El Rubic¨®n
El Senado de Roma prohibi¨® a las legiones que ocupaban las Galias cruzar el r¨ªo Rubic¨®n como ant¨ªdoto contra el precedente de la expedici¨®n de Cayo Julio C¨¦sar, que inici¨® la guerra civil contra las fuerzas de Cneo Pompeyo Magno. El Rubic¨®n establec¨ªa una frontera sin retorno y sin perd¨®n; "cruzar el Rubic¨®n" se ha acu?ado en la cultura occidental como la expresi¨®n m¨¢s clara de un l¨ªmite que impide, a quien lo traspasa, recuperar una posici¨®n de normalidad; le sit¨²a fuera del sistema.
En Espa?a nos hemos olvidado del importante significado de este viejo apotegma romano. El "Rubic¨®n", como s¨ªmbolo de lo que no es admisible, que debiera delimitar la calidad y la naturaleza de nuestra democracia, se cruza una y otra vez, por una pl¨¦yade de irresponsables de las ondas de radio, de las p¨¢ginas de los peri¨®dicos y de las tribunas pol¨ªticas -en una sincronizaci¨®n muchas veces matem¨¢tica- porque entre todos no hemos sido capaces de institucionalizar mecanismos de descr¨¦dito, universalmente aceptados, para que quienes se extralimiten en los usos juiciosos de un sistema democr¨¢tico homologado queden estigmatizados para sus actuaciones futuras. Aqu¨ª, decir que "vale todo, no se paga por nada", no es una licencia literaria, sino la forma m¨¢s descriptiva de la realidad.
Una vez que el "Rubic¨®n" no constituye frontera, la vida p¨²blica espa?ola no localiza instrumentos de normalizaci¨®n, porque esos comportamientos inadmisibles -aunque no sancionados judicialmente- encuentran asidero en el paisaje de nuestra pol¨ªtica y quienes los contemplan cotidianamente terminan por perder las dimensiones del desprop¨®sito. Si admitimos la distorsi¨®n permanente de las normas de la democracia, quien tenga menos escr¨²pulos gozar¨¢ siempre de ventaja, porque no se sentir¨¢ concernido por ning¨²n l¨ªmite. Jugar a las cartas con un tah¨²r es admitir que quien est¨¢ enfrente utilizar¨¢ dos barajas, porque est¨¢ en la naturaleza de sus conductas. Los ventajistas del periodismo y de la pol¨ªtica han descubierto que ya nadie les recrimina con suficiente contundencia cuando se les caen, ostensiblemente, los ases de la manga. Repiten una y otra vez sus fuller¨ªas porque no pagan precio por ello.
Muchos h¨¢bitos pol¨ªticos se han envilecido en Espa?a desde la ¨¦poca en que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar comenz¨® su operaci¨®n de asalto al poder sin respetar ninguna regla. Algunos de aquellos comportamientos se han reeditado desde el 11-M como la demostraci¨®n viva de que el "Rubic¨®n", seg¨²n la praxis que estableci¨® Aznar cuando irrumpi¨® en el liderazgo pol¨ªtico, es una frontera permeable y reversible. Estos expedicionarios de la pol¨ªtica intentaron hacer creer a los ciudadanos que ellos, como responsables del Gobierno, no ten¨ªan duda alguna de que el atentado de Madrid era obra de ETA. Trataron de retrasar el conocimiento de la verdad para perpetuarse en el poder, sustrayendo una informaci¨®n que consideraban definitiva en sus consecuencias electorales, frente al ejemplar comportamiento de la sociedad civil. Pero, adem¨¢s, la historia de esta locura no se termin¨®, siquiera, con el recuento de los votos. Todav¨ªa hoy, ellos, que manipularon, insisten en aparecer como v¨ªctimas frente a quienes mantuvieron las exigencias democr¨¢ticas de conocer la verdad. Los gariteros nunca admiten que pierden la partida, porque esa contingencia no entra en los c¨¢lculos que les proporcionan sus marruller¨ªas.
La circulaci¨®n alrededor de los sucesos del 11-M fue un tr¨¢fico intolerable del "Rubic¨®n" del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en sus ¨²ltimos actos administrativos, y de su partido, en la oposici¨®n. Repasar las actas de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n es tomar conciencia de la naturaleza del problema, en eventos como la comparecencia del ex presidente del Gobierno, que lleg¨® a insinuar la implicaci¨®n de servicios secretos de pa¨ªses vecinos y amigos en el atentado y a cuestionar la seriedad y dedicaci¨®n de las instituciones del Estado en la investigaci¨®n y la persecuci¨®n de estos cr¨ªmenes. Para el Partido Popular, en la Comisi¨®n s¨®lo ha sido v¨¢lido su propio criterio, que est¨¢ en minor¨ªa y en la m¨¢s terrible soledad frente al resto de los partidos, pero que quiere imponer como ¨²nica condici¨®n de que las conclusiones sean aceptables.
Los diputados Mart¨ªnez Pujalte y Del Burgo han intentado casi todo lo que uno puede imaginar que no se debe hacer, hasta pedir la comparecencia, en sede parlamentaria, de soplones y presos acusados de terroristas, para apoyar las versiones que les conven¨ªan. Como en tantas ocasiones de nuestra historia reciente, los altavoces de esta m¨²sica estaban armonizados con aut¨¦nticos corsarios de la tinta, el micr¨®fono y el papel a los que hemos terminado por conceder socialmente el cr¨¦dito y la condici¨®n de periodistas. ?se es otro importante "Rubic¨®n" que no tiene canon para quien lo atraviesa. Algunos de estos trabajadores de la insidia no reconocen l¨ªmites a sus palabras porque la sociedad no les pasa factura por sus estafas informativas y la libertad de expresi¨®n pasa de ser un derecho sagrado a una coartada insoportable.
Durante un a?o hemos asistido al intento desesperado de encontrar a ETA en cualquier resquicio de este atentado. Se ha pretendido todo. Si hab¨ªa presos de ETA y terroristas isl¨¢micos coincidiendo en alguna c¨¢rcel, era una prueba irrefutable de la colaboraci¨®n de Osama Bin Laden con Josu Ternera. El supuesto periodismo de investigaci¨®n se ha utilizado para construir primeras p¨¢ginas desde el aire que han terminado por ser asimiladas por nuestro panorama editorial como una f¨®rmula aparentemente respetable.
Cuestionar el resultado electoral ha permitido cualquier licencia, aunque no fuera sencillo. La insistencia en sostener una mentira logra situar en entredicho, con algunas posibilidades de ¨¦xito, a quienes dijeron la verdad y obligaron a que el Gobierno tuviera que reconocerla cuando menos le conven¨ªa. Los l¨ªderes del PP siguen pretendiendo que la cadena SER -como instrumento de la supuesta maniobra- manipul¨® a sus oyentes, y quienes mintieron y manejaron la informaci¨®n a su antojo se presentan como hombres justos y v¨ªctimas de una conspiraci¨®n. De esa forma de entender la propaganda, que instituy¨® Joseph Paul Goebbels -como modelo de que una mentira suficientemente repetida termina por parecer cre¨ªble-, hemos tenido una amplia experiencia de laboratorio medi¨¢tico y pol¨ªtico en un a?o que ya se hace insoportable. Ahora, conforme avanza el conocimiento de la instrucci¨®n del juez Juan del Olmo, se hace todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil esa descabellada empresa, pero el camino emprendido por el Partido Popular no tiene cruces que le inviten a modificarlo.
Cuando ETA ya era imposible de localizar en ninguna rendija de esta truculenta historia, la hip¨®tesis de trabajo fue sustituida por otra en la que personas vinculadas al PSOE participaron, de alguna manera, en los preparativos del atentado del 11-M, lo que confirmar¨ªa la tesis de que la victoria se obtuvo desde la ilegitimidad. Ya no hac¨ªa falta ETA; en este momento bast¨® que un integrista isl¨¢mico se infiltrara en el PSOE para culpabilizar al partido en su conjunto, en la misma l¨®gica que determinar¨ªa que la Iglesia cat¨®lica preconizara la pederastia tan s¨®lo porque en la di¨®cesis de Boston algunos importantes miembros de la Iglesia se vieron involucrados en abusos de menores.
?Se puede imaginar que un pol¨ªtico, en Estados Unidos, insin¨²e que el otro partido intervino en el atentado de las Torres Gemelas y esa inmundicia no le arroje para siempre de la vida pol¨ªtica? ?Se imagina alguien que el director de un peri¨®dico que pretenda ser respetable, en cualquier pa¨ªs de nuestro entorno, publique las cosas que aqu¨ª hemos visto escritas, y no sea expulsado de la profesi¨®n por sus propios lectores? Si algo faltaba en el panorama de estos lamentables comportamientos, la fundaci¨®n FAES se ha encargado de mostrarlo en forma de v¨ªdeo que es toda una lecci¨®n magistral de manipulaci¨®n informativa, realizada desde una instituci¨®n que se ha financiado, en una gran parte, con dinero p¨²blico. Y el ¨²ltimo ex presidente de la democracia espa?ola, desde la presidencia de esa fundaci¨®n, se pasea por el mundo desacreditando nuestra pol¨ªtica exterior y afirmando que el PSOE gan¨® las elecciones gracias a una operaci¨®n planificada por terroristas.
Desde la raz¨®n se dir¨¢ que la ciudadan¨ªa espa?ola es madura para distinguir dislates tan manifiestos. Pero es un an¨¢lisis contradictorio con la realidad: en la historia reciente hay demasiados ejemplos de manipulaciones deleznables que consiguieron sus objetivos. Toda persona civilizada sabe que el racismo, adem¨¢s de ser una estulticia inconmensurable, es una provocaci¨®n que sit¨²a a quienes lo practican fuera del sistema. Y no por ello se da por descontado que los racistas dejaran de serlo por la simple rotaci¨®n de la tierra. Hay algunos racistas de la raz¨®n, en el periodismo y en la pol¨ªtica, que debieran ser objeto de sanci¨®n -nunca de censura- para exigir unos m¨ªnimos de lealtad y calidad en nuestro sistema democr¨¢tico, de tal forma que las palabras de algunos l¨ªderes del PP, y algunas p¨¢ginas de peri¨®dicos que les han acompa?ado en el cruce de este "Rubic¨®n" insoportable, jam¨¢s pudieran repetirse en la vida p¨²blica espa?ola, por el simple mecanismo de que los ciudadanos y los lectores les volvieran la espalda.
Este camino emprendido no ha terminado. Forma parte de una estrategia que ya no respetar¨¢ ning¨²n aspecto de la pol¨ªtica mientras se piense que puede ser rentable. Las elecciones vascas han servido para demostrar que el paso del "Rubic¨®n" sigue transitable y permite que ?ngel Acebes sentencie que el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha permitido que ETA gane las elecciones tan s¨®lo porque no han existido pruebas que permitiesen ilegalizar al Partido Comunista de las Tierras Vascas. La vieja frase de que "la lucha contra el terrorismo no admite atajos" ya no tiene vigencia, s¨®lo porque ahora no es ¨²til.
No hay un solo s¨ªntoma de que los comportamientos pol¨ªticos del PP vayan a sufrir modificaciones ni que quienes jalean cada insensatez o fustigan una nueva invectiva tengan ¨¢nimo de cambiar su forma de entender la democracia. Nos espera m¨¢s de lo mismo, en un debate pol¨ªtico trufado de crispaci¨®n, donde los ruidos de la oposici¨®n seguir¨¢n tratando de impedir los matices de los discursos.
No es posible vivir siempre en el dislate y llegar¨¢ un d¨ªa en que el cruce de este "Rubic¨®n" exigir¨¢ un peaje para que nuestra democracia, sin dejar de ser permisiva y tolerante, sea considerada madura. En ese tiempo, cuando el "Rubic¨®n" sea frontera en sentido romano, todos podremos dormir un poco m¨¢s tranquilos y la pol¨ªtica recuperar¨¢ una parte de su cr¨¦dito perdido.
Carlos Carnicero es periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pol¨ªtica nacional
- PCTV-EHAK
- Ilegalizaci¨®n partidos
- FAES
- VIII Legislatura Espa?a
- Opini¨®n
- Presidencia Gobierno
- Comisiones investigaci¨®n
- Congreso Diputados
- 11-M
- Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar
- Comisiones parlamentarias
- PSOE
- Atentados terroristas
- Legislaturas pol¨ªticas
- PP
- Partidos pol¨ªticos
- Elecciones
- Fundaciones
- Parlamento
- Gobierno
- Terrorismo
- Administraci¨®n Estado
- Administraci¨®n p¨²blica
- Espa?a