Pollini alienta a programadores y p¨²blico a no fosilizar la m¨²sica
El gran pianista italiano ofrece dos arriesgados recitales en Madrid
La revoluci¨®n de la mano de la cultura est¨¢ en lo cotidiano, para Maurizio Pollini (Mil¨¢n, 1942). "El mundo se cambia d¨ªa a d¨ªa", dice el que para muchos es uno de los m¨¢s grandes pianistas de la historia. ?l lo hace desde su parcela, paso a paso, asumiendo riesgos y dando la vuelta al mundo con recitales como los que ofrece en el Auditorio Nacional de Madrid hoy y el lunes 18, en los que alterna compositores contempor¨¢neos con dos genios de los que ¨¦l es referencia pian¨ªstica: Beethoven y Chopin.
Jam¨¢s ha traicionado su compromiso con el presente. Desde los a?os sesenta y setenta, cuando se paseaba por las f¨¢bricas de Italia, junto al enorme Claudio Abbado, para llevar la m¨²sica a todos los ¨¢mbitos, hasta hoy, cuando denuncia el fen¨®meno Berlusconi -"es un peligro espantoso, quiere convertirse en un nuevo dictador italiano"- o pretende sacudir o¨ªdos m¨¢s o menos apoltronados a base de programas como el que interpretar¨¢ hoy en su recital del ciclo Grandes int¨¦rpretes, de Scherzo. En ¨¦ste, adem¨¢s de la monumental sonata Hammerklavier, de Beethoven, afrontar¨¢ junto a Alain Damiens la Sequenza IX, de Berio, Cuatro piezas para clarinete y piano, de Berg, y Klavierst¨¹cke VII y IX, de Stockhausen.
"No s¨¦ c¨®mo se puede utilizar el t¨¦rmino contempor¨¢neo, es relativo, yo hablo de la m¨²sica de nuestro tiempo, que debemos interpretar con la misma naturalidad que a los cl¨¢sicos", asegura. Siempre se ha mostrado decidido a que el arte de sus d¨ªas trascienda. Es uno de los pocos grandes que lo hace constantemente: "Lo mismo que vemos al Giotto, a Vel¨¢zquez y a Pollock sin que nos llame la atenci¨®n, debemos hacer lo mismo con la m¨²sica". Pero el esfuerzo no s¨®lo debe ser de los int¨¦rpretes. "El p¨²blico y los programadores deben estar abiertos a m¨²sica nueva y no dejar que se fosilicen las salas de conciertos". Lo dice con su voz de bajo, apoyando sus manos de una belleza serpenteada en la mesa, como si el mantel blanco fuera un teclado sobre el que en cualquier momento deba ofrecer una clase magistral.
Est¨¢ animado, receptivo, contento, luce un moreno sano y fuma menos esos cigarrillos sin filtro que se le confund¨ªan con los dedos. Va a pasar su semana en Madrid -donde es un lujo que ¨¦l ofrezca dos conciertos, ya que da menos de 40 al a?o- tranquilo, paseando y piensa acercarse a admirar las esculturas de su t¨ªo, Fausto Melotti, en la galer¨ªa de Elvira Gonz¨¢lez.
Proyectos de vida
Se toma la vida con calma y el trabajo con humor: "Yo, como dec¨ªa Oistrakh, estudio durante los conciertos", dice. El lunes 18 llega Chopin, a quien dedica un recital completo. Un m¨²sico que ha desgranado durante toda su carrera, como Beethoven. "Los dos son proyectos de vida", afirma. Del ¨²ltimo se atreve con una sonata que produce terror a sus colegas. Escuch¨¢rsela a este gran experto en el m¨²sico alem¨¢n puede ser algo grande: "No me extra?a que d¨¦ miedo, es comprensible. Es su sonata m¨¢s larga y compleja y adem¨¢s est¨¢ impregnada de unas novedades potenciales constantes. En su ¨¦poca, los contempor¨¢neos del m¨²sico dec¨ªan que no existir¨ªa un pianista con barba suficiente en a?os como para afrontarla".
De Chopin cree que no se ha llegado a taladrar toda la profundidad de su genio. "En ¨¦l, la magia y la hondura se combinan siempre milagrosamente". Muchas veces las apariencias enga?an y al m¨²sico polaco le ha pasado un poco eso, que hay que traspasar la superficie para entrar en su verdadera, pura e inagotable dimensi¨®n: "Posee un poder de atracci¨®n enorme y es dificil¨ªsimo hacerle sonar con toda su riqueza".
Quiz¨¢ porque Chopin antepone la intenci¨®n a la forma, algo que muchos han entendido justo al rev¨¦s, haci¨¦ndole bastante da?o. Pollini lo explica: "?l mismo dec¨ªa que odiaba toda esa m¨²sica que carec¨ªa de un pensamiento latente. Era un hombre de contrastes, un volc¨¢n como compositor, mani¨¢tico, laborioso, pod¨ªa hacer cambios constantes sobre una pieza antes de darla por finalizada, pose¨ªa una naturaleza pasional y al tiempo comportamientos aristocr¨¢ticos, con gustos complicados". De ah¨ª la gloria de su m¨²sica, que es el triunfo de una constante lucha interior que en manos de Pollini resulta tan cristalina como arrebatadora.
Contrastes y colores
Maurizio Pollini tiene una fe ciega en su instrumento. Lo domina, lo mima, lo somete a pruebas interminables de sonidos, de posiciones, de afinaci¨®n. Cuida con una atenci¨®n profesional poco habitual sus escasas apariciones y ayer ensay¨®, ma?ana y tarde, en la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional, donde actuar¨¢ hoy, para adaptar el sonido a cada recoveco. Su amor por el instrumento lo demuestra en su defensa inquebrantable del mismo, como un s¨²bdito a su rey: "El piano es el instrumento que da m¨¢s satisfacciones. Cuenta con el mayor repertorio, su sonido es polif¨®nico, puede emular a una orquesta y est¨¢ lleno de contrastes y colores. Lo mismo puede ser un instrumento que una voz y su capacidad de cambio no termina nunca", afirma.
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