Ladrones en el ocaso

?Cu¨¢ntas pel¨ªculas de grandes golpes criminales hemos visto a lo largo de nuestra vida? Esta pregunta parecen hab¨¦rsela hecho tambi¨¦n los responsables de esta pel¨ªcula, rutinaria, discretamente efectiva, a la luz de lo que su gui¨®n propone: no un golpe perfecto, sino dos, y no un simple ladr¨®n de guante blanco, sino un atractivo hombre que enfila su madurez (Brosnan) junto a una antigua socia de volc¨¢nica belleza (Hayek), convertida en su compa?era sentimental, pero deseosa de una vida pl¨¢cida, discreta: un cumplido sue?o burgu¨¦s para millonarios en retirada.

De ah¨ª que El gran golpe, a pesar de cumplir con todas las estaciones de paso de una pel¨ªcula de sus caracter¨ªsticas, incurre tambi¨¦n en lo que se suele considerar un pecado de lesa traici¨®n para este g¨¦nero: unos di¨¢logos tal vez un poco demasiado largos, un protagonismo incluso excesivo de la peripecia amorosa que est¨¢ en su base.

Y si todo esto no naufraga miserablemente en la verborrea y la inacci¨®n es porque lo que tiene que funcionar verdaderamente, lo hace (la qu¨ªmica entre Hayek y Brosnan), y porque, a pesar del payaso de Harrelson, uno de los actores m¨¢s desquiciantes de todo el plantel hollywoodense, las cosas salen razonablemente bien. No es ajeno a ello el hecho de que Brett Ratner (le conocemos por Drag¨®n rojo, su t¨ªtulo inmediatamente anterior) parece siempre consciente de que no est¨¢ rodando una obra maestra y se pliega con humildad de artesano eficaz a las necesidades narrativas de la trama..., algo decididamente a agradecer en estos tiempos.