En pol¨ªtica no todo vale
La mayor¨ªa de las decisiones que determinan la forma en que se distribuyen los recursos p¨²blicos son decisiones pol¨ªticas. La puesta en practica de los servicios que utilizamos todos los d¨ªas los ciudadanos, dependen de las decisiones pol¨ªticas. Los problemas a los que nos enfrentamos unos y otros, por circunstancias sobrevenidas, por alteraciones inesperadas, por cambios de cualquier tipo, tienen que ser afrontados por aquellos a los que elegimos para decidir sobre nuestros destinos.
Las decisiones pol¨ªticas son la manifestaci¨®n m¨¢s clara del sentido de la pol¨ªtica, de su utilidad, de su supervivencia. Si a los agricultores afectados por las bajas temperaturas de este invierno no se les ofrece una alternativa que afronte su situaci¨®n, dif¨ªcilmente valorar¨¢n el sentido de elegir a unos representantes pol¨ªticos. Si a las v¨ªctimas del terrorismo no se les ofrece un plan que aminore su sufrimiento, tampoco entender¨¢n el sentido de su elecci¨®n el d¨ªa que fueron a votar. Si a cualquier ciudadano se le retira el derecho de serlo, se preguntar¨¢ las razones por las que debe lealtad al poder que eligi¨®. Por ello, no es balad¨ª comenzar a exigir seriedad, responsabilidad y respeto por los pilares que fundamentan, no s¨®lo la pol¨ªtica, sino tambi¨¦n la propia democracia.
Porque es verdad que la pol¨ªtica despierta sentimientos contradictorios al percibirla como algo necesario y a su vez como algo despectivo (corrupci¨®n, esc¨¢ndalo...). Pero tambi¨¦n es cierto que depende de lo que se transmita o llegue al ciudadano de forma reiterada, sobre todo, desde la acci¨®n y el estilo de hacer pol¨ªtica.
En las aulas universitarias ense?amos que la pol¨ªtica puede ser interpretada desde una dimensi¨®n horizontal, como una actividad colectiva que se realiza para alcanzar unos objetivos, y desde una dimensi¨®n vertical, como el medio para controlar los conflictos. En ambos casos, la pol¨ªtica se llena de contenido en la medida que gestiona de forma eficaz los conflictos, pero no es suficiente que los sepan los estudiantes, ?son conscientes de ello los pol¨ªticos?
Al ciudadano le corresponde elegir a los pol¨ªticos para que ejerzan la actividad pol¨ªtica y gestionen sus conflictos. En el momento en que la pol¨ªtica se dedica m¨¢s a generar confrontaci¨®n y descuida la funci¨®n de disminuir tensiones, la pol¨ªtica se vac¨ªa de contenido y pierde su esencia. Incluso, la legitimidad, como instrumento esencial para el fortalecimiento de la democracia, comienza a disminuir hasta t¨¦rminos insospechados.
Nunca hay que olvidar, y sobre todo el pol¨ªtico lo ha de tener muy presente, que cuando el ciudadano se somete al Estado, y acepta las directrices de ¨¦ste, en detrimento de su libertad, no lo hace de forma gratuita, espera algo a cambio: protecci¨®n, resoluci¨®n de problemas, equilibrio, libertad, igualdad...paz, y si observa que, a quien le ha dotado de representaci¨®n (gobierno u oposici¨®n), anda entretenido en otros menesteres, la legitimidad obtenida en las urnas comienza a debilitarse la propia representaci¨®n pol¨ªtica entra en crisis porque no se utiliza para los fines establecidos, sino por intereses de otra ¨ªndole que poco interesan a los ciudadanos.
En la d¨¦cada de los setenta, en EE UU, se pudo comprobar, a trav¨¦s de algunos estudios emp¨ªricos, la existencia de una estrategia electoral que consist¨ªa en destruir la pol¨ªtica, a trav¨¦s de denuncias sin pruebas, con la finalidad de relacionar los conceptos de pol¨ªtica y corrupci¨®n. De esta manera, ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil justificar la necesidad de liderar la reconstrucci¨®n de esta situaci¨®n con otro partido que no fuese el del gobierno. En esta estrategia se optaba por estar en campa?a siempre y el objetivo prioritario era formar una opini¨®n p¨²blica sobre la transparencia de la utilizaci¨®n de los recursos p¨²blicos. Finalmente, la opini¨®n p¨²blica cre¨® una relaci¨®n de simbiosis entre los conceptos de pol¨ªtica y corrupci¨®n, casi como si se alimentasen mutuamente. ?Merece la pena llevar a la pol¨ªtica a estos l¨ªmites para poder as¨ª llegar al poder?
Tambi¨¦n, en otros estudios, se ha demostrado que los temas m¨¢s recurrentes por parte de un partido pol¨ªtico que ejerce la oposici¨®n, y tiene pocas posibilidades de optar al gobierno, porque la diferencia de votos es grande y no permite una f¨¢cil alternancia (baja competitividad) son: el esc¨¢ndalo, la corrupci¨®n, la crispaci¨®n y los impuestos.
Por ello, que un d¨ªa un partido pol¨ªtico transmita que otro partido es corrupto no es rentable electoralmente porque no se puede demostrar, y si se manifiesta p¨²blicamente entrar¨ªa en lo que es un insulto al partido con el que se compite por el poder. Pero utilizar un proceso l¨®gico que consista en decir: x es corrupto y es del partido Y, p es corrupto y es del mismo partido, al igual que t, y, z...,. al final, y tras un largo periodo de construcci¨®n de esa idea, se concluye que todos los miembros del partido Y, son corruptos.
Esta estrategia se puso algo de moda, en Espa?a, en la d¨¦cada de los noventa y algunos investigadores cre¨ªmos que ya hab¨ªa sido desterrada por la peligrosidad que encierra. En muchos casos el derecho al honor se pierde porque cuando se derrama un vaso de agua es dif¨ªcil volver a embalsar todas las gotas. Y no es s¨®lo la p¨¦rdida de este derecho, que ya es mucho, sino el comenzar a destruir los principios b¨¢sicos que fortalecen un Estado democr¨¢tico y de Derecho.
Quiz¨¢ algunos partidos pol¨ªticos adopten medidas agresivas como ¨¦sta, porque existen experiencias que demuestran que son instrumentos muy v¨¢lidos para derribar gobiernos estables, pero tambi¨¦n erosionan y contribuyen a que la pol¨ªtica no sea sostenible. Sobre todo porque en pol¨ªtica no vale todo, y no todo es pol¨ªtica.
No se deben confundir los ¨¢mbitos. Cuando existe corrupci¨®n, existe un sujeto que delinque, una acci¨®n individual punible para la cual hay previsto un sistema judicial que garantiza la separaci¨®n entre los dos poderes. Cabe pues dirigirse al tribunal competente y denunciar, y una vez emitida una sentencia de culpabilidad, exigir responsabilidades pol¨ªticas, e incluso trasmitirlo a la opini¨®n p¨²blica para que est¨¦ informada. Pero, ?cu¨¢ntas denuncias de corrupci¨®n, esc¨¢ndalos, han acabado en el mismo momento de revelarlo a los medios, porque no exist¨ªan pruebas que demostrasen tales acusaciones?, ?a cu¨¢ntos pol¨ªticos se les ha enterrado, en lo que a su honor y prestigio se refiere, en este pa¨ªs, porque surgi¨® un rumor mal intencionado de un an¨®nimo?
La pol¨ªtica no puede permitirse el lujo de vaciarse de contenido por intereses electoralistas. La pol¨ªtica es un seguro colectivo al que hay que cuidar porque es la garant¨ªa de la cohesi¨®n. Lo contrario: la crispaci¨®n, el esc¨¢ndalo, no proporciona m¨¢s que incertidumbre, enfrentamiento y lo que es peor, la desintegraci¨®n de la sociedad.
A los pol¨ªticos les corresponde velar por la pol¨ªtica, mucho m¨¢s incluso que a los propios ciudadanos, porque para eso fueron elegidos para gestionar conflictos y no para crearlos.
Susana Corzo Fern¨¢ndez es profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Granada.
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