Julio Rey, imperial

Las esperanzas ol¨ªmpicas de Julio Rey, el mejor maratoniano espa?ol -bronce en los Europeos de M¨²nich 2002, subcampe¨®n en los Mundiales de Par¨ªs 2003- de los a?os de la resaca tras el esplendor de Fiz y Ant¨®n, se quedaron detr¨¢s de un olivo, a medio camino entre Marat¨®n y Atenas, cuando su est¨®mago y sus tripas se rebelaron contra la mezcla de l¨ªquidos fr¨ªos y calientes tomados en los avituallamientos. Por eso, ayer, en Hamburgo, antes de salir del hotel, lo cuenta la agencia Efe, le dijo a su esposa: "Espero que esta vez una diarrea no se me atraviese en el camino".

Lo dijo Rey, de 33 a?os, con ocho maratones en sus piernas, m¨¢s que nada por ahuyentar la mala suerte, porque su historial en el de Hamburgo -dos participaciones, dos victorias- no le pod¨ªa sino dar seguridad antes de la tercera. "Aunque estoy en un gran momento y he estado haciendo los mejores entrenamientos de mi vida [y los m¨¢s largos: hasta 240 kil¨®metros semanales, seg¨²n los s¨¢dicos planes de su padre y entrenador, Julio Vicente], me conformo con el triunfo. Adem¨¢s, hablar de r¨¦cord trae mala suerte".

No habl¨® de r¨¦cord, pero no por ello ahuyent¨® la mala suerte. Gan¨® con claridad, consigui¨® su tercera victoria en la capital hanse¨¢tica, lo que le vali¨® 50.000 euros, e hizo una magn¨ªfica marca, 2h 7m 38s, la segunda mejor del a?o, pero que ni siquiera es la mejor suya de siempre (2h 7m 27s, en Hamburgo 2003), y se qued¨® a 15s del r¨¦cord nacional, 2h 7m 23s, de Fabi¨¢n Roncero en Rotterdam 99.

Hasta la mitad de recorrido, hasta el kil¨®metro 21, pasado en 1h 3m, las cosas marchaban seg¨²n lo previsto, pero a partir del 30, cuando las liebres le dejaron solo, Rey tuvo problemas para mantener el ritmo. "El p¨²blico, que me conoce bien, me ayud¨® mucho", dijo; "se me pusieron los pelos de punta al o¨ªr que la gente coreaba mi nombre. Gracias a eso no me hund¨ª".

Con el tiempo de Hamburgo, Rey consigue la m¨ªnima para los Mundiales de Helsinki, la carrera en la que no importa el tiempo, sino el puesto; la carrera en la que se podr¨¢ olvidar definitivamente de la diarrea que le fastidi¨® el marat¨®n de Atenas.

Otro protagonista entre los 23.270 participantes fue el keniano Henry Wanyoke, atleta ciego, quien, con 2h 31m 32s, logr¨® la plusmarca mundial para invidentes, mejorando en un minuto el tiempo conseguido por ¨¦l mismo hace una semana en Londres.