨ªs aliado, que compartimos una serie de valores". Obviamente, dice, "soy consciente de que este Gobierno tuvo una decepci¨®n con el asunto de la retirada de tropas de Irak, pero a medida que pasa el tiempo y se imponen los valores comunes y la cooperaci¨®n, la decepci¨®n tiende a desaparecer y llegar¨¢ a lo que ha sido siempre: una buena relaci¨®n". Pa¨ªses amigos y aliados con parecidos objetivos, que "podemos diferir en c¨®mo alcanzar esos objetivos, pero lo importante no es que tengas o no un desacuerdo; lo entienden. Lo que es importante es contarse el porqu¨¦ e intentar convencerse mutuamente. Si se cumple eso, no hay ning¨²n problema con los americanos".
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