Sentencia hist¨®rica

El capit¨¢n de corbeta retirado Adolfo Scilingo, uno de los oficiales argentinos asignados a la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada en los a?os en que se convirti¨® en principal centro de tortura de la dictadura militar (1976-1983), fue condenado ayer por un tribunal espa?ol a 640 a?os de prisi¨®n por los delitos de lesa humanidad, detenci¨®n ilegal y torturas. Se trata del primer caso de un represor condenado en presencia por un tribunal extranjero y tambi¨¦n la primera vez en que la justicia espa?ola condena a un imputado por cr¨ªmenes de este tipo cometidos en el extranjero. Es, por ello, una sentencia que marca un hito en la lucha de la justicia contra la impunidad y contra las fronteras nacionales en la persecuci¨®n de los delitos de lesa humanidad. Tales delitos son definidos en el Estatuto de la Corte Penal Internacional como los "actos inhumanos que causen intencionadamente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad f¨ªsica o la salud mental".

Scilingo ha sido considerado culpable de un delito de ese tipo por su participaci¨®n en el asesinato de 30 personas que fueron arrojadas vivas al mar, tras ser drogadas, en los llamados vuelos de la muerte, en el verano de 1977. Una singularidad de este caso es que fue el propio Scilingo quien confes¨® o relat¨® su participaci¨®n en esos cr¨ªmenes en una entrevista period¨ªstica realizada en su pa¨ªs en 1995. Nunca han estado claros los motivos de esa confesi¨®n, aunque en un escrito posterior, el pr¨®logo a una especie de memorias, dijo que lo hab¨ªa hecho "presionado por mi propia conciencia". Sin embargo, es muy probable que esa conciencia estuviera aliviada por la sensaci¨®n de impunidad que proporcionaron a los antiguos torturadores los l¨ªmites impuestos por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, aprobadas por las autoridades democr¨¢ticas argentinas bajo chantaje militar, a mediados de los ochenta, y s¨®lo recientemente abolidas.

No lo estaban cuando Scilingo reiter¨® su confesi¨®n en un programa de TVE, tras cuya emisi¨®n fue llamado a declarar por el juez Garz¨®n, quien orden¨® su detenci¨®n en el curso mismo del interrogatorio. Garz¨®n invoc¨® la competencia que la Ley del Poder Judicial atribuye a la Audiencia Nacional para perseguir determinados delitos cometidos fuera del territorio nacional susceptibles de ser tipificados seg¨²n la legislaci¨®n espa?ola como delitos de genocidio, terrorismo y tortura. Las resistencias de algunos fiscales de la Audiencia y la escasa colaboraci¨®n de las autoridades argentinas no impidieron que el sumario progresara hasta culminar en el juicio. Las im¨¢genes de Scilingo al llegar a la sala arrastr¨¢ndose, como si estuviera drogado, representando lo que los m¨¦dicos forenses consideraron ejercicio de simulaci¨®n, retratan la indignidad en estado puro. Quien hab¨ªa simbolizado la omnipotencia m¨¢s execrable del ser humano, la del torturador frente al torturado, apareci¨® representando la suma impotencia.

Como dijo ayer el representante de Amnist¨ªa Internacional en Espa?a, se trata de una sentencia que "marca una nueva era en la defensa de los derechos humanos".