Aroma de torero caro

Fernando Cepeda es un torero que no arrebata, pero seduce, porque su toreo despide un aroma de arte excelso. No es un torero vulgar, tampoco una figura de masas, pero s¨ª un lujo para la torer¨ªa andante. Es hombre y torero maduro, ha conocido la gloria y el silencio y, al cabo de los a?os, aflora en ¨¦l su m¨¢s ¨ªntimo sentido del arte, su elegancia, su empaque, su naturalidad...

Porque Cepeda torea como si ensayara de sal¨®n; se gusta en cada detalle, en cada lance, y emociona su temple y la suavidad con la que maneja los enga?os.

Ayer no triunf¨® a lo grande, pero dej¨® sobre el albero de la Maestranza pinceladas de toreo hondo, de arte para paladares exigentes. Lo intent¨® en ambos toros a la ver¨®nica; la esboz¨® en su primero, traz¨® tres templadas y lentas en el otro y realiz¨® un quite de una y media en el tercero que supieron a gloria.

Lo mejor fue su faena al primero. Con humildad y timidez, Cepeda dijo lo que puede ser el toreo. Dibuj¨® dos redondos de enorme grandeza, tres bellos naturales, despu¨¦s; de nuevo, derechazos profundos, un trincherazo de categor¨ªa y el convencimiento de que es un torero en saz¨®n, nada pasional, pero artista por nacimiento, al que s¨®lo le ha fallado el ¨¢nimo para ser reconocido como figura. Su segundo, asfixiado y moribundo, no le permiti¨® redondear la tarde.

Tampoco tuvieron opciones sus compa?eros. Ponce lo intent¨® con toda su alma en el quinto y demostr¨® su poder¨ªo y depurada t¨¦cnica con un toro imposible, no mejor que su primero, soso hasta decir basta. Tampoco tuvo suerte D¨¢vila Miura ni en su primero ni en el sobrero de Parlad¨¦, descastado y parado, que decepcion¨® a todos. Muy decidido en todo momento, s¨®lo pudo mostrar voluntad.

Y un apunte final: lo de Samuel Flores, para el matadero. Fachada, s¨ª, pero toros enfermos o borrachos. ?Ojo al parche...!