La Feria de Buenos Aires arranca con buenos augurios de visitantes y ventas
1.399 expositores est¨¢n presentes en la gran fiesta del libro, que inaugur¨® Griselda Gambaro
La Feria del Libro de Buenos Aires, como el Obelisco, San Telmo o La Boca, tiene un lugar en los mapas. Es una ciudad dentro de la ciudad, ubicada en el predio ferial del barrio de Palermo, organizada en pabellones de colores, con calles numeradas y 11 salas con nombres de escritor dedicadas a actividades culturales ininterrumpidas; con sus plazas, sus caf¨¦s, rascacielos de libros, 1.399 expositores que ofrecen novedades y alguna ganga editorial y una poblaci¨®n variable de lectores, curiosos y almas inquietas (nacionales y extranjeras) que no baja del mill¨®n de personas desde 1999.
Una ciudad fugaz que con persistencia de ritual se enciende desde hace 31 a?os y en la cual durante tres semanas se cruzan con aire de andar por casa autores de superventas (de la autoayuda al humor) y premios Nobel, ladrones de libros, aspirantes a escribas con suerte dispar, se?ores muy trajeados y adolescentes de ch¨¢ndal y zapatillas, escolares, familias en dulce mont¨®n o padres, hijos y abuelos sueltos mirando, revolviendo, leyendo en diagonal, escogiendo y comprando libros -todo a la vez- en esa jungla feliz y fastuosa de 35.500 metros cuadrados (una superficie equivalente a casi cinco campos de juego del Santiago Bernabeu), que ocupa cada oto?o la fiesta m¨¢s tradicional de la cultura argentina.
Los n¨²meros de esta edici¨®n prometen m¨¢s de 1.000 actos culturales (entre presentaciones, debates, mesas redondas, representaciones teatrales, lecturas, charlas y talleres) y las expectativas que han despertado los primeros cuatro d¨ªas abiertos al p¨²blico animan a pensar, seg¨²n los organizadores, "en una buena feria", aunque 1.200.000 visitantes de 2004 -afirman- sea una cifra dif¨ªcil de empatar. Las ventas pintan bien, con todo. Da prueba de ello una ocurrencia que comenz¨® a circular con fuerza de relato urbano durante el primer fin de semana: el rumor dec¨ªa que la organizaci¨®n hab¨ªa decidido colocar balanzas para que los turistas de pa¨ªses lim¨ªtrofes (que, favorecidos por el cambio, han arrasado con las mesas de novedades) pudieran pesar sus compras y evitar excesos de equipaje. "Ha venido gran cantidad de turistas, s¨ª, y compran mucho, pero es pronto para hacer pron¨®sticos y lo de las balanzas no es cierto", desminti¨® ayer Marta D¨ªaz, directora de la Feria.
Humor local
Term¨®metro fiel a los humores locales, que ofici¨® de ¨¢mbito de resistencia pol¨ªtico cultural durante la dictadura, celebr¨® en 1984 la democracia naciente con una de sus ediciones m¨¢s emotivas y padeci¨® el corralito y el congelamiento de los dep¨®sitos de 2002 -a punto de correr el riesgo de no poder abrir sus puertas-, como todo buen cl¨¢sico, la feria es capaz de reservar sorpresas. Algunas parad¨®jicas, incluso, como el hecho de que en un pa¨ªs que siempre se jact¨® de su vanguardismo intelectual hayan tenido que pasar m¨¢s de tres d¨¦cadas para que una mujer fuera este a?o, por primera vez, la responsable del discurso de apertura de la muestra, el pasado 21 de abril. Acorde con el lema de esta edici¨®n dedicada a la escritura de teatro -Un escenario para los libros-, la elegida fue Griselda Gambaro (Buenos Aires, 1928), una de las dramaturgas m¨¢s talentosas que ha dado la pampa. Due?a de una obra en la cual el poder social, pol¨ªtico y familiar, al que Gambaro define como su gran tema, ha sido interrogado sin piedad, la autora de La malasangre puso el dedo en la llaga de una econom¨ªa que, tras el desastre de fines de 2001, crece pero no distribuye como debiera y mantiene al 40% de su poblaci¨®n bajo la l¨ªnea de pobreza: "Deseo que la feria se abra alguna vez realmente para todos los habitantes de la sociedad argentina", dijo en su discurso. Y enumer¨® a los excluidos de la fiesta: "Son los 750.000 analfabetos quienes no concurren, la inmensa franja de semianalfabetos e indigentes. Es deuda de la democracia y ojal¨¢ sea voluntad de los gobernantes que los excluidos de la feria por razones econ¨®micas, educativas y sociales puedan recorrerla en igualdad de condiciones". M¨¢s de 1.000 personas ovacionaron de pie el arrojo de la escritora que tir¨® el guante ante un p¨²blico integrado, entre otros, por los ministros de Cultura, Educaci¨®n y la primera dama del pa¨ªs, Cristina de Kirchner. Y ya que se pod¨ªa pedir, la industria editorial sum¨® sus banderas. En Argentina los libros no pagan IVA, pero s¨ª lo hace el papel y esto encarece los costos finales del producto. Lo que reclam¨® el sector editorial en otro de los discursos inaugurales fue, por un lado, una rebaja de ese gravamen -hoy del 21%- y, adem¨¢s, poder aplicar el cr¨¦dito fiscal al pago de otros impuestos. Demandas que cobran fuerza cuando se analiza que desde fines de 2001 se ha registrado un aumento de hasta un 20% en el precio de los libros, con salarios que est¨¢n hoy, en promedio y en t¨¦rminos reales, un 27% por debajo de los de 1999, seg¨²n las ¨²ltimas cifras oficiales.
Del autor al lector
El fil¨®sofo espa?ol Fernando Savater, el polit¨®logo franc¨¦s Guy Sorman, los chilenos Gonzalo Rojas, Alejandro Jodorowsky y Hern¨¢n Rivera Letelier, el brasile?o Paulo Lins y el autor de El desbarrancadero, el siempre pol¨¦mico escritor colombiano Fernando Vallejo, se cuentan entre las figuras invitadas que desfilar¨¢n hasta el 9 de mayo por la feria, que destaca este a?o por la fuerte presencia de autores latinoamericanos.
Acercar a los autores y los lectores ha sido desde sus comienzos una marca de estilo de la feria rioplatense. "En los a?os setenta, cuando empezamos a promover estos encuentros", recuerda Marta D¨ªaz, "los escritores no eran personajes medi¨¢ticos. Casi no se los ve¨ªa: el lector no sab¨ªa qui¨¦n estaba detr¨¢s del libro y nuestro deseo fue promover ese conocimiento. Incluso en los 90, la primera vez que Saramago pis¨® la feria, no lo conoc¨ªa sino un reducido n¨²cleo de intelectuales. Dos a?os despu¨¦s ganaba el premio Nobel y se convert¨ªa en el boom que es hoy", apunta.
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Golpeados y doloridos
A juzgar por los t¨ªtulos m¨¢s buscados en los primeros d¨ªas, la diversidad sigue siendo una se?a distintiva de la Feria del Libro de Buenos Aires. Todo lo que huela a Juan Pablo II -su ¨²ltimo libro, Memoria e identidad, y las variopintas biograf¨ªas que circulan del Papa recientemente fallecido- se vende como pan caliente, y el Quijote, en m¨²ltiples ediciones, pelea la punta de los m¨¢s vendidos a puro cuarto centenario. A ellos se suman novedades editoriales como La misteriosa llama de la reina Loana, de Umberto Eco, y el flamante premio Alfaguara, El turno del escriba, de Graciela Montes y Ema Wolf. Estrenos al margen, siempre hay sitios para peque?os tesoros: a "3 libros por 10 pesos" (2,60 euros) en algunos stands se consiguen viejos t¨ªtulos de la Colecci¨®n Cap¨ªtulo del Centro Editor de Am¨¦rica Latina, que en los a?os sesenta, dirigido por Bor¨ªs Spivakow, capitane¨® el sue?o de buenos libros en ediciones populares y dise?¨® la biblioteca de la clase media argentina. Y no falta alguna mesa de ofertas con todos los textos de Cort¨¢zar rebajados.
"En nuestro escenario plural conviven la ciencia y los ovnis, Mafalda y Harry Potter, las biograf¨ªas reales y el realismo m¨¢gico. (...) Pero no nos enga?emos. Estamos golpeados y doloridos. Hay muchos amigos que se han perdido porque ya no pueden comprar libros. Y muchos que nunca sabr¨¢n leerlos", alertaba Carlos Alberto Pazos, presidente de la Fundaci¨®n El Libro, organizadora de la feria en su discurso inaugural. Aunque en alza y recuper¨¢ndose, el sector no ha alcanzado todav¨ªa el nivel previo a la crisis de 2001. En 2004 se editaron 18.502 t¨ªtulos entre novedades y reimpresiones, y se imprimieron 55 millones de ejemplares que equivalen a un 40% m¨¢s que en 2003, pero que est¨¢n muy lejos todav¨ªa de los 73 millones de 2000. Las ¨²ltimas encuestas sobre lectura indican que el 52% de los argentinos no ha le¨ªdo ni un libro en el ¨²ltimo a?o.
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