Benedicto XVI afirma en la coronaci¨®n que no impondr¨¢ su voluntad ni sus ideas
Ratzinger insiste en la homil¨ªa en el objetivo de la unidad de cat¨®licos, ortodoxos y protestantes
Benedicto XVI recibi¨® ayer el palio de lana y el anillo del pescador, los dos antiguos s¨ªmbolos papales, y tendi¨® una rama de olivo a quienes tem¨ªan que siguiera siendo el te¨®logo conservador e inflexible que durante casi un cuarto de siglo dirigi¨® la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe. "Mi aut¨¦ntico programa de gobierno", anunci¨® en la homil¨ªa, "es el de no hacer mi voluntad, ni seguir mis propias ideas, sino ponerme con toda la Iglesia a la escucha de la palabra y la voluntad de Dios, y dejarme guiar por ?l". El nuevo Papa insisti¨® en conseguir la unidad de cat¨®licos, ortodoxos y protestantes.
La plaza mostraba un aspecto imponente en la misa que inaugur¨® el reinado de Benedicto XVI cuando el Papa, despu¨¦s de orar en la cripta vaticana ante la supuesta tumba de Pedro, se enfrent¨® a la multitud que asist¨ªa a su primera gran misa como Papa. Los asistentes no llegaban ni mucho menos al medio mill¨®n que se hab¨ªa previsto, pero compon¨ªan la estampa de las grandes ocasiones. Joseph Ratzinger sonri¨® al ver el gent¨ªo y sonri¨® con frecuencia a lo largo de una ceremonia cercana a las tres horas. Menos conmovido que en el funeral de Juan Pablo II y menos tenso que en la misa previa al c¨®nclave, se pareci¨® bastante al hombre que fue hasta el martes: apacible y con sentido del humor, t¨ªmido y dialogante. Ideas, por supuesto, al margen.
Fue significativo que en la homil¨ªa asegurara que no ten¨ªa intenci¨®n de imponer sus propias ideas desde la c¨¢tedra de San Pedro. La ortodoxia doctrinal de Ratzinger fue muy admirada por gran parte de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, especialmente la concentrada en el Vaticano, pero gener¨® profundas pol¨¦micas con los sectores reformistas e inquiet¨® a quienes no entend¨ªan el frenazo al esp¨ªritu innovador del Concilio Vaticano II. Benedicto XVI intent¨® tranquilizar a todos con su afirmaci¨®n de que se pon¨ªa "a la escucha de la palabra y la voluntad del Se?or".
Par¨¢bolas evang¨¦licas
La homil¨ªa, tejida en torno a dos par¨¢bolas evang¨¦licas, la del pescador y la del buen pastor, fue simple y a la vez rica en sugerencias teol¨®gicas, lo esperable de un maestro de te¨®logos. La primera menci¨®n, inevitablemente, se dirigi¨® a su amigo Karol Wojtyla: "?Qu¨¦ abandonados nos sentimos tras la partida de Juan Pablo II!". Acto seguido expres¨® de nuevo extra?eza, como en el discurso del mi¨¦rcoles en la Capilla Sixtina, ante el hecho de que la sucesi¨®n recayera en ¨¦l: "Y ahora, en este momento, yo, d¨¦bil servidor de Dios, debo asumir este deber inaudito que supera realmente todas las capacidades humanas". "Pero no estoy solo", sigui¨®, "no debo soportar solo lo que en realidad nunca podr¨ªa cargar solo", porque "vuestra oraci¨®n, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza me acompa?an".
"La Iglesia est¨¢ viva", proclam¨®, en uno de los momentos m¨¢s significativos del serm¨®n, "la Iglesia es joven y lleva en s¨ª el futuro del mundo". Se congratul¨® de ello con los dem¨¢s miembros del catolicismo y ampli¨® el mensaje m¨¢s all¨¢: "El discurso se llena de afecto tambi¨¦n en el saludo que dirijo a todos aquellos que, renacidos con el sacramento del bautismo, no est¨¢n a¨²n en plena comuni¨®n con nosotros; y a vosotros, hermanos del pueblo jud¨ªo, al que permanecemos ligados por un gran patrimonio espiritual com¨²n que hunde sus ra¨ªces en las irrevocables promesas de Dios. Mi pensamiento va en fin, casi como una onda que se expande, a todos los hombres de nuestro tiempo, creyentes y no creyentes".
Benedicto XVI no consider¨® necesario "presentar en este momento un programa de gobierno", porque no faltar¨¢n "otras ocasiones para hacerlo". Y agreg¨®: "Mi aut¨¦ntico programa de gobierno es el de no hacer mi voluntad, ni seguir mis ideas, sino ponerme con toda la Iglesia a la escucha de la palabra y la voluntad del Se?or y dejarme guiar por ?l".
Cuando habl¨® de la injusticia y la miseria en el mundo, las yuxtapuso a la falta de fe: "Existe el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed, el desierto del abandono, de la soledad, del amor destruido. Existe el desierto de la oscuridad de Dios, del vac¨ªo del alma sin consciencia de la dignidad y el camino del hombre. Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo", concluy¨® el pasaje, "porque los desiertos interiores se han hecho muy extensos".
Hacia el final lanz¨® una cr¨ªtica contra los poderes terrenales que, casi extinguido el comunismo, s¨®lo pod¨ªa estar dirigida hacia la "dictadura laicista" que Ratzinger considera el peor peligro del mundo desarrollado: "Todas las ideolog¨ªas del poder se justifican as¨ª, justifican la destrucci¨®n de aquello que se opondr¨ªa al progreso y a la liberaci¨®n de la humanidad. Y nosotros sufrimos por la paciencia de Dios".
"El mundo es salvado por el crucificado, no por los crucificadores", agreg¨®. Invocando de nuevo la imagen del buen pastor, hizo una ¨²ltima petici¨®n a los fieles: "Rezad por m¨ª, para que no huya, por miedo, ante los lobos".
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