Graciela Montes y Ema Wolf elogian la verdad del escriba al recibir el Alfaguara
Las escritoras argentinas desvelan en la entrega del premio c¨®mo es crear a cuatro manos
Un solo libro y cuatro manos. Una historia que rompe los mon¨®logos, las soledades propias de los encierros de la escritura, y surge de un di¨¢logo creativo y sugerente para penetrar en una ¨¦poca tan maravillosa como la de la Europa del siglo XIII, con Marco Polo, y que ha llevado a sus autoras, Ema Wolf y Graciela Montes, dos argentinas con oficio, a conseguir el VIII Premio Alfaguara de Novela, que recibieron ayer en Madrid de manos de Jes¨²s de Polanco, presidente del Grupo PRISA, con su obra El turno del escriba.
Fue una entrega concurrida la de este nuevo premio, dotado con 175.000 d¨®lares (135.800 euros) para ambas y dos esculturas de Mart¨ªn Chirino esta vez, una para cada autora. Las dos se sentaron en la mesa acompa?adas de Polanco; del presidente del jurado, Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald; la secretaria del mismo, Ana Mar¨ªa Moix, la consejera delegada del Grupo Santillana, Isabel de Polanco y el director de Santillana, Juan Gonz¨¢lez. No se trata de un libro al uso, se premia en esta ocasi¨®n un experimento sobre el que Jes¨²s de Polanco afirm¨®: "Estamos muy contentos de haber contribuido a dar a conocer este libro ins¨®lito a 400 millones de lectores, que ha sido premiado por un jurado totalmente independiente en el que hab¨ªa representantes de todas las disciplinas narrativas". Seg¨²n Caballero Bonald, presidente del jurado, "la obra trasciende un marco hist¨®rico para convertir la escritura en un acto de libertad".
Jes¨²s de Polanco: "Estamos muy contentos de dar a conocer este libro ins¨®lito a 400 millones de lectores"
Jos¨¦ Caballero Bonald: "La obra trasciende un marco hist¨®rico para convertir la escritura en un acto de libertad"
Y es la libertad plena, el triunfo del poder de la conciencia moral y la capacidad inventiva lo que se reivindica entre las cuatro paredes mugrientas de la celda que comparten Marco Polo y su escriba, Rustichello de Pisa, que sirve de notario creativo a las aventuras del comerciante. Caballero Bonald tambi¨¦n destac¨® la experiencia de la autor¨ªa doble: "Se agradece esta colaboraci¨®n a dos voces. Escribir a cuatro manos a m¨ª me parece algo prodigioso", asegur¨®.
Las claves de su colaboraci¨®n las desgran¨® en p¨²blico Ema Wolf, que detall¨® c¨®mo compartieron tarea. "La duplicaci¨®n ten¨ªa algo de reto. Supone un di¨¢logo que para un autor siempre es de agradecer. Escribir es borrar, suturar; en el propio libro, uno escrib¨ªa mientras otro contaba lo que ocurr¨ªa", asegur¨® Wolf. La identificaci¨®n, pues, con el escriba y el protagonista de la historia es total. Ellas han conseguido parte de esa fusi¨®n, que les ha llevado a disfrutar todo mucho m¨¢s.
Pero el trabajo ha sido duro. Todo se consagr¨® a esa historia llena de exotismo, escrita a la luz de inspiraciones como las que para las autoras han sido las colaboraciones entre compatriotas suyos como Borges y Bioy Casares, por ejemplo. "Compart¨ªamos la certeza de que nuestra curiosidad era pareja y que, como en Herman Melville, empezaba por saber c¨®mo se llamaban sus personajes y segu¨ªa por ver qu¨¦ les ocurr¨ªa despu¨¦s", asegur¨® ayer Wolf.
Para eso no hab¨ªa detalle que se les pudiera escapar sobre aquella G¨¦nova medieval, donde transcurre gran parte de la historia, por ejemplo. No viajaron f¨ªsicamente all¨ª, pero s¨ª de otra manera: "Est¨¢bamos a muchas millas y a varios genovinos de oro de aquel lugar, pero todo nos era indispensable, necesit¨¢bamos saber de qu¨¦ hac¨ªan contrabando o en qu¨¦ recipientes orinaba la gente, y en ese ejercicio de socorro mutuo todos los libros se convert¨ªan en indispensables, desde la lectura de Dante a alg¨²n manual de cocina ligur de una abuela inmigrante; todo serv¨ªa, hab¨ªa que hacer acopio de perlas y de carbones", explic¨® la escritora.
Graciela Montes sent¨® al escriba en la mesa. "Es justo, ¨¦l nos prest¨® sus zapatos, fue nuestra sede", dijo Montes. Hablaba de Rustichello de Pisa, el personaje que conduce esta historia que juega con la recreaci¨®n de los mundos deseados, la ilusi¨®n de unos personajes lejanos con los que necesitamos dialogar a trav¨¦s de la imaginaci¨®n. ?l las salv¨®, las gui¨® y las protegi¨® por esos mundos de Dios: "Sin ¨¦l podr¨ªamos haber perecido de malas heridas, pero dimos con su presencia, con su oficio, y nos se?al¨® nuestro margen de maniobra, nos marc¨® el espacio".
De todo ese ejercicio surge El turno del escriba, que fue presentado ayer en Madrid con todos los honores en una fiesta matutina en la que autores, editores, pol¨ªticos, artistas, cineastas, se acercaron a conocer a estas dos autoras risue?as y c¨¢lidas, que se mostraron felices con su premio: "Si este libro que hemos hecho a cuatro manos hablara, tendr¨ªa que hacerse camino y defenderse, y si fuera como nosotras, estar¨ªa intimidado por el ruido que ha producido y agradecido profundamente a los responsables de esta editorial a la que ha obligado a duplicar los gastos del premio", asegur¨® Ema Wolf. ?Y c¨®mo lo demostrar¨ªa? "De manera discreta y con forma de emocionada reverencia", concluy¨® Graciela Montes.
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