Blair, a un paso de la victoria
Si las encuestas no fallan, y hasta el d¨ªa de hoy todas coinciden, Tony Blair se convertir¨¢ el pr¨®ximo 5 de mayo en el primer l¨ªder laborista que lleva a su partido a la tercera victoria electoral consecutiva en la centenaria historia del Partido Laborista brit¨¢nico. Un hecho notable no s¨®lo a efectos estad¨ªsticos, sino porque, de confirmarse los sondeos, supondr¨ªa la reafirmaci¨®n de un liderazgo y de una pol¨ªtica cuestionados seriamente hace muy pocos meses tanto a nivel popular como medi¨¢tico y parlamentario, con motivo de la guerra de Irak y de un rosario de quejas sobre el funcionamiento de los servicios p¨²blicos brit¨¢nicos. La realidad es que el efecto Irak parece haberse amortiguado con el paso del tiempo -seg¨²n una encuesta reciente del anti-intervencionista The Guardian, la guerra no figuraba entre las ocho principales preocupaciones del electorado- y las inversiones en sanidad, educaci¨®n y orden p¨²blico, incrementadas sustancialmente en el presupuesto vigente, han comenzado a diluir las cr¨ªticas sufridas por el Gobierno de Blair en la legislatura reci¨¦n clausurada.
Naturalmente, las encuestas pueden equivocarse, como ocurri¨® en 1992 cuando la victoria asignada a Neil Kinnock en los primeros sondeos se desvaneci¨® para dar lugar a la reelecci¨®n de John Major. Pero, 13 a?os despu¨¦s, la diferencia de esca?os entre laboristas y conservadores es abismal. Tras dos legislaturas de Tony Blair, los tories han dejado de ser un partido de representaci¨®n nacional. El partido conservador s¨®lo tiene un diputado por Escocia, ninguno por Gales y muy pocos por el norte de Inglaterra (en Irlanda del Norte dejan el campo libre a los unionistas). Su representaci¨®n est¨¢ pr¨¢cticamente limitada a las circunscripciones del sureste de Inglaterra y de Londres. Adem¨¢s, el sistema electoral brit¨¢nico, estrictamente mayoritario, prima descaradamente a las mayor¨ªas existentes. Para conseguir una mayor¨ªa absoluta, los conservadores necesitar¨ªan obtener un voto popular de 11 puntos porcentuales por encima de los laboristas. Y para alcanzar una mayor¨ªa simple que les permitiera gobernar deber¨ªan duplicar su actual n¨²mero de esca?os. Adem¨¢s, muchos dem¨®crata-liberales que votaron laborista en la ¨²ltima elecci¨®n para evitar una eventual victoria tory piensan regresar al seno de su partido por descartar de antemano una victoria conservadora.
Aunque la izquierda laborista tradicional sigue mascullando contra Blair por la intervenci¨®n iraqu¨ª y una pol¨ªtica que consideran demasiado liberal en lo econ¨®mico -en el fondo los tradicionalistas de la izquierda no acaban de entender el Nuevo Laborismo-, la realidad es que la convocatoria electoral ha acallado moment¨¢neamente las cr¨ªticas. A ello han contribuido dos factores: el anuncio de Blair de que ¨¦sta ser¨¢ su ¨²ltima elecci¨®n y el apoyo incondicional al primer ministro del ministro de Finanzas, Gordon Brown, el sucesor permanente. Los dos pol¨ªticos, seriamente distanciados hace unos meses por el retraso en la sucesi¨®n, aparecen ahora juntos en todos los m¨ªtines como la versi¨®n brit¨¢nica de la reaparici¨®n de Simon y Garfunkel en Estados Unidos.
Walter Bagehot, fundador de The Economist en 1843 y el m¨¢s notable constitucionalista brit¨¢nico del siglo XIX, escribi¨® una vez que "el estadista democr¨¢tico debe ser un hombre poco corriente con opiniones corrientes". Con su definici¨®n, Bagehot pensaba en sir Robert Peel, el primer miembro del Gabinete a quien se aplic¨® el t¨ªtulo de primer ministro. Pero la definici¨®n de Bagehot podr¨ªa aplicarse igualmente a Tony Blair. Su Nuevo Laborismo supon¨ªa la aplicaci¨®n de "ideas corrientes" a un viejo laborismo, anclado en un pasado socialista insostenible, que, entre otras cosas, todav¨ªa preconizaba en la d¨¦cada de los setenta la nacionalizaci¨®n de los medios de producci¨®n. Fue esa pol¨ªtica la que trajo la revoluci¨®n conservadora de Margaret Thatcher en 1979 tras el nefasto invierno del descontento. Ser "un hombre poco corriente" lo demostr¨® al arriesgar su carrera pol¨ªtica con su impopular apoyo a George Bush en Irak. El 5 de mayo los brit¨¢nicos decidir¨¢n si la apreciaci¨®n de Bagehot sobre "estadistas democr¨¢ticos" cuadra o no a Tony Blair.
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