El patio de Rusia no es particular
Georgia, Ucrania y (de forma m¨¢s rara y algo frustrante para la poblaci¨®n) Kirguizist¨¢n. ?Caen las piezas de un domin¨®? En el punto de mira est¨¢n los presidentes de Kazajist¨¢n, Turkmenist¨¢n y Uzbekist¨¢n, todos con 14 a?os en el cargo, todos ex jefes del partido comunista. Y Lukashenko en Bielorrusia, la ¨²ltima dictadura de la zona al m¨¢s puro estilo sovi¨¦tico. Adem¨¢s, los de Azerbaiy¨¢n y Moldavia han recibido serios avisos de cambiar sus comportamientos. Los levantamientos populares se han producido hasta ahora en Estados con elecciones m¨¢s libres, una reacci¨®n contra los fraudes. El patio trasero de Rusia se est¨¢ mojando. Aunque no llegue plenamente la democracia, s¨ª parece acercarse el final de la era postsovi¨¦tica en estos pa¨ªses. Y hay signos de que tambi¨¦n en Rusia, a donde nunca pudo viajar Juan Pablo II porque se lo impidi¨® no tanto Mosc¨², sino la Iglesia ortodoxa, aunque Putin fue, significativamente, uno de los pocos l¨ªderes del mundo en no estar el viernes en la plaza de San Pedro.
Desde Washington, Rice afirma que "nadie est¨¢ tratando de cercar a Rusia". Pero desde el Kremlin se ve de otra forma. Su despliegue militar en la zona ha convertido a EE UU en potencia centroasi¨¢tica, con bases en Irak, Afganist¨¢n, Kirguizist¨¢n y Uzbekist¨¢n, y acuerdos para el uso militar de aeropuertos en Tayikist¨¢n y Kazajist¨¢n, adem¨¢s de relaciones especiales con Pakist¨¢n, m¨¢s India como aliado clave. La intenci¨®n de Washington es hacer entrar a muchos de estos pa¨ªses en esa alianza global en que se ha convertido la OTAN. No as¨ª la UE, que ve c¨®mo se le viene encima una nueva avalancha de solicitudes que no podr¨¢ resolver sin plantear una nueva relaci¨®n con una Rusia cambiada.
La Comunidad de Estados Independientes (CEI), pensada primero como estructura para el divorcio y luego para una recuperaci¨®n neoimperial, se est¨¢ deshaciendo, y lo que antes consideraban los rusos postsovi¨¦ticos el "extranjero pr¨®ximo" -su "esfera de inter¨¦s vital"- se va convirtiendo en una "vecindad compartida" con la Uni¨®n Europea, como bien se recuerda en Lo que Rusia ve, un estudio compilado por Dov Lynch, del Instituto de Estudios de Seguridad de la UE. Tras prestarle todo su apoyo como pieza clave en la "guerra contra el terrorismo", Bush ha optado por criticar abiertamente a Putin. No le falta raz¨®n, pues este ex jefe del KGB ejerce el poder con malos h¨¢bitos. La gota que ha desbordado el vaso puede haber sido la forma en que el Estado ruso se ha hecho con la principal empresa petrolera, Yukos, rompiendo las reglas del juego en este mercado.
Estrat¨¦gicamente, incluidos el gas y el petr¨®leo, Rusia importa m¨¢s de Europa que de EE UU. Chirac y Schr?der consideran a Rusia un socio demasiado importante para dejar a Putin solo, a su aire. Alemania es el primer mercado para Rusia (pero la inversi¨®n alemana en Rusia est¨¢ cayendo). Y de ah¨ª la asociaci¨®n estrat¨¦gica por la que trabajan, que tuvo una primera plasmaci¨®n en la cumbre de Par¨ªs del pasado 18 de marzo, en la que particip¨® Zapatero. No se trat¨® de un mero gesto hacia el presidente espa?ol por su regreso al eje franco-alem¨¢n, sino de una necesidad. Cuando hay una creciente reticencia a Rusia en una UE ampliada al Este, Francia y Alemania necesitaban que se subiese a bordo de este proyecto un pa¨ªs cuyo acercamiento a Rusia no despierte recelos, como Francia, que abandon¨® a los checos en M¨²nich en 1938, o Alemania por su pasado. Tambi¨¦n le interesa a Espa?a. Con la trama de Marbella ha quedado al descubierto una red de blanqueo de dinero que puede tocar a Yukos. La penetraci¨®n de mafias rusas y otras empieza a ser un problema grave, del que las autoridades francesas advirtieron al Gobierno de Aznar para que pusiera los medios necesarios para pararlas, pero no se hizo lo suficiente. Aunque pueda parecer extra?o, para esta lucha se requiere la colaboraci¨®n rusa, de otra Rusia. A todos interesa una Rusia que respete las reglas y que encuentre su lugar en Europa. aortega@elpais.es
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