No todos los alemanes lo celebran
Muchos cat¨®licos del pa¨ªs natal del Papa tienen cuentas pendientes con ¨¦l
La elecci¨®n del cardenal Joseph Ratzinger como nuevo Papa divide a los cat¨®licos y a la opini¨®n p¨²blica en su Alemania natal. Se puede hablar de sensaci¨®n agridulce. A la satisfacci¨®n y el orgullo de que un compatriota haya llegado a l¨ªder de los mil millones de cat¨®licos de todo el mundo se unen y mezclan la preocupaci¨®n por el inmovilismo y la cerraz¨®n que Benedicto XVI puede imponer a su pontificado.
La alegr¨ªa por la elecci¨®n de un compatriota se mantuvo dentro de unos cauces discretos en la calle. Nada que ver con la explosi¨®n que desencaden¨® la elecci¨®n de su antecesor, Karol Wojtyla, en Polonia en octubre de 1978, en plena vigencia del r¨¦gimen comunista. Claro, que en Polonia la abrumadora mayor¨ªa de la poblaci¨®n, comunistas incluidos, era cat¨®lica. La elecci¨®n de un Papa polaco se percibi¨® de inmediato como una reafirmaci¨®n de la identidad nacional frente al r¨¦gimen impuesto desde Mosc¨². Alemania es otra cosa. El porcentaje de cat¨®licos se mueve en torno al 50% de la poblaci¨®n. Por a?adidura, los cat¨®licos alemanes tienen varias cuentas pendientes con su flamante Papa.
En las entrevistas espont¨¢neas de las cadenas de televisi¨®n en la calle buen n¨²mero de los interrogados mostraba de forma abierta inquietud y preocupaci¨®n por la l¨ªnea que pueda seguir el nuevo pont¨ªfice. Esto sali¨® a relucir incluso en el pueblo natal del nuevo Papa y en Ratisbona, la ciudad de Baviera con la que mantiene lazos personales m¨¢s s¨®lidos. Los puntos de inquietud m¨¢s mencionados eran la postura de la Iglesia ante los anticonceptivos, el aborto y el papel de la mujer con la exigencia de igualdad de derechos y acceso al sacerdocio. Seguir los debates de estos d¨ªas en la televisi¨®n produce la impresi¨®n de que el problema de las vocaciones en la Iglesia cat¨®lica podr¨ªa solucionarse en Alemania con la ordenaci¨®n de las mujeres. Pareciera que gran n¨²mero de mujeres no espera otra cosa que se levante la veda para ingresar en los seminarios.
Reivindicaciones aparte, la Iglesia cat¨®lica alemana, incluida buena parte de la jerarqu¨ªa, ten¨ªa varias cuentas pendientes con Ratzinger. Los conflictos m¨¢s recientes se produjeron con motivo de la obligaci¨®n impuesta desde Roma de no participar en la asesor¨ªa a las mujeres con intenci¨®n de realizar un aborto legal y la prohibici¨®n a los sacerdotes cat¨®licos, en el congreso eclesi¨¢stico del a?o 2003 en Berl¨ªn, de participar en una eucarist¨ªa conjunta y repartir la comuni¨®n a los protestantes. En contra de la opini¨®n de los obispos alemanes, y sin escucharlos siquiera, se impuso el veto de Roma a que representantes designados por la Iglesia intervengan en el asesoramiento de las mujeres dispuestas a abortar. Los obispos alemanes consideraban que esto ofrec¨ªa una oportunidad de disuadirlas del aborto. Roma pens¨® que esto era convertirse en c¨®mplices del mismo. La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica suspendi¨® en sus funciones a los sacerdotes que desafiaron la orden de no repartir la comuni¨®n a los protestantes en el congreso de Berl¨ªn.
Las relaciones de Ratzinger con la Iglesia de su pa¨ªs eran tensas y dif¨ªciles. No s¨®lo ese t¨¢bano del papado que responde al nombre de Hans K¨¹ng ha criticado la elecci¨®n de Ratzinger, sino otros te¨®logos alemanes no han vacilado en calificarla de "cat¨¢strofe". No obstante, existe una coincidencia casi un¨¢nime en reconocer la talla intelectual del nuevo Papa. Catedr¨¢tico de dogma a los 31 a?os, con m¨¢s de tres docenas de libros publicados, Ratzinger es una estrella de la teolog¨ªa y un intelectual de prestigio. En enero del a?o pasado mantuvo en M¨²nich un debate de alto nivel con J¨¹rgen Habermas, tal vez el fil¨®sofo vivo de m¨¢s talento.
Los dos, el fil¨®sofo de la ilustraci¨®n y el gran inquisidor, encontraron diversos puntos de coincidencia, como, por ejemplo, la necesidad de poner coto a la hegemon¨ªa de los m¨¢s fuertes, una clara referencia a la posici¨®n de EE UU en la guerra de Irak.
No faltan entre los analistas alemanes los que apuestan por la inteligencia de Ratzinger, que le permitir¨¢ darse cuenta de la necesidad de una reforma de la Iglesia para evitar que se esclerotice de forma definitiva e inevitable. Los partidarios de esta hip¨®tesis argumentan que, precisamente por su condici¨®n de conservador, el nuevo Papa estar¨ªa en condiciones de llevar adelante un proceso reformista sin despertar recelos en las filas de los sectores m¨¢s reaccionarios de la Iglesia cat¨®lica.
Si esto no ocurriera as¨ª, quedar¨ªa abierta la posibilidad expresada en un debate en la televisi¨®n alemana de una portavoz del movimiento progresista llamado La Iglesia desde abajo. Sin el menor asomo de piedad ni el menor temblor en la voz, la mujer afirm¨®: "En todo caso, a su edad y con sus achaques de salud, no ser¨¢ m¨¢s que un Papa de transici¨®n que no puede durar muchos a?os".
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