El rey se divierte

Hace unos pocos a?os el mundo de la l¨ªrica se lamentaba por la ausencia de tenores j¨®venes que recogiesen el testigo de las viejas glorias. La crisis parece que se va superando a pasos agigantados y as¨ª el ingl¨¦s Ian Bostridge impone su liderazgo en el universo del lied, el canadiense Ben Heppner en el repertorio wagneriano e incluso el mexicano Rolando Villaz¨®n en el verismo. En el terreno belcantista, el rey es indiscutiblemente el peruano Juan Diego Fl¨®rez. En Las Palmas, el rey-tenor se ha divertido con una deslumbrante composici¨®n del personaje de Nemorino. Se ha divertido y ha provocado el delirio.

Nemorino es un papel a la medida de Fl¨®rez hoy, no s¨®lo vocalmente, sino hasta desde el punto de vista f¨ªsico. Lo primero que destaca del tenor es el aire juvenil, espont¨¢neo, de buen coraz¨®n, que otorga a su personaje. Todo desprende una frescura contagiosa. Las extraordinarias facultades como actor complementan su excepcional momento vocal. Transmite una sensaci¨®n de facilidad, pero hay mucho trabajo detr¨¢s para conseguir esa naturalidad. La coherencia de la interpretaci¨®n es tan admirable que cuando llega el esperado momento del aria Una furtiva l¨¢grima Fl¨®rez no se transfigura, como otros tenores, y se deja llevar por un sentimiento exagerado en funci¨®n de la plenitud de la melod¨ªa. Al contrario: mantiene la misma l¨ªnea de sencillez; mantiene la prioridad de los valores teatrales del canto.

Ricardo Frizza le mima desde el foso imprimiendo un sentido de ligereza a la orquesta y subrayando los valores esenciales de la comedia. Y Laura Giordano consigue, como Adina, una actuaci¨®n llena de buen gusto y sustentada por una gran t¨¦cnica.

Se recuperan como elementos escenogr¨¢ficos unas pinturas de N¨¦stor Mart¨ªn-Fern¨¢ndez de la Torre (Las Palmas, 1887-1938). El ambiente canario de la escena contribuye a la cercan¨ªa. El p¨²blico sali¨® con la sensaci¨®n de haber asistido a una representaci¨®n hist¨®rica.