El par¨¦ntesis
La asunci¨®n de la tradici¨®n republicana anterior a la Guerra Civil es un rasgo que distingue a la cultura pol¨ªtica catalana en relaci¨®n con el resto de Espa?a. No en vano la transici¨®n a la democracia tuvo un hecho excepcional de ruptura con el franquismo que fue el restablecimiento de la Generalitat republicana y el regreso del exilio de su presidente Josep Tarradellas.
As¨ª, las referencias y los mitos hist¨®ricos e institucionales se atienen a una continuidad hist¨®rica que no se da m¨¢s all¨¢ del Ebro, donde el periodo de la II Rep¨²blica, con sus instituciones y personalidades, se mantiene entre par¨¦ntesis. Las resistencias opuestas en Salamanca al retorno de los fondos de archivo requisados como bot¨ªn de guerra en Catalu?a indican algo m¨¢s: que el alcance y el significado de la contienda civil de hace casi 70 a?os no han sido asumidos ni revisados, de manera suficiente, en las provincias y ciudades que fueron escenario de la puesta en marcha del r¨¦gimen franquista.
En Catalu?a, el discurso pol¨ªtico oficial estableci¨®, a partir de 1980, un par¨¦ntesis sobre un periodo mayor y m¨¢s decisivo de la historia: nada menos que dos siglos largos, los transcurridos entre la supresi¨®n de las instituciones medievales, en 1714, y la instauraci¨®n de un r¨¦gimen de autonom¨ªa, en 1931. Un par¨¦ntesis que encierra la recuperaci¨®n de la econom¨ªa catalana en el siglo XVIII y su modernizaci¨®n en el XIX, la guerra contra la ocupaci¨®n napole¨®nica, la vocaci¨®n de "f¨¢brica de Espa?a" y todo el rico movimiento liberal, republicano, federal, sindical y catalanista, sin el que no se explica la crisis final de la monarqu¨ªa, la llegada de la II Rep¨²blica y la obtenci¨®n de la autonom¨ªa. Las instituciones y las personalidades de esos dos siglos largos raras veces son incorporados a un relato pol¨ªtico de la historia que parece perpetuarse.
Desde hace unas semanas, este par¨¦ntesis es notorio en dos escenarios importantes y distintos como son la programaci¨®n de noche de TV-3 y una exposici¨®n conmemorativa de los 25 a?os del restablecimiento del Parlament. Cuando la televisi¨®n p¨²blica propone a los espectadores una selecci¨®n de personajes hist¨®ricos entre los que escoger un favorito de la historia de Catalu?a, se supone un ejercicio de ponderaci¨®n, dif¨ªcil de apreciar en este caso. Requisito m¨¢s sensible si se trata de un programa nocturno de m¨¢xima audiencia. La muestra de personajes seleccionados en el programa El favorit adolece de las ausencias y descompensaciones propias de ese discurso pol¨ªtico que coloca entre par¨¦ntesis los a?os decisivos para la formaci¨®n de la Catalu?a contempor¨¢nea.
De 13 personajes, ocho pertenecen al ¨¢mbito pol¨ªtico y tambi¨¦n ocho a la historia anterior a 1714. Cinco de los pol¨ªticos est¨¢n en esta situaci¨®n: Ermessenda de Carcassona, esposa del conde Ramon Borrell de Barcelona (siglo XI); el rey Jaume I y el almirante Roger de Ll¨²ria (siglo XIII); Pau Claris, presidente de la Generalitat entre 1638 y 1641, y Rafael Casanova, conseller en cap del Consell de Cent de Barcelona hasta el 11 de septiembre de 1714.
Tras un salto de algo m¨¢s de dos siglos vienen los tres restantes: los presidentes de la Generalitat republicana Francesc Maci¨¤ y Llu¨ªs Companys, y el dirigente de la Lliga Regionalista Francesc Camb¨®. Otros tres personajes acent¨²an la nota antigua y rom¨¢ntica: el escritor Joanot Martorell y Roderic Borja, el papa Alejandro VI (siglo XV) -ambos valencianos-, y el bandolero Joan de Serrallonga (siglo XVII). Completan el eventual pante¨®n televisivo el sacerdote poeta Jacint Verdaguer (siglo XIX) y el m¨²sico Pau Casals (siglo XX).
Id¨¦ntico par¨¦ntesis se aprecia en la evocaci¨®n que el Parlament ofrece de su propia historia. Los diputados elegidos con los estatutos de autonom¨ªa de 1932 y 1979 aparecen como los l¨®gicos continuadores de los nobles, eclesi¨¢sticos y mercaderes que formaban los tres brazos -militar, eclesi¨¢stico y ciudadano- de las antiguas Cortes Catalanas, de las que naci¨® la Generalitat o Diputaci¨® del General como una delegaci¨®n permanente.
Nada que objetar desde el punto de vista de la complacencia corporativa, pero s¨ª desde el mensaje pol¨ªtico y social propio de una C¨¢mara de representaci¨®n de los ciudadanos. La idea de continuidad entre las instituciones representativas medievales y las democr¨¢ticas
es inseparable del proceso de construcci¨®n del parlamentarismo contempor¨¢neo y de la conquista del derecho de sufragio universal. Sin olvidar que la recuperaci¨®n imprevista del nombre de Generalitat el 21 de abril de 1931 no pasa de ser una soluci¨®n de conveniencia entre las dos rep¨²blicas proclamadas el mismo d¨ªa 14 en Barcelona: la Rep¨²blica, a mediod¨ªa, por Llu¨ªs Companys, desde el balc¨®n del Ayuntamiento, y la Rep¨²blica Catalana, por la tarde, por Francesc Maci¨¤, desde el balc¨®n de la Diputaci¨®n Provincial
?D¨®nde queda el recuerdo para nuestros liberales, republicanos, federales, sindicalistas y catalanistas, si los herederos y beneficiarios de sus luchas no los reconocen? Las figuras de Estanislau Figueras y Francesc Pi i Margall, los dos presidentes catalanes de la I Rep¨²blica, gozan hoy de escasa memoria. Como antes el general Juan Prim -principal dirigente espa?ol de la mayor revoluci¨®n democr¨¢tica de la historia de Catalu?a, en 1868-, Pi i Margall ha sido una de las figuras pol¨ªticas m¨¢s populares hasta entrado el siglo XX. Bien es cierto que la I Rep¨²blica tuvo cuatro presidentes en sus 11 meses de vida, pero las derrotas no son un dem¨¦rito en el pante¨®n de los buenos catalanes.
El historiador, periodista y diputado de la primera Esquerra Republicana de Catalunya Antoni Rovira i Virgili evocaba la figura de Valent¨ª Almirall como el m¨¢s directo predecesor de Francesc Maci¨¤. El centenario de la muerte de este republicano federal, librepensador y fundador del catalanismo ha sido celebrado con m¨¢s inter¨¦s en el plano acad¨¦mico que en el pol¨ªtico e institucional. Incluso el conservador Enric Prat de la Riba, fundador del primer partido catalanista -la Lliga Regionalista- y art¨ªfice de la primera y modesta Administraci¨®n catalana -la Mancomunitat de Diputacions Provincials de Catalunya, en 1914-, comienza a desaparecer de un discurso pol¨ªtico-hist¨®rico que se perpet¨²a con sorprendente unanimidad.
Jaume Guillamet es decano de la Facultad de Periodismo de la UPF.
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